La diferencia entre
el empresario Lorenzo Mendoza y la lacra de los llamados Boli-empresarios amparados por fedeindustria convertida en
corredora de dólares de cadivi, es más que evidente. Hoy Venezuela se está
alimentando gracias al esfuerzo de este venezolano y de todos los trabajadores
de ese conglomerado industrial, por demás muy querido y respetado entre las
clases populares.
Mientras tanto la
legión de parásitos revolucionarios, sin preparación y llenos de ambición y de
resentimiento, han destruido la mayoría del parque industrial nacional, sin
mencionar la quiebra de las gran Industria pesada venezolana como la CVG y PDVSA.
Solo se han apropiado de los recursos públicos, dando muestras de
fortunas insólitas y viviendo en la opulencia que tanto criticaban.
Los hijos de los
trabajadores y de los sindicalistas que
tristemente se prestan a salir en las propagandas elaboradas por los cubanos y
el grupito castro-comunista del gobierno, se siguen desayunando al igual que
todos ellos gracias a Lorenzo Mendoza y a Empresas Polar. El desabastecimiento
que en la actualidad se produce en Venezuela no es por la naturaleza ni por
ninguna guerra económica.
Este fracaso
económico está fundamentado por los rígidos controles con base a políticas
económicas primitivas, donde imperan la corrupción y las extorsiones y que han
sido impuestos en la mayoría de los casos de forma arbitraria e ilegal.
Desarrollar una industria nacional vigorosa, democrática y productiva, libre de
controles ilegales y extorsiones es imprescindible en lo inmediato.
Es el valor del
trabajo, la más acertada ideología en una sociedad moderna. El inversionista
privado o particular sea cual sea su nivel financiero, es el llamado a buscar la prosperidad mediante el reto de
crear empleos y riquezas. La mejor solución es tener libertad para comprar con
el dinero producto de su esfuerzo lo que la gente necesita y la de producir lo
que cada quien conoce y sabe hacer.
En el proceso
inexorable de la transición, se requiere entonces de una reorientación profunda
y severa en cuanto a que debe establecerse que el individuo sea el eje y centro
de la acción económica y no el estado. Su poder absoluto es antidemocrático, ya
que controla el cambio y manipula el gasto público. Debe tenerse muy en cuenta
que el desarrollo no es la cantidad de dinero individual que se acumula, sino
el grado de bienestar social que la mayoría disfruta. Ese debe ser nuestro próximo
reto.
"Adhuc
Stantes"
Cesar guillen
Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
Caracas - Venezuela
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