SAINETE EN CÁPSULAS
En el instante en que subió al tope de la nívea colina para iniciar su
participación, su corazón tamborileaba. Lo había logrado después de tantas
complicaciones y sería el momento más importante de su vida. Era el primero en
lanzarse de entre 156 esquiadores. Pero desde el mismo segundo en que comenzó
su recorrido, todo estuvo mal. Contaba con los suficientes arrestos para
enfrentar con temeridad la prueba, aunque ni siquiera conocía la nieve y de un
santiamén pasó del anonimato común de un hombre sin talento alguno, a una de
las más notorias, desdichadas y calamitosas actuaciones de las competiciones de
invierno.
El video de la transmisión parecía un programa cómico desfasado y sin
condimento creativo. El deportista aparecía con su gorro ajustado y el alma en
un hilo. Caí repetidamente y se levantaba con la catadura de estupor, de quien
osa irrumpir en lo indebido. Andaba a horcajadas como un pingüino asustado,
untándose de nieve en cada derrumbe repentino de los prolongados 10 kilómetros
que debía recorrer.
Se hallaba zarandeado por el temor de derribarse en la bajada y recibir
lesiones insostenibles, cual bebé que trata a destiempo de alcanzar sin
refinamiento el equilibrio y sólo consigue desplomarse.
Tal vez estamos despotricando de un soñador venezolano, quien sin
ostentar el privilegio del talento de esquiador, tuvo la singular gallardía de
participar en el Mundial de Esquí Nórdico 2017 en Finlandia, donde con claridad
dejó el entendimiento climático que en nuestro país tropical no se ha
practicado ni se desarrollará jamás este deporte.
Se llama Adrián Solano, quien pasará a la posteridad como un chinesco
fraude deportivo. Ha reconocido que nunca tuvo contacto con la nieve antes de
tan inusual actuación y ha llamado grandemente la atención mundial, pues nadie
antes ha tenido el valor y el descaro al mismo tiempo, para afrontar un evento
deportivo de tal envergadura, con tan enorme incapacidad y desconocimiento.
Su historia es peculiar desde el principio. Sin mucho aspaviento y sin
los convencionalismos gastados de la diplomacia, ya Francia le había deportado
previamente en enero, cuando el peculiar deportista trataba de ir a su campo de
entrenamiento en Suecia. Por el conocimiento evidente que en nuestro país
resulta casi imposible la práctica del esquí y, como territorio racional y
defensor de poner las cosas en su justo sitio, la nación gala lo devolvió al no
soportar ni un instante la fachada de engaño y la burla de quien pareciera
carecer hasta de la infanta experiencia de una patineta.
Dónde quedaron las marcas mínimas o el superar rigurosos eventos
clasificatorios para alcanzar un mundial. Quizá pongan de cabeza a los
organizadores de esta competencia, quedando tan bajo el nivel y sin argumentos
enciclopédicos, como para darle continuidad a su seriedad internacional.
Había algo de intrincado,
clandestino, escurridizo y de desconocimiento manifiesto del concepto del
ridículo. Pero algo quedó claro para los pasmados espectadores: todavía hay
alguien que puede deslizarse en un esquí con el orgullo torpe de la ignorancia
y por los pasadizos complicados de la demencia.
Tal vez los medios de comunicación lo conviertan en un ejemplo de
perseverancia o, simplemente, de irremediable tozudez. Ya muchos lo catalogan
como el peor esquiador de todos los tiempos. Lo cierto es que le ha llegado una
repentina fama, llamando la atención del mundo con el lamentable alegato de su
ineptitud deportiva.
José Luis Zambrano Padauy
jzambranopadauy@yahoo.com
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Zulia - Venezuela
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