miércoles, 28 de octubre de 2015

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ. EL DESPRECIO CHAVISTA

Lo que siente el régimen por los venezolanos, no es otra cosa que desprecio. El chavismo nació así, subestimando al pueblo con el fin de engañarlo, someterlo y traicionarlo, nunca pretendió trabajar por nosotros, solo obedecía a los Castro.

Tan parecido a lo realizado por aquel dirigente alemán acomplejado, que en 1919 se unió al Partido Obrero Alemán, denominado luego Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo.

Una vez elegido su Führer (guía), difundió un mensaje de desprecio por la democracia, fomentando el odio racial dentro de su pueblo y conduciendo a la Alemania de aquel entonces hacia la destrucción. Arios del lado del gobierno y del otro considerados “enemigos”… todos los demás.

Apenas ganar las elecciones Chávez mostró su altanería y arrogancia, como todo ignorante era soberbio y audaz. Se sintió fuerte, conducía a militares de mayor graduación que él, no había llegado a General, pero que importa, él era un “vivo” y tomaba atajos. Había llegado el momento de obtener lo que él consideraba su revancha, había entrado al ejercito conducido por su hermano comunista para penetrarlo y utilizarlo contra la patria, si no hubiera sido por tanto alcahueta del ejército no hubiera soportado la disciplina militar.

Para ese entonces un chofer de bus hacia lo mismo dentro de los sindicatos del transporte, obedeciendo a su entrenamiento y a las órdenes castristas. Esos dos no tardarían en encontrarse por disposiciones de Fidel.

Chávez comenzó despreciando la Constitución Nacional, la misma que le había permitido obtener un sobreseimiento de su juicio por intento de golpe de estado. Relancino, fue sagaz para aprovechar la menor oportunidad de obtener beneficios, fácil de palabra, la utilizó como arma, para engatusar a las masas y vilipendiar a sus oponentes.

Si hubiese tenido formación, quizás sus talentos hubieran sido utilizados en forma positiva, si ciertamente era esa su intención, pero no pasó de palabras vacías y falsas, sus actos demostraron sus verdaderas intenciones.

Mantuvo un doble discurso, haciendo creer al pueblo que buscaba su bienestar, mientras realizaba todo lo necesario para oprimirlo y hacerlo dependiente. Necesitó rodearse de enanos mentales… para que nadie lo desobedeciera, aspiraba ser el sucesor de Fidel y terminó molestando a Raúl.

Su sucesor mucho menos inteligente, compensa su mediocridad con su total obediencia, no discute ninguna instrucción que le dictan los hermanos Castro, no representa un peligro para ellos. El desprecio por los venezolanos, se refleja en su indiferencia por los problemas que sufrimos.
Indiferente al dolor de las familias, poco le importa que bandas, colectivos y pranes nos estén matando impunemente, responsabilizando a una supuesta conspiración internacional que nadie le cree. Al contrario, todo el mundo se pregunta dónde consiguen armas, balas y granadas los delincuentes, cuando en Venezuela no hay dólares para importar nada, a excepción de los que consiguen chavistas y enchufados.

Maduro desdeña y menosprecia nuestra inteligencia, se inventa guerras, defiende narcos, sigue endeudando al país. Continúa rotando a los mismos ineptos en funciones de gobierno, quienes consideran “sabrosas” las desgracias que vivimos.

Menosprecia las instituciones internacionales y gobiernos tradicionalmente amigos. Trata con desaire las universidades… las ahoga, continúa destruyendo la producción nacional tal como lo establece el proyecto de la Habana y ahora pretende apropiarse de la única fuente nacional de alimentos que queda, La Polar.

Este régimen ha desechado cualquier posibilidad de entendimiento, en realidad ni lo busca ni lo desea. Se burla de nuestro dolor, del hambre, de la falta de medicinas y de los repuestos necesarios para poder trabajar.

Es un régimen sustentado en el desprecio a los valores, a la democracia y al respeto que merecemos como seres humanos. Aborrece al venezolano, consciente que no lo considera como tal, está en guerra contra todos, incluyendo a Diosdado al que le teme y se prepara a eliminar, es necesario para seguir ejecutando los planes dictados por los hermanitos caribeños.
Siente desdén hacia todos nosotros, nos considera indignos, lo que se refleja en la ausencia de reconocimiento y en una aversión profunda por los que luchamos por la igualdad y la libertad. El desprecio que siente por nuestra gente lo lleva a considerar tontos útiles y manipulables a los que lo acompañan y a negar la integridad de los que lo rechazan.

Su desprecio es similar al odio, pero implica un sentimiento de superioridad, nunca imaginó controlar un país y sus fuerzas armadas, cuenta con ellas y con el fraude para mantenerse mandando. Inclusive su falta de identidad lo lleva con amargura, a maltratar a sus coterráneos colombianos.

Maduro no es más que un oportunista, sus malabarismos intelectuales no bastan para justificar los desastrosos resultados económicos de su gestión, sus excusas imaginarias no convencen. La única explicación del fracaso, es la corrupción, la ineficiencia y su compromiso con un modelo inoperante, impuesto por el gobierno cubano.

El venezolano no aguanta más, está consciente que esta gente destruyó Venezuela, su economía, su industria y su producción. Encima nos sumieron en la degradación moral y profesional, esta ha sido un gobierno de corruptos, mediocres y antidemocráticos.

Tienen miedo de perder, conocen bien lo que han hecho y de que son responsables, lo mejor que puede pasarle al País es salir de ellos. Solo así comenzaremos la reconstrucción y el recuentro de todos los venezolanos.

El camino será tan difícil, equivalente a la destrucción causada por ellos. 2015 ha sido el año del dolor, el fin de una era oscura que nos separaba, donde se habían acabado las ilusiones y donde hemos sobrevivido con grandes dificultades. Terminará siendo el inicio de una esperanza, el 2016 lo concebimos con ilusión, porque hemos recuperado la fe en nosotros mismos, de quien en definitiva depende nuestro futuro.

Comencé estas reflexiones recordando a un monstruo llamado Adolfo Hitler, el día que cumplía 56 años la fuerzas aliadas se encontraban a las puertas de un Berlín destruido. Hitler no asume la derrota y sigue dando órdenes extravagantes desde su bunker. Grita que debería haber fusilado a su Estado Mayor, por considerarlos responsables del fracaso, pero no piensa firmar la rendición, prefiere suicidarse y destruir Alemania.

Así son los déspotas que desprecian sus pueblos, lo único que les importa son sus planes y el poder

El nuevo país no dependerá de ellos sino de nosotros, deberá transitar por vías creativas, modernas y eficientes, dejar de lado senderos comunes. Las soluciones no pueden encontrarse repitiendo recetas fracasadas, por eso se ha dicho que haciendo lo mismo no se puede salir del error.
El desafío es diseñar una plataforma común de emergencia, que atienda las cosas urgentes y detenga el “desangre”. Comenzará por recuperar nuestra soberanía, a partir de ese momento las decisiones se tomaran en Caracas y no en la Habana o Pekín.

Tendrá que aplicar correctivos a tanta distorsión, devolver la institucionalidad, la seguridad jurídica y el estado de derecho, necesitará funcionarios públicos honestos y capacitados… Y diplomáticos de verdad que recuperen nuestra imagen internacional.

Nelson Castellano-Hernández

nelsoncastellano@hotmail.com

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