Sin amenazar con
sacudones, revolcones y cuanto movimiento brusco pasará por la mente de Maduro
para hacer sentir falsamente la reciedumbre de su gobierno, al fin, se presentó
ante el país y luego de unas cuantas latosas horas pasando repaso de discursos
anteriores, recordando motores que finalmente no arrancarán, el presidente
anunció, suponemos que tembloroso y sudoroso, una serie de medidas que
descansaron en alguna gaveta más de dos años.
Etiquetar las medidas
de neoliberales o no tiene poco sentido. No importa que no las impusiera el
FMI, las tomó por recomendación de ellos o de otros, teniendo presente que en
cualquier eventualidad se pudiera acudir ante el organismo. Sí la revolución ha
de sobrevivir que importa una ayudadita del mismo diablo.
No ha debido ser
fácil. Cuántas veces practicaría ante el espejo “...y se amentará…”, “…y se
devaluará en…” Lo cierto es que luego de muchas amenazas al fin afloró algo de
valor, no mucho pero algo.
Desde los tiempos de
Caldera II no se había ajustado el precio del combustible, cerca 20 años con
los precios anclados. El recuerdo del mal llamado Caracazo atemorizan a los
altos jerarcas rojos. El aumento de todas maneras luce incongruente: por un
lado, hay un aumento de la gasolina de 91 octanos a un precio que está por
debajo del valor de producción y, por otro, la de 95 octanos sextuplica su
precio de producción. Acaso se estará insinuando la eliminación en el corto plazo
la gasolina de 91 octanos, es la pregunta que ronda por todos lados. Es de
suponer que el muy nervioso Maduro en su papel de estadista olvidó mencionar el
nuevo precio del diesel que también se vende por debajo de su precio de
producción.
No se fue a una sola
banda cambiaria y mantendrán dos: una, para los amigos del régimen, que se
establece en 10 Bs. por dólar, lo cual sigue siendo un gran negocio, business
are business, y, la otra, de libre flotación que arrancará en 200 Bs. por
dólar, cuya facilidad de acceso será la misma que tienen los pacientes
oncológicos a sus medicamentos.
El show debe
continuar y para coger un respirito Maduro les ofreció a quienes menos ganan un
aumento que, entre sueldo y ticket, llegaría a los 24 mil bolívares. Así es, algo
menos de novecientos bolívares diarios para que el grupo familiar pueda
desayunar, almorzar, cenar, vestirse, pagar servicios, educación, en fin, un
gran ingreso para un país inexistente.
Las medidas son
insuficientes, no van muy lejos y sus resultados serán muy tibios, sobre todo
cuando se tiene un gobierno cuyo máximo conductor no exhibe las cualidades
necesarias para que la confianza se establezca plenamente y los factores
económicos dispongan de la seguridad de que sus esfuerzos no correrán la suerte
de aquellos que apostaron por hacer de Venezuela un país productivo.
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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