miércoles, 28 de octubre de 2015

LUIS EDUARDO MARTÍNEZ HIDALGO, SAN RAFAEL ARCANGEL

A invitación del párroco de Barrancas del Orinoco, asistí a la misa conmemorativa por los 226 años de la fundación, por Fray de Joaquín Morata, de la Misión de San Rafael Arcángel, patrono de la capital del Municipio Sotillo del estado Monagas. Arribé casi a la medianoche del día anterior, tras una jornada extenuante que incluyó sesiones de trabajo con los candidatos a diputados circuitales de la entidad –Piero Maurum, María Gabriela Hernández, Juan Pablo García y Miguel Véliz- caminata en 1 de Mayo, visita casa por casa en Los Guaros y asamblea de vecinos en Colinas del Paramaconi, encontrándome con Larissa que en la semana cumplió su propia agenda como candidata a diputada por Delta Amacuro.

Con San Miguel y San Gabriel, San Rafael es uno de los tres arcángeles que, según las sagradas escrituras, sirven a Dios día y noche y en su caso particular se le otorga el carácter de sanador del cuerpo y del alma.

En cuanto a Barrancas, como me lo recordó su cronista Armando Coll, se afirma que es el asentamiento más antiguo del continente dado que su origen se remonta a mil años antes de Cristo –como testimonian piezas de la cultura barrancoide sometidas a prueba del carbono 14-. Documentos de la época, refieren que en Agosto de 1531, remontando el Orinoco en búsqueda de El Dorado, Diego de Ordaz se encontró con el poblado que pasaba de cuatrocientos bohíos, desembarcando para entrevistarse con el cacique Uyapari.

Un buen amigo, el Vicario de la Diócesis de Maturín, ofició la misa ante centenares de entusiastas feligreses que la siguieron con devoción; presentes se encontraban el Alcalde, los Concejales, líderes de las distintas organizaciones políticas, vecinos de todas las tendencias. En el momento de darse la paz, me resultó reconfortante ver a hombres tocados con gorras de Acción Democrática o jóvenes con franelas de Voluntad Popular abrazándose con barranqueños de camisa roja, alegres y sin distinciones. Ese es, pensé, el verdadero espíritu de la paz, el que debe prevalecer entre el pueblo venezolano, el que sin distingos de banderías partidistas nos hermane, el de una unidad superior.

Previo a las lecturas, una mujer que habló con muchísimo aplomo, advirtió sobre “la crisis económica y de valores” que nos afecta. Alguien ubicado detrás de mí, me sopló al oído: “Ella es una importante funcionaria de la Alcaldía” que, preciso, en el Municipio Sotillo copa el oficialismo. Muy bajo, le respondí: “a ella también le afecta la crisis como a la casi totalidad de los que alguna vez votaron por quienes hoy son responsable del estado de cosas que sufren los venezolanos”.

No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes en las humillantes colas para comprar migajas.

No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes ante el malandraje que mata, roba o secuestra sin piedad.

No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes cuando se cae la electricidad, no hay servicio de agua potable, no se consigue gas.
No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes frente a la inflación desatada –la más alta del mundo- ante la pulverización del bolívar, ante la imposibilidad de llevar completo el mercado a la casa o comprar los uniformes de los hijos para la escuela.

No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes con las medicinas que no se consiguen o en los hospitales colapsados.

No hay distingos entre oficialistas, opositores y/o independientes, en suma, frente al drama que viven por igual, las familias venezolanas, desesperanzadas y desesperadas.

Mi oración final, frente a la imagen de San Rafael Arcángel, fue de ruego porque sane las tantas heridas del pueblo venezolano y nos permita en paz y en unidad, emprender prontamente la ruta del progreso y el bienestar general.

Luis Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com

@rectorunitecve

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