El papa Francisco
sigue deslumbrando al mundo con su magisterio
El mundo está enfermo
y la receta para curar al mundo de todas sus enfermedades está en el Evangelio.
Si tan solo
siguiéramos las enseñanzas que se derivan del Evangelio, el mundo ofrecería un
panorama completamente diferente. Y el papa Francisco es la voz más autorizada
para predicar la Buena Noticia a la humanidad dolida en el mundo contemporáneo.
Si tan solo
siguiéramos las enseñanzas del Evangelio, los venezolanos seríamos más felices
y también los mexicanos y el mundo entero sería un testimonio de justicia, de
paz, de armonía y de felicidad.
Desde México el Santo
Padre nos ha hecho un dramático llamado a “abrir los ojos” frente a la
injusticia de una sociedad “de pocos y para pocos”. Este llamado lo hizo en una
misa ante más de 300.000 personas en un suburbio pobre en la periferia de
Ciudad de México.
El Papa llamó a
recuperar la alegría y la esperanza y a “sacarse las ropas del cansancio, de la
apatía, de la desconfianza”. Nos recordó que la Cuaresma es el tiempo litúrgico
para ajustar los sentidos y abrir los ojos frente a tantas injusticias que
atentan directamente contra el sueño y el proyecto de Dios.
Ecatepec, que así se
llama el suburbio donde habló el Papa, está inmerso en la inseguridad
cotidiana, como Venezuela, y ha sufrido numerosos asesinatos de hombres y
mujeres. Los habitantes de ese suburbio sufren un calvario cotidiano, de varias
horas, como ocurre en tantos sitios de nuestro país, para trasladarse a sus
lugares de trabajo o para comprar los bienes y servicios que necesitan para
sobrevivir.
Dijo el Papa en su
homilía que el sueño de Dios “está continuamente amenazado por el padre de la
mentira, por aquel que busca separarnos, generando una sociedad dividida y
enfrentada”. Como ocurre entre nosotros.
Propuso
“desenmascarar las tentaciones de la riqueza, la vanidad y el orgullo, y
advirtió que la riqueza conseguida adueñándose de los bienes que son de todos,
tiene sabor a dolor, amargura y sufrimiento.
Criticó la búsqueda
de prestigio con base en la descalificación constante de los que no piensan
como uno.
Pero, sobre todo,
habló de la alegría y de la esperanza que se derivan del Evangelio. Es lo que
queremos y necesitamos los venezolanos, recuperar la alegría y la esperanza.
Seguiremos
conversando.
Eduardo Fernandez
efernandez@ifedec.com
@EFernandezVE
Miranda - Venezuela
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