“La pluma es un fiel instrumento para transmitir con libertad los sentimientos sinceros. La primera de todas es la opinión pública” Simón Bolívar
Bien lo señala el editorial del diario El Nacional, el
pasado jueves, cuando afirma que” Lo que ha hecho este gobierno forajido con el
periodismo venezolano, no tiene nombre ni antecedentes en la historia de este
país”. Y ciertamente, a uno como periodista y a los miles de lectores de los
diarios afectados por la guillotina del patíbulo oficialista, nos invade una
tristeza e impotencia de ver a un medio impreso como El Carabobeño, nacido el 1
de septiembre de 1933, con 82 años a cuestas, y que había soportado las
cruentas dictaduras de Juan Vicente Gómez y de Marcos Pérez Jiménez, parar su
rotativa un jueves aciago como el de la semana pasada, por culpa de un régimen que se precia y
predica ser amante de los derechos humanos, libertad de expresión y de prensa.
Un estigma para un gobierno que se ufana de ser
democrático y respetuoso de los derechos humanos y sociales, pero que en su
desenfreno muestra las garras de una dictadura que viola sin empacho alguno
hasta la propia Constitución Nacional.
Compungido por esta situación el presidente editor del diario, Eduardo
Alemán manifestó que” “300 trabajadores
del diario amanecemos con una inmensa tristeza y angustia, pues pese a haber
realizado todas las gestiones con la Corporación Maneiro, no se atendió nuestra
solicitud y por tanto no se nos otorgó el papel que se requería para seguir
circulando. Fueron 15 años que veníamos
sufriendo un sinfín de agonías”. A todas luces, se trata de la censura e intimidación del régimen hacia la
prensa independiente.
Pero allí no para el asunto. La justicia roja rojita
condenó a 4 años de prisión al director del “Correo del Caroní”, David Natera
Febres, por la publicación de informaciones relacionadas con casos de
corrupción de CVG Ferrominera Orinoco, durante el año 2013. Estamos en
presencia de un atropello a la libertad de expresión perpetrado por un régimen
totalitario, socialista y comunista, para el cual los medios y los periodistas
somos agentes de propaganda política, y lo más grave, hasta de conspirar contra
el gobierno. Esta torpe acción, que no solo coarta a libertad de expresión y el
derecho de la ciudadanía de estar debidamente informada, ha sido objeto del
repudio general de una mayoría del país,
la cual muestra su solidaridad con los diarios El Nacional, Tal Cual,
Correo del Caroní y La Patilla.
La tozuda intemperancia del régimen llega a extremos
impensados para con los medios de comunicación social, que por el solo hecho de
publicar informaciones que dibujan la realidad de todo cuanto acontece en el
país, utiliza subrepticiamente métodos propios de gobiernos dictatoriales al
negarles a diarios como El Nacional, El Impulso, El Carabobeño y otros cuantos
más de provincia, el abastecimiento de papel a través de una corporación que
lleva el nombre de un conocido hombre de izquierda, que seguros estamos, en
vida se hubiese opuesto a esta patraña, que a la luz de los acontecimientos
marca más aún a Venezuela como país forajido, en el que se vulneran todos los
derechos ciudadanos.
Ya en el escenario internacional, vale decir ONU, OEA,
CDHH, Comunidad Europea y otros tantos, existen denuncias contra el régimen de
Venezuela, sobre la violación de la carta magna y de los derechos humanos, y
del salvaje atropello de que han sido víctimas mujeres y hombres que ejercen la
profesión, a manos de delincuentes disfrazados de defensores de la revolución
bolivariana, que no pierden ocasión para hacer alarde de su valentía con armas
de guerra, que lucen a la vista de la Guardia Nacional, CICPC, Policía
Bolivariana y demás cuerpos de inteligencia.
Denunciar es encarar con valentía, distinción y coraje,
para desnudar la verdad sin desdibujar imágenes o lacerar la dignidad de
personas e instituciones, públicas o privadas. Nuestro país que tanto se
preciaba de ser el paraíso y mina de recursos en general, enfrenta situaciones
que desdibujan su imagen, como consecuencia de la descarada corrupción, falta
de alimentos y medicinas, desempleo, galopante inseguridad, represión contra
quienes enfrentan las políticas del régimen, ineptitud, incapacidad y
negligencia en el manejo de la cosa pública, amén de la grosera descalificación
que expone al escarnio público a hombres y mujeres, que se empeñan en dar al
traste con esta horrible pesadilla.
La Venezuela maravillosa revestida de paz y de bonanza,
de pronto se ha visto severamente comprometida y afectada con tantos escándalos
y exabruptos, algunos de los cuales fueron denunciados hace mucho tiempo, pero
que gracias a la actitud cómplice de
quienes detentan el poder aún no ha sido corregidos, pese a que en el propio
seno del partido de gobierno, quien fuera Ministro de Economía, Jorge Giordani
denunciara en cierta ocasión, que empresas de maletín habían obtenido más de 24
mil millones de bolívares. A esto se suman otras tantas denuncias, que desde antes
de fallecer el autor de la debacle económica, social y política que estamos
viviendo los venezolanos, algunos medios de comunicación la hicieron pública.
Las respuestas de quienes se dicen ser víctimas de estas denuncias que las
califican de difamación, jamás se dieron a conocer y por el contrario dejaron
en evidencia una descarada complicidad e impunidad, pues tomaron el atajo de
acallar dichas acciones fraudulentas mediante cobardes acciones, propias de
seres viles.
A diario se escuchan tópicos que marcan el avance del
siglo, de las ciencias, de los caminos de la excelencia, del exterminio de la
corrupción, de la implementación de la tecnología y sin embargo, contemplamos
en nuestro país como pretenden acallar temerariamente, a quienes solo cumplen su
sagrado deber de informar oportuna y verazmente, en su afán de sacar a la luz
pública verdades y realidades que molestan e indisponen a quienes se enseñorean
con el poder. Se ha tornado cotidiano, que el insulto y descalificación sea el
arma de guerra, de tal manera que desde Maduro, el Presidente de la Asamblea
Nacional y unos alabarderos del periodismo que utilizan la señal del canal,
otrora de los venezolanos, en supuestos
programas de opinión (¿), insultan a su libre albedrío a quienes adversan al
régimen.
Esta torpe reacción de los oficialistas enchufados en el
poder, se puede interpretar como su poca o ninguna actitud de tolerancia, para
confrontar y afrontar los juicios basados en el compromiso que tenemos los
periodistas, de fiscalizar y comprobar hechos de corrupción con dineros del
erario nacional, y que al verse descubiertos pretenden convertirse en víctimas
y niegan a toda costa las barbaridades que han cometido, desconociendo por
antonomasia que quienes ejercemos el periodismo, somos unos trabajadores
sociales al servicio del colectivo y que
es nuestra ineludible obligación defender sus intereses, y por tanto denunciar
lo corruptible, lo corrupto y al corruptor.
El régimen acusa a los medios independientes de estar
aliados con sectores golpistas, y para ello utiliza los inmensos recursos del
estado, y financia medios impresos, radioemisoras y televisoras para con el
pretexto de “combatirlos”, mantener un inmenso poder mediático, con los que
hace alarde de supuestos logros, siempre con el marcado tinte populista y
demagógico en sus mensajes. Para colmo, y haciendo alarde de su extremada
“convicción democrática” ordena la prohibición de salida del país a 22 editores
y periodistas, y les niega el suministro de papel a través de la Corporación
Maneiro, a diarios independientes, algunos de los cuales en los estados Monagas, Táchira, Lara y
Portuguesa, no circularán durante la semana santa, para ahorrar papel.
Son procedimientos que se reflejan en el estado de ánimo
de los venezolanos, que no solo los repudian, sino que los consideran violentos
por no entender y valorar la libertad en toda la acepción de la palabra. Maduro
y su régimen, se ufanan de que en el país se ejerce una libertad de expresión
sin límites ni sanciones, pero al mismo tiempo condena y persigue a quienes
manifiestan su repudio, demostrando de esta manera su talante autoritario, pues
usa la ley para su provecho y se torna inmune e impune ante ella.
Si observamos que a lo largo de estos 18 años las
libertades públicas han sido menguadas, comprenderemos sin duda alguna, que en
nuestro país un régimen autoritario y
dictatorial, se niega a admitir el
ejercicio de la libertad de expresión y la libertad de prensa.
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del
Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
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