A
la ya retadora frase según la cual “La Paz de la República depende de que el
Gobierno gane las elecciones”, Maduro le ha sumado otra que no es menos
provocadora y que lleva sin duda una intención intimidante: “Ganar como sea”,
la cual complementa anunciando un “Plan antigolpe”. Estas frases pueden ser
tomadas como simple apelación a un último recurso de retórica amenazante ante
la evidencia de la derrota electoral; es decir, pura fanfarronería, pero desde
esta tribuna preferimos analizar las cosas desde una perspectiva distinta.
Quienes las pronuncian tienen un talante comprobadamente antidemocrático y a
todos los mueve el deseo –y la necesidad- de aferrarse al Poder.
Con
base a esto último no podemos dejar de repetir que todo lo hecho en la frontera
tiene claras intenciones electorales. Tal y como advertimos en su momento, el
Estado de Excepción ha sido prorrogado por 60 días más y ahora extendido hacia
Amazonas, afectando ya a cuatro estados del país. Esto obliga a los candidatos
de esos sitios a hacer una campaña llena de restricciones, y a más de un millón
de electores a tener que ir a votar bajo suspensión de garantías. Esta jugada
tiene como evidente propósito influir en el resultado limitando el margen de maniobra
de la oposición.
Por
otro lado, se profundizan los ataques con granadas a diversos puestos
policiales y otros sitios. No hay ninguna duda de que una mano roja debe estar
detrás de ello, pues no hay otro proveedor de granadas en el país que no sea el
Gobierno y sus cuerpos de seguridad. Por supuesto, el oficialismo dice que es
la ultraderecha en despliegue de acciones terroristas, pero como bien dice la
canción de Pedro Navaja: “Tos saben que es policía”.
Los
dos ejemplos anteriores, sumados a la persecución política, el manotón para
asegurarse el control absoluto del TSJ y la negativa rotunda a no traer
observación internacional seria y confiable, vienen a colación para que nunca
se nos olvide que quienes nos gobiernan no tienen escrúpulos y por tanto son
capaces de hacer lo que sea para mantenerse en el Poder. Esto no sólo obedece a
la típica vocación totalitaria de la izquierda retrógrada, sino también a la
convicción de que fuera del Poder no sólo pierden sus privilegios y fuentes de
riqueza, sino que su propia libertad individual estaría comprometida, dado el
enorme prontuario que cada jefe rojo rojito acumula a estas alturas, tras 16
años gobernando sin frenos y con absoluta impunidad.
Ahora
bien, para hacer algo no sólo hay que querer sino también poder hacerlo. El
Gobierno ciertamente tiene el control institucional del país y no se para en
artículo, pero al menos tres muros de contención pueden evitar que el “como
sea” se traduzca en una orden fatal que lleve al país a un intento de arrebato y
a una ola de violencia.
El
primero es la firme decisión del electorado de hacer valer su deseo de cambio.
Si ocurre lo que asoman las encuestas, lo que se avecina podría ser una
avalancha de votos a favor de la alternativa democrática, que es el mejor antídoto
contra las triquiñuelas. El segundo es la actitud decidida de la dirigencia
política y la estructura electoral que estará en los centros. Que quede claro
que se está dispuesto no sólo a defender cada voto en las mesas, sino también
la victoria en la calle si es necesario. La tercera y última está sobre los
hombros de las FAN, quienes deben entender que su rol no es partidista sino
institucional, y que su máxima misión es velar porque el proceso se desarrolle
con normalidad y permitir que el pueblo se exprese libremente, acatando el
resultado y haciendo respetar la Constitución.
El
oficialismo que no se prepare a “ganar como sea”, sino a perder de manera
estrepitosa como nunca antes les había tocado. Perder es parte del juego
democrático. No es cierto que la Paz de la República dependa de que el PSUV y
sus aliados ganen las elecciones. Depende es de que acepten su derrota y que
asuman que serán minoría en la nueva AN.
Cipriano Heredia S.
cipriano.heredia@gmail.com
@CiprianoHeredia
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