UN PROBLEMA DE CALIDAD
Ya siendo candidato, Donald Trump celebró la separación del Reino unido
de Europa, o los gastos excesivos de su país en defensa, a través de organismos
internacionales. Ahora que es presidente su talante y expresiones no han
cambiado. Declaraciones tales como la
OTAN es obsoleta; EEUU está lleno
de Mercedes pero en Alemania no hay ningún Chevrolet o México se ha aprovechado
de Estados Unidos durante demasiado tiempo, no solo han dejado estupefactos a
propios y extraños sino que han destapado nuevas fragancias en el florido campo
de las relaciones internacionales.
En su primera semana de gobierno, las expectativas de muchos
norteamericanos tampoco quedaron insatisfechas, al ver como se empezaban a cumplir algunas de las promesas efectuadas durante la
campaña electoral, al firmar Trump algunas órdenes ejecutivas que afectan a
tratados comerciales como el TPP o el NAFTA, con el objetivo en general, de
renegociar las condiciones existentes o de
obtener unas mejores por medio
de acuerdos bilaterales, a la vez que
proteger la mano de obra estadounidense. Aunque lo que realmente causó furor
entre sus seguidores a la vez que
decepción entre sus opositores, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos,
fue la decisión de emprender la construcción del ya famoso muro en la frontera
con su vecino del sur, asegurando que
será México quien lo pague.
No cabe duda alguna de que el
nacionalismo, traducido en medidas proteccionistas a la producción interna y la clase trabajadora norteamericana, junto
al lenguaje crudo del nuevo hombre
fuerte de la Casa Blanca, atípico en los EEUU, recuerda, cada vez más, a
algunos líderes populistas de América Latina. Pero si a esto le añadimos, las
medidas ya tomadas en materia migratoria prohibiendo, durante tres meses, por ahora, la entrada a los ciudadanos de siete países
árabes, así como las amenazas de expulsar a los emigrantes en situación ilegal
dentro de los Estados Unidos, en su mayoría latinoamericanos, la cara del señor
Trump se empieza a parecer más, en su conjunto, a la del fascismo.
Para quienes creen que Trump
tiene una agenda secreta
neo-nazi, en la cual el hombre rubio de ojos claros representa a la
perfección humana y que los
anglosajones, ingleses y norteamericanos-no mejicanos, deben ser los dueños del
mundo, las posiciones adoptadas hasta ahora por el mandatario, parecieran comprobarlo. El que la
señora Theresa May, se haya convertido en la primera autoridad extranjera en
ser recibida en la Casa Blanca, envía un mensaje en este sentido. Para quienes
no compartimos aquella hipótesis, lo que queda muy claro es que los
anglosajones refuerzan sus nexos históricos, así como su alianza
político-comercial, con carácter prioritario. Pero hasta allí, porque sacar
conclusiones inusitadas de las actuaciones de Trump hasta ahora, nos parece
erróneo.
En efecto, si analizamos con objetividad lo hecho por Trump hasta ahora,
solo vemos medidas que muchos ciudadanos esperarían de sus gobiernos en un
mundo globalizado como el actual, esto es, que protejan sus puestos de trabajo
y que el terrorismo no los afecte. Si la manera en que lo ha hecho, o si las
acciones tomadas van a ser efectivas a largo plazo, es algo que está por verse,
a la espera de sus posibles consecuencias; así, como si el Muro, convertido en el
símbolo del gobierno de Donald Trump, no es más que una barrera mental, en
lugar de una pared de concreto o acero.
Por lo pronto, las reacciones en contra, tanto de países como México,
uno de los más directamente afectados, así como de la Unión Europea, que además
de enfrentarse al reto que supone el
Brexit, deberá lidiar con el otro
“brexit”, el de Trump, en asuntos como la OTAN, donde el gobierno
norteamericano es el mayor financista, pudieran tener un giro favorable a sus
intereses, si ven en las políticas nacionalistas del incipiente gobierno
norteamericano, una oportunidad de oro para mirar a otro lado, buscando nuevos
socios y coaliciones.
Algo de ésto ya está sucediendo ahora mismo en México, donde opositores
políticos, medios y opinión pública en general, se han unido alrededor de su
presidente Peña Nieto, después de su decisión de cancelar su visita a Washington. Trump, en cierto modo, está haciendo que lo
que parecía imposible se dé.
También Alemania y Francia países
que lideran la UE, están conscientes de la necesidad de reaccionar frente al
eje anglosajón, fortaleciendo aún más la unidad europea mediante políticas
económicas y militares que aún estarían por definirse.
Pero quizás, la clave para entender toda esta locura desatada por el
presidente norteamericano, se encuentre en la respuesta que el vicecanciller
alemán Sigmar Gabriel le dio a la
deslavazada inquietud de Trump quien se quejaba insólitamente, como si
se tratase de una especie de
discriminación o de injusticia, en contra de su país, que en los EEUU
hubiese muchos autos alemanes y en Alemania no hubiese ningún Chevrolet: Si
Estados Unidos quiere ver sus
marcas en las calles europeas, solo hace
falta que fabrique mejores automóviles.
Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario