El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria. Winston Churchill
La suprema felicidad que otorga nuestro socialismo hablachento e
ineficiente se consigue sólo en las interminables y cotidianas colas para
conseguir los alimentos y los bienes esenciales. En las colas el pueblo es
feliz sentencian sin más los cómodos y arrojados dirigentes socialistas que no
han hecho ninguna, porque todo lo tienen a granel, se lo llevan a domicilio en
camioneta blindada o vehículo oficial, y hasta en avión o yate.
El pueblo llano, el ciudadano de a pie, el hombre o mujer del común, por
el contrario, debe soportar sol, calor, humedad, lluvia, y hasta balas y peinilla, para
obtener limitadamente lo necesario para comer, sanarse o asearse. Felices son
cuando llegan a casa con un pollo, dos paquetes de Harina Pan, un kilo de
arroz, un litro de leche, pañales para el niño, granos, pasta o la medicina que
desde hace días y noches buscan
infructuosamente en farmacias vacías, en estanterías que dan pena.
Nuestro socialismo del siglo XXI detesta, abomina, odia la abundancia por capitalista e
inhumana: cada quien según su necesidad reza la vieja monserga marxista; pero
las necesidades son distintas, según se sea enchufado, dirigente
revolucionario, diputado oficialista, ministro o cabeza de un poder nacional;
éstos necesitan más productos y mejor calidad, a diferencia del campesino, del
obrero o del oficinista que debe conformarse con muy poco, con demasiado poco,
con lo que consiga.
Vergüenza grande y honda sentimos los súbditos bolivarianos cuando
contemplamos, hacemos, sufrimos, sudamos, maldecimos y mentamos madre en la
cola del supermercado, de la farmacia o de la panadería para obtener un
producto falsamente regulado en precio y limitado en número.
Así no se debe gobernar y menos ofrecer suprema felicidad: el hambre, la
escasez, la penuria, la miseria, la
privación, los estantes vacíos, el irrespeto de la dignidad humana no pueden
ser la base del progreso deseado y la seguridad anhelada. Nuestros dirigentes
socialistas, atrincherados en sus decimonónicas concepciones de la Economía,
han convertido a Venezuela en una Patria sin país, en un hazmerreír universal,
en un pésame reiterado, en una condolencia de todos aquellos que nos comentan,
¡No puede ser! ¡Increíble lo que ocurre en Venezuela!, porque se les hace
impensable concebir que esta otrora Tierra de Gracia sea ahora de Desgracia
Hecha en Socialismo del siglo XXI.
En justa revancha - porque lo que
es igual no es trampa – pocos y limitados serán los votos que nuestros
depredadores y nocivos socialistas conseguirán el 6D.
Enrique Viloria Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
Salamanca - España
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