¡UN ROTUNDO SI!
Para quienes conocen la razones para la existencia de una Fuerza Armada
Nacional, Fuerza de Defensa Nacional, Fuerza de Seguridad Nacional, Ejército
para la Defensa o, como sea definida, la respuesta ideal, si el hombre y las
sociedades fueran más humanistas debería ser un simple NO; pero, dada la
evolución del hombre, de sociedades alejadas de su deber ser y a las
circunstancias que hoy rigen al
mundo, de las cuales por múltiples
razones Venezuela no puede escapar, nos obliga a responder, con un rotuno
SÍ, siempre y cuando cumpla su Misión de
acuerdo con los preceptos establecidos por decisión del pueblo en la
Constitución Nacional.
El ser humano, desde el conflicto entre Caín y Abel, comenzó a sentir la
necesidad de buscar en alguien o en un grupo, para que intervenga, bien
mediante el diálogo, la presión o finalmente con la fuerza, en la solución de
conflictos personales, familiares o colectivos, dentro del mismo y afín grupo
o, en contra de extraños.
Como venezolanos, tenemos que recodar y reconocer que nuestro país,
tiene una tradición histórica marcada por la sangre, sudor y lágrimas de los
precursores, hacedores y quienes han seguido luchando por la consolidación de
nuestra independencia política, económica, social y cultural. Además, contamos
con ingentes y variados recursos naturales con la que la naturaleza nos dotó
para su debido y muy racional aprovechamiento en beneficio de todas la
generaciones, los cuales debemos preservar; igualmente gozamos de un espacio
geográfico con una ubicación estratégica que nos concede muchas ventajas
competitivas y comparativas, tan
envidiables por apetencias foráneas, que nos obligan a consolidar una racional
y eficiente y eficaz Fuerza Armada Nacional que cumpla, como un deber, los fundamentos que a ella, en nuestra
Constitución Nacional, la justifican como necesaria institución:
a. Coadyuvar con su corresponsabilidad para garantizar el cumplimiento
de los Principios de Seguridad de la Nación (Art. 326)
b. Institución esencialmente profesional, sin militancia política,
organizada “para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y
asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la
cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en
el desarrollo nacional… En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio
exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o de parcialidad
política.” (Art. 328).
Allí está fundamentada la respuesta con un contundente SÍ.
A lo que hay que darle negación es el tener que soportar una FUERZA
DESARMADA NACIONAL, desarmada de principios, ética, valores y del fiel
cumplimiento de la normativa legal que rige y le da fundamento a su existencia
como necesaria institución republicana.
La Fuerza Armada Nacional por ninguna razón debe ser eliminada, por el
contrario, hay que deslástrala y revisar su cuerpo orgánico para darle una
estructura, en cantidad, apresto operacional y tecnología, acorde a la realidad
actual y a las hipótesis consideradas.
Y todo lo que se pueda lograr para poder
repetir, con Andrés Eloy Blanco: “Y si a temibilidad vamos, ¿creen los señores
Representantes que pueda ser más temible un tanque poderoso y bien llevado,
llevado con espíritu de patria y de fraternidad, que un comisario mal armado y
con mala intención?... Yo le tengo más miedo a una mala autoridad de pueblo que
no tenga en sus manos sino de esos pequeños machetes a quienes la malicia
llanera apellidó “guacharaca”, que a un escuadrón de tanques que lleva en el
tope los tres colores de mi patria y en su seno cinco soldados de mi tierra”
Todo lo anterior no es más que el ECO, que como reclamo de honor, quedó
para las siguientes generaciones cuando, “los Representantes de Margarita, de
Mérida, de Cumaná, de Barcelona, de Truxillo y de Carácas, reunidos en Congreso
General, redactaron y aprobaron la
CONSTITUCIÓN FEDERAL PARA LOS ESTADOS DE VENEZUELA (1811) y expresaron:
EN EL NOMBRE DE DIOS TODO PODEROSO, Nos el Pueblo de los Estados de Venezuela,
usando de nuestra Soberanía y deseando establecer entre nosotros la mejor
administración de justicia, procurar el bien general, asegurar la tranquilidad
interior, proveer en común á la defensa
exterior, sostener nuestra Libertad é Independencia política, conservar pura é
ilesa la sagrada religión de nuestros mayores, asegurar perpetuamente á nuestra
posteridad el goce de estos bienes, y estrecharnos mutuamente con la más
inalterable unión, y sincera amistad, hemos resuelto confederarnos solemnemente
para formar y establecer la siguiente Constitución…”
Daniel E. Chalbaud Lange.
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl
Carabobo – Venezuela
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