La instalación de la
Asamblea Nacional, en mi criterio, lo más relevante que nos ha traído, es el
rescate del foro de discusión política que todos los países democráticos deben
tener. Allí se dirimen las controversias políticas, reconociendo la pluralidad
de pensamientos y construyendo los necesarios consensos que apuntalen el
desarrollo de nuestro país.
En la sesión
inaugural se sentaron las bases del futuro parlamento, tales como el acceso de
los medios de comunicación social; respeto de las barras hacia los diputados;
ponderación de quien conduce el debate frente a las intervenciones de los
asambleístas. Todo esto se traduce en recuperación de la majestad del
parlamento, rumbo que se había perdido en los últimos años.
En cuanto a las
actuaciones grupales e individuales, considero que la de los parlamentarios de la alternativa
democrática estuvo sobria y relativamente ajustada a lo que se espera de una
bancada seria y democrática. El nuevo presidente, haciendo gala de su
experiencia y técnica parlamentaria,
adquiridas a lo largo de su vida en el antiguo congreso, eludió de forma
acertada las zancadillas de los diputados “opositores”. Utilizo exprofeso el
término “opositores” para calificar a los oficialistas, con el único objeto de
recordarnos a todos los venezolanos que a partir de ahora se invirtieron los
papeles, en cuanto al Poder Legislativo
se refiere.
La actuación de la
bancada chavista no trajo nada que no conociéramos: El reclamo de respeto a
unas normas parlamentarias que ellos se pasaron por debajo del bigote, cuando
prácticamente echaron de sus curules a los diputados María Corina Machado,
Richard Mardo y Maria Mercedes Aranguren.
Un diputado extraído
casi que de la Guerra Federal, a quien le estamos muy agradecidos por simbolizar lo que debemos
superar como país, Pedro Carreño, mintió, como de costumbre, para que le
concedieran la palabra y además volvió a utilizar un lenguaje indigno de su
investidura. Héctor Rodríguez, representante de la nueva generación de
chavistas, joven con buen verbo, bien entrenado en el arte de la marramucia, se
dedicó a, y parece que esta será su función, entorpecer la labor del conductor
del debate.
En suma, allí están representadas dos de las tres tendencias del país. La alternativa democrática, con una visión más o menos clara de lo que quiere y necesita Venezuela para salir del atraso en que nos han sumido y, la otra, con una concepción ideologizada y dogmática de la realidad, persuadida de que la ignorancia y la pobreza son las materias primas que soportan su revolución. ¡Que Dios nos ampare!
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación
Independiente
@alvareznv
@beanavas
Caracas - Venezuela
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