Mucho agradecemos a
“El Nacional” que nos ofrece este
espacio semanal para emitir con toda libertad opinión acerca de los asuntos que
preocupan al colectivo venezolano , especialmente en lo que atañe a lo
internacional que es hacia donde nos lleva nuestra vocación. Eso es pues lo que
tratamos de hacer sábado a sábado procurando opinar de la mejor buena fe lo
cual no significa ni pretende equivaler a falta de posición ni a carencia de
pasión por la lucha en pro de la democracia para nuestra patria.
En la medida en que nuestro ánimo lo permite
procuramos unir el comentario con alguna
reflexión de tono positivo aun en los momentos en que tal cosa sea mas cuesta
arriba. Solemos conseguirlo.
Pero hoy, ante el pisoteo inmisericorde de la
voluntad popular, de la Constitución, de las instituciones y de todo cuanto de
valor aun pueda quedar en la política, este opinador confiesa con hondo pesar a
sus lectores que ha llegado al punto en que
casi provoca tirar la toalla
cuando observamos la burla que desde el mas alto tribunal de la República se
pretende imponer al colectivo.
Naturalmente nos referimos a la aceptación en
tiempo record de los recursos en contra de la proclamación de un numero de
diputados suficiente como para alterar la mayoría de dos tercios obtenida por
la oposición en las elecciones del 6D. Solo basta con ver a Maduro en youtube
explicando como es que el PSUV fue quien empató pero no pudo acreditarlo por
las trampas efectuadas por la MUD.( Ver
http://www.noticierodigital.com/2015/12/maduro-la-compra-de-votos-de-la-oposicion-fue-vulga/
)
Desde hace casi diez días se veía venir la maniobra
según la cual la Sala Electoral del TSJ abría subrepticiamente el despacho para
recibir las impugnaciones. Primero afirmaron que ello no era cierto pero como uno no nació ayer ya olíamos que cuando
el río suena es por que piedras trae. Así ocurrió para complacencia de pocos y
vergüenza de muchos. Una Sala Electoral constituída por magistrados suplentes y
otros apenas juramentados hace menos de una semana recibe, tramita y decide un
recurso en horas otorgando una medida cautelar destinada a torcer la voluntad
popular.
No conocemos a los señores magistrados que con
tanta velocidad decidieron un caso super relevante para el devenir nacional.
Seguramente que ahora demorarán meses y
meses para decidir sobre el fondo del asunto mientras los parlamentarios
afectados permanecen en un limbo jurídico aun habiendo sido ya debidamente
proclamados por el CNE antes tan
elogiado por quienes hoy lo protestan.
Sí conocemos al recién estrenado magistrado y ponente Cristian Zerpa quien fue
nuestro alumno en el Postgrado de Derecho y Política Internacional en la UCV
hace apenas pocos años cuando ya él era diputado por el Estado Trujillo por el
oficialismo como lo siguió siendo hasta
el día en que lo eligieron para el TSJ obviando el requisito constitucional de
la no afiliación política. Cristian y el suscrito mantuvimos entonces largas y respetuosas discusiones de derecho y
de política. Este columnista llegó a preguntar al hoy ponente como era que un joven
(por que lo es) con estudios, buena formación política y aparente
moderación pudo haber elegido enrolarse en las filas de una tolda que ya para
entonces asomaba con claridad su vocación antidemocrática. El diputado Zerpa
fue aventajado alumno y así se lo reconoció quien esto escribe. Hoy lamentamos tener que invocar la frase del
Libertador que afirmaba que “el talento sin probidad es un azote”.
Ante un cuadro de atropello a la juridicidad, la
razón y la democracia como el que estamos presenciando es obvio que no es este
ni el momento ni el lugar para abordar sesudas argumentaciones jurídicas .
Otros ya lo están haciendo con brillo y razón. Quien esto escribe confiesa que
está poseído por un disgusto de tal envergadura que atenta contra la
posibilidad de mantener la condición académica pero –pese a ello- aun hacemos
esfuerzo por no caer en posesión de los sentimientos mas primitivos del ser
humano. Sabemos que en esta rabia por frustración e impotencia estamos
acompañados por muchos, muchísimos, conciudadanos. Estamos claros también en saber que el tema,
cuya importancia es crucial para la convivencia nacional, ni es ni será objeto
de indignaciones colectivas ante el atropello a la Constitución como pudiera
serlo alguna medida que redujera las colas para comprar comida, la inseguridad o el precio de la harina de maíz precocida
que son asuntos que preceden en el imaginario colectivo a eso de la pugna entre
los poderes del Estado o la amnistía a los presos políticos.
Lamentamos sinceramente arrancar el 2016 con este
tono de decepción cuando lo tradicional y/o “políticamente correcto” es comer
las uvas, echarse unos palos, comenzar el ano nuevo pisando con el pie derecho
y proclamar votos de felicidad y prosperidad, pero creemos que las
circunstancias que vive la patria no son precisamente las que pudieran inspirar
los deseables buenos augurios.
Adolfo P. Salgueiro
apsalgueiro1@gmail.com
@apsalgueiro1
Internacionalista
Miranda - Venezuela
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