Hay un problema en la
oposición que tiene que ver con el manejo de las expectativas
Bajo mi perspectiva,
hay un problema en la oposición que tiene que ver con el manejo de las
expectativas.
Si chequeamos la historia, conseguimos que las fuerzas opositoras
que enfrentaron a Chávez consideraron que era conveniente construir la matriz
de opinión de que eran una fuerza mayoritaria frente a un chavismo que sólo
permanecía en el poder por su control institucional, el fraude, la trampa y su
fuerza bruta. La evidencia indica que no era cierto. No sólo por los resultados
electorales que siempre favorecieron al chavismo con brechas muy amplias,
improbables de lograr sólo con manipulación electoral, sino porque las
encuestas indicaban que la mayoría de la población los respaldaba. Entiendo que
un candidato en campaña no va a salir al ruedo diciendo que va a perder. Pero
haber construido la matriz de que la oposición era mayoría, sin serlo,
funcionaba como motivador previo para mantener la esperanza, pero luego se
convertía en una bomba de frustración y desesperanza.
El balance de fuerzas
cambió después de la muerte de Chávez. Maduro fulminó parte de su herencia en
apenas un mes de campaña. Sin entrar en el detalle caliente de la calidad de la
elección, los resultados mostraron un país dividido en dos (poquito para acá o
para allá), pero luego de varios años de crisis severa, los resultados
parlamentarios muestran ahora la reversión del apoyo popular y el soporte
mayoritario a la oposición. Eso es un salto cuántico. Es una oportunidad de oro
para las fuerzas del cambio y permite predecir que más tarde o más temprano
llegarán al poder. El tema es cuándo. Estos procesos no tienen por que ser tan
cortos. Podrían tomar incluso tantos años como los necesarios para llegar a la
próxima elección presidencial o a lo mejor es mañana.
Así como en la época
donde era minoría, la oposición tenía la necesidad de hacer creer que era
mayoría, ahora que sí lo es, parece necesitar decir que eso significa que el
cambio es ya, sólo cuestión de meses, construyendo una sobre expectativa que
definirá la evaluación que de ella hará la gente después.
La realidad es que
ser mayoría significa que la oposición es la fuerza favorita para ganar las
elecciones que vienen, pero no que podrá enmendar la Constitución sin que la
pare el TSJ. No quiere decir que va a lograr una renuncia voluntaria del
presidente, como Emparan, y tampoco que una renuncia presionada por conflictos
inducidos sea posible o termine en manos de quien la promueve y no del sector
militar. Es más cercano, sí, un triunfo refrendario, pero de nuevo esa vía pasa
por los bloqueadores del CNE chavista, de la Sala Electoral chavista y de la
posibilidad de que el gobierno convoque a la abstención y nos enfrentemos a la
primera elección donde el voto no será secreto y la capacidad de
amedrentamiento se amplificará exponencialmente. Finalmente, esto tampoco
significa que si el país explota en el medio de la crisis sea la oposición la
que tenga la capacidad de capitalizar la anarquía, pues no es ella quien
controla la fuerza, las armas, los medios, el liderazgo ni la institucionalidad
del país.
No estoy diciendo que
el futuro está cantado y que nada puede cambiar. En política eso sería una
estupidez. Pero sí estoy diciendo que la verdadera potencia de la oposición,
siendo ahora ciertamente mayoritaria, sigue siendo electoral. Es donde tiene su
mayor fuerza. Es lo que la articula y la une. Si todas las otras estrategias se
diseñan y presentan con el objetivo de provocar esa elección, bingo. Pero
venderle a la población una expectativa de cambio distinta y radical puede ser
de nuevo motivante a corto plazo y una provocación al aplauso fácil. La
pregunta es: ¿qué pasará... si no pasa?
Luis Vicente Leon
luisvleon@gmail.com
@luisvicenteleon
El Universal
Caracas - Venezuela
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