Nos acercamos a uno
de los procesos electorales más delicados de la historia contemporánea
venezolana.
El chavismo como
opción política no está acostumbrado a perder elecciones. A estas está llegando
con una clara desventaja, según lo indican las encuestas más serias. El 6 de
Diciembre y días sucesivos podrían ser protagonistas de situaciones
complicadas. Las cosas se pueden enredar.
Cuando en los países
latinoamericanos se presenta la posibilidad de conflictos como este, enseguida
la mirada se dirige hacia el estamento militar. ¿Cómo reaccionarían los
militares de producirse un enfrentamiento entre dos bandos que se adjudican la
victoria? ¿Qué pasaría si uno de ellos claramente gana y el otro decide no
reconocer?
Un viejo proverbio
chino dice: “Cuidado con lo que pides porque se te puede hacer realidad”.
Antes de llegar
Chávez, por varios años escuchamos de muchos venezolanos, algunos muy
influyentes, pontificar acerca de la necesidad de que Venezuela tuviera de
Presidente un militar. Una cachucha, pues. “Para poner orden y enfilar el país
hacia el progreso”, decían. Quizá rememoraban la época de Pérez Jiménez.
Lo cierto es que el
gobierno militar llegó. Y lo hizo a través de un carismático oficial retirado
que para más, siendo activo, había intentado un golpe de Estado.
Durante los últimos
17 años, los venezolanos hemos “experimentado-padecido-gozado-sufrido” lo que
es un gobierno de militares. Son incontables los ministerios y organismos
públicos manejados por militares, en todas sus escalas.
Hemos tenido una
intoxicación de militares en el poder.
¿Cuál ha sido el
resultado? Está a la vista.
El régimen
militarista de Chávez, seguido por el de Maduro, son los peores gobiernos que
ha tenido Venezuela en toda su historia republicana. Nunca se había visto tanta
ineficiencia, ineptitud, corrupción, desorden, falta de transparencia, pésimos
servicios públicos, economía destruida, inflación incontrolable, instituciones
derrumbadas, pobreza y, probablemente lo más grave, total pérdida de valores.
Hoy en Venezuela, la relación
del sector militar con los civiles no vive su mejor momento. El civil no ve con
buenos ojos al militar venezolano. El país añora un gobierno de civiles.
Estoy convencido que
dentro de los componentes de nuestra Fuerza Armada Nacional, la FAN (la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela en ninguna parte habla de FANB) existe
una gran mayoría de oficiales con valores y pensamiento democrático . Eso que
llaman “institucionales”. Sin embargo, han prevalecido los criterios y acciones
de unos pocos para enlodar a todo el sector castrense.
Muchos piensan que
los militares deben regresar a los cuarteles. Y mantenerse allí. A realizar las
tareas que les son adjudicadas por la Constitución: “La Fuerza Armada Nacional
constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política,
organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la
Nación…”.
A defender, pues, la soberanía nacional, que bastante descuidada y
maltrecha está.
Los tiempos por venir
son una gran oportunidad para la reivindicación de los de verde. Estas mismas
elecciones lo son, de hecho, a través de un plan que debería ser eliminado a
futuro: el “Plan República”. Porque es a los civiles a quienes nos toca
resguardar un proceso netamente civil como son las elecciones democráticas en
un país.
De la manera como se
conduzca la Fuerza Armada Nacional en estas elecciones puede depender que el
país se mantenga en paz y que los vientos democráticos soplen de nuevo para que
retomemos el rumbo hacia el progreso y la prosperidad.
O que Venezuela entre
en una espiral de violencia cuyas consecuencias nadie quiere imaginar.
Bernard Horande
bhorande@gmail.com
@bhorande
@APlumazoLimpio
Miranda - Venezuela
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