De cierto modo, la presencia de esas esculturas
jugaba un papel en mi sensualidad que me incitaba a estudiar con mayor empeño
el cálculo diferencial y a descifrar los insondables lineas de la geometría
descriptiva. En mi caso, las teorías de Freud se cumplían cabalmente. Mi
sensualidad, esos deseos de hacer el amor con la hembra más bella me impulsaba
a realizarme, a buscar el dinero y el poder.
Las teorías socio económicas de mis amigos
marxistas de la universidad, se estrellaban contra el hecho consumado que las
aspiraciones de clase del hombre, no provenía de una relaciones de producción,
sino del simple y universal deseo de aparearse con la mujer y para ello se
requiere de la admiración y el reconocimiento que da el dinero y el poder. Por
eso y solo por eso, tal vez me gradué de Ingeniero Mecánico con buenas notas en
Cálculo y Mecánica Racional.
Para los que creen que el IQ mental está en
relación directa con la inteligencia y la habilidad matemática, es porque no
han experimentado los agudas necesidades de la líbido en busca de su propia
realización. Más vale una libido erguida y orgullosa en los vericuetos
sensoriales de la mente y el poder del raciocinio, que un IQ flácido
representado por una cifra onerosa.
Es necesario admitir que los deseos sexuales
impulsan a los humanos al estrellato. El propio Marx estaba derrotado si creía
que el hombre estaba limitado a ser un ente de trabajo atrapado en las redes de
las relaciones de producción. Freud demostró que el ser humano era pasión,
sexo, caricias, realización sexual del hombre y la mujer en la loable búsqueda
de la continuación de la especie. Es decir la vida atropelló a Marx, a quien le
creció la barba, mientras su mujer languidecía esperando que algo no tan
voluminoso como el Capital, acariciara sus sueños de mujer.
La prueba más fehaciente de la validez de Freud
sobre las teorías de Karl Marx lo constituye la famosa carta que Marx
envía a su amada amante Jenny von
Westphalen el 21 de Junio de 1856. En ella escribe:
Querida mía:
…”De nuevo te escribo porque me encuentro solo y
porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas,
ni puedas contestarme. Por más malo que sea tu retrato, me sirve perfectamente,
y, ahora, comprendo por qué hasta las “lóbregas madonnas”, las más imperfectas
imágenes de la Madre de Dios, podían encontrar celosos y hasta más numerosos
admiradores que las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras
imágenes de madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta
veneración y enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que si bien
no es lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso,
encantador y “dulce” rostro que parece haber sido creado para los besos. Te
veo, te siento toda delante de mí, como de carne y hueso, el falso y vacío
mundo se forma una idea superficial y equivocada de las personas…
Mas adelante Marx se queja que sus enemigos lo
hayan tildado de “primer galán de un teatro de segunda categoría” porque esa
carta vio la luz pública en un periódico de la época, aunque le confiesa a su
amada que en realidad si es un galán aunque “Si esos canallas tuvieran siquiera
una gota de sentido del humor, habrían garrapateado en el anverso “relaciones
de producción y cambio” y en el reverso me habrían dibujado postrado a tus
pies,
Romántico Carlos Marx. Repito: “Te escribo porque
me encuentro solo y porque me apena charlar contigo sin que lo sepas, ni me
oigas, ni puedas contestarme.. Parecido a un poema de Neruda.
Esta carta es un reconocimiento de que más podían
las teorías Freudianas en el comportamiento humano, que las teorías fallidas de
Carlos Marx sobre el capital y el
trabajo. Lo que impulsaba a Carlos Marx a escribir esa larga perorata que produjo
tantos locos en el mundo, era ni más ni menos que sus inhibiciones sexuales por
una mujer a la que poseyó quizás pocas veces en la oscuridad de su estudio, a
escondidas de su esposa y con la cual “hablaba a solas a la luz del quinqué y
el humo del tabaco”…
Lo más revelador sin embargo es cuando menciona que
sus enemigos se burlan diciendo que podría “valer como primer galán en un
teatro de segunda categoría” debido a esta carta que salió al escarnio de la
opinión pública y donde el dice que deberían colocar en la foto “relaciones de
producción y cambio” sobre el corpiño de ella, refiriéndose posiblemente al
cambio que logró su amante sobre su persona por cuanto produjo una hija y en el
anverso dibujarlo a él rendido a los pies del útero de su amada- sin duda
alguna dueña de la relación de producción de hijos e hijas que su amigo Engels
tuvo que mantener. Esta carta es la prueba categórica que Marx escribía
impulsado por una pasión sexual que lo consumía. Si después de estas
vehemencias pasionales no escribía los voluminosos legajos del Das Kapital,
habría tenido que masturbarse tantas veces como besos le daba al retrato de su
amada.
Hector De Lima
hectordelima@gmail.com
@venecolombo
Miami - Estados
Unidos
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