Ya estamos en la recta final para hacer los cambios, o sustitución de candidatos para seleccionar a los mejores, con los cuales competir en condiciones contra los postulados del gobierno, que por cierto, son todos muy malos. Arrastran consigo, además de sus propios errores, los inmensos yerros y destrucción del gobierno del partido que representan a lo largo de 23 años ininterrumpidos en el poder.
Sin embargo, lo ocurrido hasta el presente en el seno de la oposición, más que dispersa, atomizada, pudiera ser la expresión de una mezcla de torpeza con odio, y terquedad. Si, es la persistencia en hacer lo que no se debe para permitir con ello –conscientemente- que los candidatos de Maduro arrasen con todo.
El sector denominado G4 (AD-Ramos/ Primero Justicia-Borges/ UNT-Rosales/ Voluntad Popular-López), lanza candidatos en algunos estados y municipios sin ningún chance de ganar, pero con intención de dividir, y con ello garantizar el triunfo del oficialismo.
Por su parte, los de la Alianza Democrática –con honrosas excepciones- tampoco han hecho todos los esfuerzos necesarios para promover la unidad necesaria, y por el contrario, participan del show del insulto y descalificaciones en las redes.
De los súper radicales no me ocupo en este capítulo porque su terquedad e insistencia en la abstención inútil, no deja resquicio para la racionalidad. Solo advertimos la preocupación que nos embarga por la división extrema de quienes antes unidos conformaron la organización que cohesionada tras un propósito, concitó la razón y emoción del electorado para derrotar ampliamente al gobierno en 2007, y 2015.
Intereses grupales, y personales; megalomanías y vanidades; políticas erradas e inconsultas; desprecio por la opinión ajena; engreimientos y egoísmos; banalidad y engaños, han sido las características de la política opositora desde que se les metió en el cerebro el ¨demonio colectivo¨ de la candidatura presidencial, luego del triunfo en las parlamentarias de 2015. Todos se sienten ungidos.
Se pusieron en carrera, sin saber caminar; quisieron masticar sin haber pasado por el tetero!
Lo cierto es que en su andar presumido y errático han dejado un reguero ruinoso, puros escombros de lo que pudo haber sido la más poderosa organización multipartidista; policlasista, y multiorganizacional en lo social para llegar a todos los sectores y rincones del país con un mensaje esperanzador y verdaderamente redentor para conquistar en buena lid, el fervor popular.
Hoy en la oposición somos una masa amorfa, desfigurada, desorientada, y sin liderazgo pedagógico, aparentemente sin destino.
Instituciones importantes para la democracia como lo fueron los partidos políticos, y el sistema electoral con la representatividad del voto, han sido desprestigiadas, y vulneradas por la recurrencia del llamado a la abstención sin propósito; por las guerras de unos irresponsables, y por la traición de la fe de la ciudadanía venezolana que otra vez confió sin resultados.
Recuperarlos hoy es tarea de suma importancia, pero requiere valentía; sinceridad; reconocimiento de los errores; arrepentimiento y enmiendas inmediatas para volver a comenzar y recuperar la confianza. No es tarea fácil.
Sin embargo, podemos salir con los mejores candidatos posibles y hacer una campaña en la que se promuevan las políticas públicas reales, y posibles de cumplir, en vez de las tradicionales campañas demagógicas que son la especialidad del gobierno.
Que la población sepa claramente como sus gobernadores, y alcaldes pueden presionar al gobierno nacional para la consecución de servicios en materia de salud; vialidad urbana y agrícola; electricidad; empresas hidrológicas; alimentación; emprendimiento, así como la realización de sus propias competencias legales, siempre evaluados por los órganos de contraloría social, y oficial, con rendición de cuentas.
Ampliar la democracia para minimizar el abuso de poder, y el cumplimiento del deber sin corrupción. Construir fuerza social suficiente para derrotar al peor gobierno de la historia republicana. Estamos en cuenta regresiva; se puede
Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario