Lo que siente el
régimen por los venezolanos, no es otra cosa que desprecio. El chavismo nació
así, subestimando al pueblo con el fin de engañarlo, someterlo y traicionarlo,
nunca pretendió trabajar por nosotros, solo obedecía a los Castro.
Tan parecido a lo
realizado por aquel dirigente alemán acomplejado, que en 1919 se unió al
Partido Obrero Alemán, denominado luego Partido Nacionalsocialista Alemán del
Trabajo.
Una vez elegido su
Führer (guía), difundió un mensaje de desprecio por la democracia, fomentando
el odio racial dentro de su pueblo y conduciendo a la Alemania de aquel
entonces hacia la destrucción. Arios del lado del gobierno y del otro
considerados “enemigos”… todos los demás.
Apenas ganar las
elecciones Chávez mostró su altanería y arrogancia, como todo ignorante era
soberbio y audaz. Se sintió fuerte, conducía a militares de mayor graduación
que él, no había llegado a General, pero que importa, él era un “vivo” y tomaba
atajos. Había llegado el momento de obtener lo que él consideraba su revancha,
había entrado al ejercito conducido por su hermano comunista para penetrarlo y
utilizarlo contra la patria, si no hubiera sido por tanto alcahueta del
ejército no hubiera soportado la disciplina militar.
Para ese entonces
un chofer de bus hacia lo mismo dentro de los sindicatos del transporte,
obedeciendo a su entrenamiento y a las órdenes castristas. Esos dos no
tardarían en encontrarse por disposiciones de Fidel.
Chávez comenzó
despreciando la Constitución Nacional, la misma que le había permitido obtener
un sobreseimiento de su juicio por intento de golpe de estado. Relancino, fue
sagaz para aprovechar la menor oportunidad de obtener beneficios, fácil de
palabra, la utilizó como arma, para engatusar a las masas y vilipendiar a sus
oponentes.
Si hubiese tenido
formación, quizás sus talentos hubieran sido utilizados en forma positiva, si
ciertamente era esa su intención, pero no pasó de palabras vacías y falsas, sus
actos demostraron sus verdaderas intenciones.
Mantuvo un doble
discurso, haciendo creer al pueblo que buscaba su bienestar, mientras realizaba
todo lo necesario para oprimirlo y hacerlo dependiente. Necesitó rodearse de
enanos mentales… para que nadie lo desobedeciera, aspiraba ser el sucesor de
Fidel y terminó molestando a Raúl.
Su sucesor mucho
menos inteligente, compensa su mediocridad con su total obediencia, no discute
ninguna instrucción que le dictan los hermanos Castro, no representa un peligro
para ellos. El desprecio por los venezolanos, se refleja en su indiferencia por
los problemas que sufrimos.
Indiferente al
dolor de las familias, poco le importa que bandas, colectivos y pranes nos
estén matando impunemente, responsabilizando a una supuesta conspiración
internacional que nadie le cree. Al contrario, todo el mundo se pregunta dónde
consiguen armas, balas y granadas los delincuentes, cuando en Venezuela no hay
dólares para importar nada, a excepción de los que consiguen chavistas y
enchufados.
Maduro desdeña y
menosprecia nuestra inteligencia, se inventa guerras, defiende narcos, sigue
endeudando al país. Continúa rotando a los mismos ineptos en funciones de
gobierno, quienes consideran “sabrosas” las desgracias que vivimos.
Menosprecia las
instituciones internacionales y gobiernos tradicionalmente amigos. Trata con
desaire las universidades… las ahoga, continúa destruyendo la producción
nacional tal como lo establece el proyecto de la Habana y ahora pretende
apropiarse de la única fuente nacional de alimentos que queda, La Polar.
Este régimen ha
desechado cualquier posibilidad de entendimiento, en realidad ni lo busca ni lo
desea. Se burla de nuestro dolor, del hambre, de la falta de medicinas y de los
repuestos necesarios para poder trabajar.
Es un régimen
sustentado en el desprecio a los valores, a la democracia y al respeto que
merecemos como seres humanos. Aborrece al venezolano, consciente que no lo
considera como tal, está en guerra contra todos, incluyendo a Diosdado al que
le teme y se prepara a eliminar, es necesario para seguir ejecutando los planes
dictados por los hermanitos caribeños.
Siente desdén hacia
todos nosotros, nos considera indignos, lo que se refleja en la ausencia de
reconocimiento y en una aversión profunda por los que luchamos por la igualdad
y la libertad. El desprecio que siente por nuestra gente lo lleva a considerar
tontos útiles y manipulables a los que lo acompañan y a negar la integridad de
los que lo rechazan.
Su desprecio es
similar al odio, pero implica un sentimiento de superioridad, nunca imaginó
controlar un país y sus fuerzas armadas, cuenta con ellas y con el fraude para
mantenerse mandando. Inclusive su falta de identidad lo lleva con amargura, a
maltratar a sus coterráneos colombianos.
Maduro no es más
que un oportunista, sus malabarismos intelectuales no bastan para justificar
los desastrosos resultados económicos de su gestión, sus excusas imaginarias no
convencen. La única explicación del fracaso, es la corrupción, la ineficiencia
y su compromiso con un modelo inoperante, impuesto por el gobierno cubano.
El venezolano no
aguanta más, está consciente que esta gente destruyó Venezuela, su economía, su
industria y su producción. Encima nos sumieron en la degradación moral y
profesional, esta ha sido un gobierno de corruptos, mediocres y
antidemocráticos.
Tienen miedo de
perder, conocen bien lo que han hecho y de que son responsables, lo mejor que
puede pasarle al País es salir de ellos. Solo así comenzaremos la
reconstrucción y el recuentro de todos los venezolanos.
El camino será tan
difícil, equivalente a la destrucción causada por ellos. 2015 ha sido el año
del dolor, el fin de una era oscura que nos separaba, donde se habían acabado
las ilusiones y donde hemos sobrevivido con grandes dificultades. Terminará
siendo el inicio de una esperanza, el 2016 lo concebimos con ilusión, porque
hemos recuperado la fe en nosotros mismos, de quien en definitiva depende
nuestro futuro.
Comencé estas
reflexiones recordando a un monstruo llamado Adolfo Hitler, el día que cumplía
56 años la fuerzas aliadas se encontraban a las puertas de un Berlín destruido.
Hitler no asume la derrota y sigue dando órdenes extravagantes desde su bunker.
Grita que debería haber fusilado a su Estado Mayor, por considerarlos
responsables del fracaso, pero no piensa firmar la rendición, prefiere
suicidarse y destruir Alemania.
Así son los
déspotas que desprecian sus pueblos, lo único que les importa son sus planes y
el poder
El nuevo país no
dependerá de ellos sino de nosotros, deberá transitar por vías creativas,
modernas y eficientes, dejar de lado senderos comunes. Las soluciones no pueden
encontrarse repitiendo recetas fracasadas, por eso se ha dicho que haciendo lo
mismo no se puede salir del error.
El desafío es
diseñar una plataforma común de emergencia, que atienda las cosas urgentes y
detenga el “desangre”. Comenzará por recuperar nuestra soberanía, a partir de
ese momento las decisiones se tomaran en Caracas y no en la Habana o Pekín.
Tendrá que aplicar
correctivos a tanta distorsión, devolver la institucionalidad, la seguridad
jurídica y el estado de derecho, necesitará funcionarios públicos honestos y
capacitados… Y diplomáticos de verdad que recuperen nuestra imagen
internacional.
Nelson
Castellano-Hernández
nelsoncastellano@hotmail.com
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