martes, 29 de marzo de 2016

JOSÉ TORO HARDY, UNOS BAILAN TANGO Y OTROS BAILAN SOBRE UN TUSERO

A partir del año 2000 comenzaron a subir marcadamente los precios de los commodities (materias primas): El petróleo, el hierro, el acero, el níquel, el estaño, el cobre y también los productos agrícolas como el trigo, la soya y muchas otras.

 Cabalgando sobre el precio de las materias primas llegaron al poder simultáneamente  varios gobernantes populistas. Seguían directrices  que habían sido trazadas 10 años antes desde el Foro de Sao Paulo en 1990.  Los protagonistas de aquel entonces habían sido Fidel y Lula. Lucían derrotados cuando la historia vino en su auxilio bajo la forma de un aumento inesperado de los commodities.
 Bajo esa circunstancia llega a la presidencia de Venezuela un líder que cambió el rumbo del país: Hugo Chávez.
 Fue visto como un mesías por las izquierdas del mundo. Los recursos del petróleo venezolano comenzaron a fluir hacia los creyentes en las directrices del Foro de Sao Paulo y los herederos del comunismo. Llegaron también a Podemos en España.
 Los primeros grandes beneficiados fueron  Fidel y Lula, pero también Kirshner (Néstor y Cristina), Evo, Fernando Lugo, Correa, Ortega y otros.
 No comprendieron que el aumento de las materias primas era pasajero. Durante los años de la abundancia nadie se preocupó mucho por guardar las formas. Los gobiernos que surgieron en esos años, se vieron plagados por increíbles casos de corrupción.
 Me viene a la memoria un poderoso empresario que me comentó acerca de las vagabunderías que estaban ocurriendo en Brasil, donde firmaban multimillonarios contratos. Me dijo: "Hemos aprendido a  movernos exitosamente en medio de toda esa porquería sin que la 'mierda' (sic) nos toque"
 Pues bien, los hechos vinieron a demostrar que no habían sido tan hábiles como creía y que la porquería realmente los había embadurnado.
 Tan grande fue el porqueriero que la corrupción está dando al traste con el populismo "lulaputiense". Algunos de sus más importantes ministros están en prisión, al igual que muchos empresarios.  El propio Lula está en riesgo.
 Su pupila, la presidenta Dilma, vino en su auxilio y le ofreció una cartera en su gabinete para darle un cierto grado de inmunidad. Al hacerlo pareciera haberse atado un yunque al cuello en medio de las aguas de un mar encrespado. El destino de ambos parece ser el de hundirse juntos en esas aguas, en las cuales centenares de miles de brasileños, si es que no millones, salen a la calle a pedir un impeachment.
 Quienes hasta ahora lucían como aliados irrestrictos de su gobierno, ya no lo son. Ante el clamor popular algunos partidos comienzan a dejarlo. Ese es el caso del PMDB que -con sus 70 diputados en el Congreso- está abandonando el barco. Eso puede conducir a un efecto dominó en el cual otros partidos sigan el mismo ejemplo y el gobierno sucumba al impeachment. Hoy Dilma no cuenta con los votos para impedirlo.
 Lo cierto es hay vientos de cambio en toda Latinoamérica. Una nueva tendencia está surgiendo en esta parte del continente. El primer exponente es Macri, que representa el polo opuesto de los populismos que surgieron al amparo del súper ciclo de los commodities.
 Sería iluso pensar que ese tsunami se va a quedar solamente en las costas de Argentina y Brasil. Viene avanzando hacia el norte y ya tuvo algunos efectos en Bolivia, frenando las ambiciones reeleccionistas de Evo.
 En Venezuela, desde luego, las primeras  olas crecidas llegaron a las playas el 6D, permitiendo que la MUD controlase las 2/3 partes de la Asamblea Nacional. Al gobierno no le quedó otro recurso que aceptar los resultados, para inmediatamente comenzar a neutralizarlos a través de acciones inconstitucionales de los otros poderes. Pero a esos señores les tengo una mala noticia. No hay nada ni nadie que pueda enfrentar la fuerza del tsunami social que se les viene encima. Lo de Brasil luce imparable y después le toca a Venezuela.
 Quienes sí parecen estar claros son los Castro. Ya saben que les está llegando su hora menguada. Saben que el petróleo venezolano ya no alcanza para mantenerlos a flote. Saben que sin Chávez, ni Lula, ni Kirshner, ni Dilma, el rumbo de su revolución va a cambiar. Ni cortos ni perezosos voltearon la mirada hacia quien hasta ahora consideraban su mayor enemigo: el imperio.
 El presidente Obama les dispensó una visita y parece haberse robado el corazón de los cubanos. Y no bien abandona el Air Force One el espacio aéreo de la isla, otro símbolo del capitalismo aterriza en Cuba: los Rolling Stones.
 Qué cosa más grande, mi hermano. Tantos años de revolución y prédica comunista y resulta que ahora la música que cautiva en el mar de la felicidad es el Rock y las dos figuras más populares son Obama y el Papa.
 Nada hay más elocuente que unas imágenes, ni nada resume mejor lo que está pasando en el continente que dos bailes que ocurren al mismo tiempo. El primero de ellos lo vimos en la Argentina:  Obama bailando tango. El segundo está ocurriendo en Brasil: Dilma y Lula bailando sobre un tusero.
Jose Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy
Miranda - Venezuela

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