La experiencia en
todas partes y en todos los tiempos enseña que cuando emergen movimientos
regeneradores, cuya bandera esencial es "la lucha contra la
corrupción", hay gran riesgo de que se pierda todo. El resultado de su
acción termina en los fracasos del pobrediablismo, como Venezuela entre 1993 y
1998, o la destrucción de la vida civilizada por grupos hambrientos de poder
brutal, como Venezuela a partir de 1998. La historia universal de "los
puros" es siniestra, dolorosa y mete a todos en un callejón sin salida.
Ser enemigo de la corrupción es simpático, justo, moralmente encomiable (¿quién
podría estar en contra?). El problema nace cuando los puros que llegan al poder
no se limitan a modificar lo único sobre lo que tienen competencia, la
administración pública, sino que pretenden intervenir la moral y las costumbres
de la gente.
Calvino en Ginebra
prohibió la música y los colores vistosos, porque "incitaban al
pecado" y en la Cambodia socialista fusilaban a quien hablara francés o
usara anteojos. Un turiferario actual dice que el gobierno no tiene porqué dar
dólares para viajes de placer. Los puros en el poder han pretendido controlar,
regular, punir, no los delitos, sino la desviada naturaleza humana y para eso
buscan el poder total (siempre contra los demás, mientras ellos practican toda
forma de corrupción). Quieren regir los viajes, el bienestar de los sentidos,
lo que se come, la ingesta de alcohol, el largo de las faldas, el escorzo de
los escotes femeninos, el uso de tintes. Los puros han sido una grave amenaza
para la civilización democrática. Roma atacó con saña las diversas sectas
judías, entre ellas los cristianos iniciales.
La guerra económica
Insólitos
predicadores sin mucho sentido de la realidad, odiaban por corrupta la sociedad
romana que cobijó sus exilios, y la amenazaban paradójicamente con un final de
sangre y fuego cinematográficos. No entendían sus relajadas costumbres, sus
estatuas con mórbidas formas humanas, su erótico politeísmo en el que el vino y
el sexo eran nada menos que deidades, Baco y Eros. Con esa prédica frenética
despertaron la fiera romana, un furioso y sanguinario exterminio, una ofensiva
que casi logró desaparecerlos. Importantes opinión makers del Imperio, Minucio
y Cornelio, entre otros, los acusaron de adorar una cabeza de burro y en sus
rituales violar niños para luego devorar su sangre y carne, practicar sodomía
entre hermanos, padres e hijos, sexo colectivo, maleficios.
Falsearon así el
ágape, la comida ceremonial y comunitaria eucarístíca. En campañas feroces se
produjo la primera masacre contra cristianos en Lyon 177. Cuando se volteó la
tortilla y Teodosio hizo al cristianismo en 380 religión oficial, la Iglesia
utilizó las mismas acusaciones, ahora contra los que la señalaban a ella de
corrupta. Eso se prolongó hasta después de la Edad Media en la larga etapa de
persecución a la herejía y la brujería. En Italia del siglo XVI, el divino
Miguel Ángel pertenecía a un grupo de conspiradores criptoluteranos, los
Spirituali, antagonistas de la corrupción en la Iglesia, pese a que siempre
trabajó para el papado. Esta militancia dejó para la historia de la política y
de la cultura varios hechos sorprendentes. A cualquiera le timbra que la virgen
luzca más joven que Cristo en la Piedad de El Vaticano y eso había sido un
misterio pasado por alto.
Madre joven
Pero en 2006
descubrieron semidestruida en algún rincón la maqueta en arcilla de la obra. En
ella, detrás de la figura femenina y el Cristo yacente, aparece Eros ¿Y qué
hace la lujuria entre madre e hijo? Algo tan absurdo y discordante hizo que los
estudiosos comenzaron a pensar que la juvenil Virgen María podría ser más bien
Magdalena. Naturalmente las autoridades eclesiásticas cuestionaron aquel boceto
y el maestro tuvo que llevarlo a su forma final, en la que dejó el rostro
juvenil como clave. Otro episodio. Varias décadas después, en una de las más
grandes cosas hechas por el hombre, el fresco de la Capilla Sixtina, Miguel
Ángel plasma un enorme retrato del Papa Medici, Julio II, quién le contrató la
obra, pero detrás de él un querubín le hace pícaramente a Su Santidad lo que
llamaríamos "la seña del pulpero". Como si fuera poco, en el segmento
de la expulsión del Paraíso, a Eva la presenta sorprendida por Dios en
intimidad no reproductiva con Adán.
Ganar el papado
Los Spirituali de
Miguel Ángel estuvieron a punto de ganar el papado. Su candidato era el
cardenal inglés Reginald Pole, pero lo derrotó por un voto la Contrarreforma,
Gian Pietro Garaffa, futuro Pablo IV. Como consecuencia varios miembros del grupo
huyeron y a Miguel Ángel le quitaron el sueldo. El nuevo Papa quiso devastar el
fresco, aunque al final se transó por pintar púdicos velos a los desnudos. En
sus últimos momentos de vida, el maestro quemó sus cartas y dibujos, previendo
el allanamiento que se produjo. Lo enterraron en secreto en Florencia.
Paradójicamente la Contrarreforma es el triunfo del espíritu medieval de Lutero
alzado contra el sensualismo de la Iglesia renacentista, que por su efecto
vuelve a la represión, la imposición de la pureza. Derrotado el ánimo liberal,
ganaron por un tiempo la hoguera, la Inquisición y la muerte.
Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
El Universal
Caracas - Venezuela
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