Nos acercamos al final de una campaña electoral
rara, muy distinta a todas aquellas de cuanta memoria tenemos. Lo único claro y
definitivo, es la voluntad de cambio que se ha apoderado de la inmensa mayoría
de los venezolanos. Donde mayormente se siente ese sentimiento es entre los más
pobres, entre los desamparados, entre quienes viven al borde de la muerte y la
desnutrición. Allí está la mayor decepción, la enorme frustración de esos
compatriotas que de buena fe apoyaron a Chávez, se hicieron los locos ante la
mayoría de sus desmanes y llegaron hasta a aceptar a Maduro como su sucesor, a
pesar de la enorme diferencia entre uno y otro. No son para distinguir entre
bueno y malo, entre el mejor y el peor. Ambos resultaron pésimos gobernantes,
aunque distintos para la percepción del común.
El próximo 6 de diciembre no se logará cambiar el
gobierno. No debemos crear falsas expectativas al respecto. Tampoco se
solucionarán, como por arte de magia, los gravísimos problemas de la nación.
Pero será un paso largo y definitivo hacia la democratización del país, su
reinstitucionalización y el final de esta etapa deplorable de la historia
contemporánea.
Ojalá y a eso que llaman el “alto gobierno
cívico-militar” de la revolución, no se le ocurra apelar a las artimañas
clásicas de los dictadores uniformados o no, cuando los pueblos se pronuncian
en su contra mediante el voto. Sería peor para ellos no entender que se acabó
la tragicomedia que vivimos. Ya es común ver a ciertos gobernantes,
especialmente a sus entornos íntimos, tendiendo puentes y desarrollando
acciones para tapar la basura que los acompaña y ponerse a buen resguardo ante
lo que pueda venir. La historia de los testaferros y prevalidos a la hora de las chiquitas,
siempre ha sido la traición a quienes deben todo. Algo de eso empieza a
suceder.
Nuestro compromiso es con los principios
fundamentales de la democracia y el respeto a una Constitución que, a pesar de
necesitar reformas urgentes y profundas, consagra esos principios. Desde esta
perspectiva invitamos a todos los compatriotas en defensa de la voluntad
general del pueblo para iniciar formalmente una transición que ya empezó. El
momento es propicio para que ese alto gobierno cívico-militar, empezando por
quien ilegítimamente ejerce la presidencia, renuncie en pleno y facilite el
proceso de cambio.
El mundo entero los está observando. En Venezuela,
somos demócratas. Lo demostraremos con o sin elecciones.
Oswaldo Álvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
Desde El Puente
Rafael Urdaneta
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