Y UN POEMA
Desde
que partí de Maiquetía en una tarde de marzo del 2010, no he dejado de pensar
en Venezuela. Razones tengo para ello.
Primero están mis familiares queridos, mis
padres, hermanos, tíos, tías, y primos. En estos años desde un “exilio
voluntario”, se ha ido entre las nubes mi abuela y dos tíos, cosa, que llevo en
mi alma, pues aguardo el día que regrese a la tierra que me vio nacer, en
visitarlos en su memoria.
La segunda razón por la cual pienso en
Venezuela, es que no soy desagradecido por el suelo que pisé y anduve en mis
años de infancia y adolescencia, en donde viajaba en mi patineta, bicicleta y
jugaba en la cancha como todo aquel niño en una tierra de paz. Pero con el
tiempo esa tierra Venezuela, fue ultrajada y pisoteada por seres que juraron
amarla. Entonces ya un joven adulto, pensó en que necesitaba verla desde
afuera, para comprenderla, estudiarla, analizarla y defenderla por medio de la
palabra.
La tercera razón, que pienso en Venezuela,
es por aquellas personas que luchan día a día, por vivir en una tierra rica que
alimenta a un gobierno que día a día se hinchan de dinero en sus bolsillos,
mientras una población sucumbe en la búsqueda de alimentos, medicinas, luchar
por vivir, y sobrevivir en las manos de sus gobernantes. Pienso en todos los
estados del país, no solamente en donde nací y crecí, pienso en todos por cada
estado, es la historia de una nación que
se sujetó a un amo y señor, a una nación que dejó que surgieran, a una nación
que le entregó la tierra, la naturaleza y el mar, ahora esa nación Venezuela
gime y llora por salirse de esos “señores” que se enriquecen de ella.
Desde mi llegada a otra tierra, a otro
lugar, parecido pero diferente a donde nací, proseguí a ver a Venezuela, desde
afuera de ella, con la finalidad de comprenderla y quererla como debe ser.
Entonces entendí que nuestra especie
humana, está destinada a no cuidar los momentos buenos, sino a brincar la cerca
para apoderarse del botín, de ultrajar, de atropellar, de destruirse en un ir y
venir constante, porque Venezuela es “la mujer que deambula en la calle de la noche”, que simplemente la
piropean, la suben a un auto y la usan en un hotel.
Venezuela debe pasar a
convertirse en el castillo de los sueños, en el palacio de telas y finas
cerámicas, en el bosque fértil; pero para ello necesita, de gente sincera, de
hombres, mujeres, de cultura, educación, de ejes de transformación, de
pensamiento republicano, y no de cuarteles, bayonetas y fusiles. Es que eso debe quedar atrás.
Ahora que leo las noticias, y miro con
tristeza como la Venezuela en que nací se convirtió en la tierra de forajidos.
Pero, también entiendo que todo es cíclico, porque Venezuela siempre tuvo un
militar en el poder, entonces, sueño, y deseo, que vuelva el tiempo de un
verdadero demócrata en el poder, no de un hombre vestido de verde, que escupe a
sus ciudadanos. Por eso deseo que si algún día en Venezuela, cambia el gobierno
de turno, cambia la ideología que actualmente toma al país, deseo que el nuevo
presidente sea un demócrata, un liberal
un republicano, que recomponga la nación, pero que todos los ciudadanos
no volvamos a caer en el error de traer militares en el poder, de hombres que
sean cívicos- militar, de hombres que usan sus juguetes de carros de combate y fusiles, para
mostrarlos a la población. Deseo el inicio de una nueva república.
Pero ahora que veo las imágenes de los
acontecimientos de un gobierno que cada día se mantiene más y más, soy iluso a creer que venga un cambio,
pero también encuentro en mis sentimientos versos que debo decir con mis dedos,
para quienes colocan el pecho, para ellos les dedicó:
Somos
Somos hormigas amontonadas
que gritamos: ¡si se puede! ¡ si
se puede!
Somos voces frente a los
monstruos del bosque.
Somos hojas caídas, esparcidas
por el viento
pisadas por demonios
enloquecidos,
pero somos hojas renacidas en
manos de soñadores.
Somos los hijos sin padre.
Somos los arrebatados del
alimento.
Somos sin pan, sin maíz, sin
trigo,
sin monedas y billetes.
Sin alcancías, sin agua y luz.
Somos caminantes de zapatos
gastados
y pantalones rotos de miradas
traspiradas
y lágrimas en los ojos.
Somos buscadores de
medicamentos
en redes sociales, en radios,
en salvoconducto por
fronteras.
Somos heridos por el hombre
que sujeta la silla presidencial
por cómplices y amigotes
por hombres vestidos de verde
oliva
y por secuaces con balas y
gases.
Somos temerosos de los
temerosos.
Somos un mar, un rio.
Somos un pueblo que aborrece a
los mentirosos.
Somos las nuevas lunas.
Somos los nuevos soles.
Somos los únicos que podemos
buscar la libertad.
Moises Roberto Cardenas Chacon
viajesideral2@hotmail.com
@viajesideral
Argentina
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