Uno de los errores más garrafales cometidos
por la oposición durante el largo enfrentamiento al régimen chavista ha sido no
concurrir a las elecciones parlamentarias de 2005. Las explicaciones abundan.
Algunas parecen muy contundentes. Sin embargo, ninguna justifica esa ausencia
que nos llevó a quedar durante cinco fuera del principal foro político del
país. En 2010 el desbarro se corrigió. Acudimos a los comicios legislativos y
ganamos la votación popular. Las fuerzas opuestas o distintas al chavismo
obtuvieron casi 52% de los votos. El gobierno quedó en minoría.
El CNE se anticipó a esos resultados
adversos, a pesar de que Hugo Chávez vivía. Previamente había diseñado unos
circuitos a la medida del régimen. En aquellos lugares donde se preveía que los
rojos podían ganar, situados en pequeñas ciudades y localidades rurales, redujo
el número de votos que debían obtener los candidatos del oficialismo para
quedarse con las curules. En cambio, en los sitios dominados tradicionalmente
por la oposición -centros urbanos y urbanizaciones de clase media- se
incrementó el costo de cada diputado. La confección de los circuitos llevó a
que la oposición, aun siendo más grande que el oficialismo, no obtuviese
la mayoría de los escaños. La ventaja
obtenida no fue suficiente para modificar la composición de la Asamblea
Nacional.
El gobierno se quedó con 98 de los 165
diputados de la Cámara, 59.39%. Se
rompió el principio de la proporcionalidad con la anuencia del CNE, órgano
encargado de velar porque la Constitución y las leyes electorales se cumplieran.
¿Podría ocurrir algo semejante el próximo
diciembre? El CNE es el principal aliado
con el que cuenta el gobierno para adulterar la voluntad de los electores. Se
refugió en el Censo 2011 para volver a distorsionar los circuitos. De nuevo el
croquis pintado busca favorecer al oficialismo. Esta meta no podrá lograrla si
la gente sale a votar masivamente y el enorme descontento popular que registran
todos los sondeos de opinión, se expresa en las urnas electorales.
En este caso no habrá deformación que valga.
Podría ocurrir que al oficialismo le salga el tiro por la culata y que las
trampas de las que se ha valido, a través de su obediente delegación en el CNE,
terminen por afectarlo, pues podría suceder lo del año 2010, pero exponenciado
porque la brecha existente entre la alternativa democrática y el Gobierno es
abismal. En los comicios de 2010 las encuestas indicaban cifras bastante
parejas. Algunas empresas daban ganador
al oficialismo por un estrecho margen. Ahora hay unanimidad entre las
encuestadoras, incluidas las que trabajan para los rojos: el gobierno está
desacreditado y la aversión a Maduro aumenta con el paso de los días. La
inflación, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad persona y el
deterioro de los servicios públicos los pulverizaron.
Maduro busca salidas desesperadas para tratar
de reducir el impacto de la caída. Anuncia aumentos de sueldo ventajistas que a
los pocos días son devorados por la inflación, decreta reducciones compulsivas
de los precios de los bienes sin tomar en cuenta su costo real de producción o
importación, amenaza con golpes de Estado y formación de una junta cívico
militar, responsabiliza a los empresarios de la debacle. Ninguno de estos
ardides le funciona porque la incompetencia, la desidia y la corrupción han minado la credibilidad del jefe de Estado
y su equipo. Frente al caos del país, y luego de 17 años de estar gobernando
sin contrapesos institucionales y con gigantescos recursos financieros, no
existe excusa que valga. El proyecto que él encarna fracasó, y de forma
estrepitosa.
La alternativa democrática tiene que
prepararse para cogobernar con la camarilla que mantiene el control de las
instituciones del Estado. La cohabitación no será sencilla. Podrían producirse
confrontaciones con el TSJ, especialmente con la Sala Constitucional. Este
choque no es inevitable. En 1999 hubo un giro intempestivo de la antigua Corte
Suprema de Justicia (CSJ) que favoreció a Hugo Chávez, cuando le aprobó el
llamado a la Constituyente, apenas unas semanas después de haber ascendido a
Miraflores. Algo similar podría ocurrir en 2016.
Trino
Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Miranda
- Venezuela
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