La confusión
ideológica transmutada en atraso, ignorancia y venganza està haciendo aguas al
proyecto de revolución “sui generis” que pretendió instaurar el caudillo de
Sabaneta de Barinas.
No se preocuparon por
el fondo ni la forma. Ni siquiera revisaron en la aplicación de las fuentes
originales que sirvieron de sustento a las revoluciones de Europa y Asia.
Si tan solo hubieran
paseado por el metro de la Rusia Socialista, por sus universidades y museos,
por sus servicios y la dotación y suministro de bienes, se hubieran percatado
del orden, disciplina, seguridad, alimentación y progreso.
Así que decidieron
que el socialismo visto desde las concepciones de pico, pala y machete, como si del manual de Juan
Camejo se tratara, era la vía política y económica para Venezuela.
Así la ignorancia y
la incapacidad fue el néctar donde saborearon las designaciones de los altos
funcionarios públicos. Nada más efectivo que colocar al frente de las
instituciones camaradas reñidos con el conocimiento y el progreso.
La meritocracia, como
señaló alguna vez el profesor Aristóbulo, es una concepción pequeña burguesa y
en consecuencia hay que erradicarla. La teoría del Buen salvaje ,de la que
tanto había alertado el escritor e historiador Carlos Rangel como la
responsable del subdesarrollo latinoamericano prendió en la mente de ese
populista que fue Hugo Chávez y de allí hacia la nomenclatura sobre la que
descansa el régimen.
De esta verdad, debilidad,
se aprovecharían los rusos, chinos,
árabes, América Latina toda y los pequeños países del CARICOM. Nada más
terrible para Venezuela que un ignorante con la botija llena.
De afuera y de
adentro cientos de miles se dedicaron al saqueo de las riquezas y mire que lo
lograron. Hoy son muchos las naciones
que exhiben grandes obras realizadas con
dinero de los venezolanos; autopistas hospitales, aeropuertos, viviendas,
represas, universidades, centrales eléctricas, y petróleo regalado o a lochas.
Y mientras estos países pueden mostrar al mundo crecimiento y estabilidad acá,
el dueño de las riquezas se fue quedando cada vez más empobrecido y más solo.
Sucedió lo que tantas veces pasó con nuestros boxeadores, que cuando se hicieron de fortuna y fama no supieron administrarla y hoy deambulan por las calles cual mendigos, viviendo del recuerdo de un pasado glorioso, efímero que pudo ser distinto si solo se hubiera tenido mejor formación humana y académica y asesores y representantes honestos.
Hoy somos el hazmerreír
del mundo. Chávez fue nuestro mejor boxeador, el más aclamado, el más conocido
y el más irresponsable, pues dilapidó la más grande fortuna que nación alguna
haya manejado en toda su historia, fortuna que no le pertenecía, que solo podía
administrar pero de la que tarde o temprano tenía que rendir cuentas a los
dueños legítimos de esa montaña de dólares, nosotros los venezolanos.
El tiempo o la
historia, como usted prefiera de manera implacable inicia el cobro de esa
irresponsabilidad, la economía se derrumbó, se secaron las arcas, los amigos ya
no quieren andar con quien no les brinde y el proyecto de la pala, pico y
machete se desvanece ante la necesidad histórica de rescatar la honestidad, la
meritocracia y la capacidad intelectual.
Se agotó el tiempo,
Venezuela ya decidió que esta película llegó a su fin, y bien sea desde
adentro, del seno mismo del proyecto o desde otros factores políticos surgirá
quien le ponga el END a esta revolución que dejó para el recuerdo aquellos
tiempos en que éramos felices y no lo sabíamos
Juan R. Aguilarte T.
panchoaguilarte@hotmail.com
@P_aguilarte
Anzoategui - Venezuela
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