Hemos visto con atención en los últimos días las propuestas de ayuda y financiamiento realizadas, tanto por el economista Francisco Rodríguez, presidente de la Fundación Venezuela por Petróleo, dirigida fundamentalmente a ayudar a los venezolanos en el exterior, así como la ofrecida por el presidente de la AN, Juan Guaidó para estimular a los trabajadores del sector salud, y también la solicitud hecha por los profesores de la UCV al Consejo Universitario para promover ayudas económicas en divisas para financiar a los agremiados mientras dure la crisis creada por la pandemia del COVID-19.
Según entiendo, y he leído de sus propulsores, todas comportan la posibilidad de alcanzar aportes por el orden de los 100 dólares mensuales, mientras dure la crisis.
La de Francisco Rodríguez, se refiere a la cancelación de 100 dólares (por familia) de quienes residen en el exterior; la de Juan Guaidó, de 100 dólares por cada trabajador del sector salud durante 3 meses, en medio de la pandemia del Covid-19, y en el mismo sentido, la Apucv solicita al Consejo Universitario de la UCV, el pago de 100 dólares para sus agremiados para paliar la crisis a ser cancelados con recursos del fondo de jubilaciones de los profesores, es decir, con sus propios recursos.
En nuestra opinión, todas son propuestas loables y creíbles, pues no son desproporcionadas y además existen los recursos para ello. Tienen un carácter humanitario indiscutible, y además son realmente justas. Creo además, que tienen el antecedente exitoso de la puesta en práctica por parte del gobierno de los Estados Unidos, de la ayuda a sus ciudadanos con cantidades muy superiores, debido al tamaño de su economía, evidentemente.
Todas están dirigidas a paliar la crisis producida en medio de la pandemia y la cuarentena forzada por ella, y en ese sentido las acompañamos como algo positivo.
No obstante, habría que concluir que si bien es cierto que los sectores mencionados están en condiciones precarias, y merecen ser protegidos ante la devastación producida por la crisis, no es menos cierto que también se encuentra desprotegido y en grado extremo el pueblo venezolano en su conjunto, toda vez, que las condiciones a las que ha sido sometido en estos 21 años de socialismo, lo llevan a ser víctima directa de las peores políticas económicas, y sociales, pero sobre todo, a sobrevivir en condiciones de absoluta precariedad con salarios de hambre, como jamás se ha visto en país alguno.
Por ello, nos preguntamos si para corregir estos entuertos que acaban con la vida de nuestros ciudadanos, es hora de sentarse a negociar una salida política para conjurar nuestra crisis?
Será posible que los sectores en pugna, oficialismo y oposición, entiendan que por encima de los intereses legítimos que ambos puedan tener, está el interés superior de preservar la vida de la ciudadanía hoy depauperada en grado sumo?
No hay en general prestación de servicios básicos, como agua, luz, internet, telefonía, vialidad, salud, alimentación, empleo, entre otros. El país está destruido por la acción deletérea del oficialismo en el poder; por lo tanto su responsabilidad es mayor obviamente.
Pero la oposición, vista su conformación y el apoyo internacional que concita, mucho puede hacer también para ayudar. Se trata entonces de una actividad que se puede realizar mediante un acuerdo, y entre todos los sectores comenzar por reconocerse mutuamente; eliminar distorsiones ¨institucionales¨ que afectan el desarrollo de planes concretos, y dedicar los esfuerzos a resolver este drama humanitario.
Se hace necesaria una transición sin la presencia de Maduro, ni Guaidó para resolver primero el drama socioeconómico. Luego habrá tiempo para atender la política mediante elecciones acordadas y supervisadas internacionalmente. Si se puede!
Román Ibarra:
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
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