lunes, 29 de febrero de 2016

CESAR GUILLEN CITTERIO, LA GERENCIA PRIVADA Y LA ADMINISTRACION SOCIALISTA.

La diferencia entre el empresario Lorenzo Mendoza y la lacra de los llamados Boli-empresarios  amparados por fedeindustria convertida en corredora de dólares de cadivi, es más que evidente. Hoy Venezuela se está alimentando gracias al esfuerzo de este venezolano y de todos los trabajadores de ese conglomerado industrial, por demás muy querido y respetado entre las clases populares.

Mientras tanto la legión de parásitos revolucionarios, sin preparación y llenos de ambición y de resentimiento, han destruido la mayoría del parque industrial nacional, sin mencionar la quiebra de las gran Industria pesada venezolana como la CVG y  PDVSA.  Solo se han apropiado de los recursos públicos, dando muestras de fortunas insólitas y viviendo en la opulencia que tanto criticaban.

Los hijos de los trabajadores y de los  sindicalistas que tristemente se prestan a salir en las propagandas elaboradas por los cubanos y el grupito castro-comunista del gobierno, se siguen desayunando al igual que todos ellos gracias a Lorenzo Mendoza y a Empresas Polar. El desabastecimiento que en la actualidad se produce en Venezuela no es por la naturaleza ni por ninguna guerra económica.

Este fracaso económico está fundamentado por los rígidos controles con base a políticas económicas primitivas, donde imperan la corrupción y las extorsiones y que han sido impuestos en la mayoría de los casos de forma arbitraria e ilegal. Desarrollar una industria nacional vigorosa, democrática y productiva, libre de controles ilegales y extorsiones es imprescindible en lo inmediato.

Es el valor del trabajo, la más acertada ideología en una sociedad moderna. El inversionista privado o particular sea cual sea su nivel financiero, es el llamado  a buscar la prosperidad mediante el reto de crear empleos y riquezas. La mejor solución es tener libertad para comprar con el dinero producto de su esfuerzo lo que la gente necesita y la de producir lo que cada quien conoce y sabe hacer.
En el proceso inexorable de la transición, se requiere entonces de una reorientación profunda y severa en cuanto a que debe establecerse que el individuo sea el eje y centro de la acción económica y no el estado. Su poder absoluto es antidemocrático, ya que controla el cambio y manipula el gasto público. Debe tenerse muy en cuenta que el desarrollo no es la cantidad de dinero individual que se acumula, sino el grado de bienestar social que la mayoría disfruta. Ese debe ser nuestro próximo reto.

"Adhuc Stantes"
Cesar guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
Caracas - Venezuela

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