Uno observa
a Venezuela sin pasión y constata que además de haber sido un Estado Forajido,
llegó a convertirse en un Estado Fallido. Forajido lo ha sido desde el mismo
día que el difunto presidente, juró su cargo en 1999: “…juro ante esta
Constitución moribunda.. ” frente a un
presidente que le traspasaba el poder, que había sido coautor de la
Constitución que desdeñaba y le había otorgado la libertad, luego de la felonía
cometida. Desde ese instante se evidenció el talante del personaje que disolvería
la patria, de la personalidad del hombre que llegó a retar al mismísimo Creador
ante la inminencia de su muerte.
Una vez que se
deshizo de socios incómodos (banqueros, dueños de medios, empresarios, gente de
la industria petrolera que le apoyaron, y de aquellos profesionales, militares
y diplomáticos institucionales, dio inicio a su desenfrenada ebriedad de salvar
al mundo de las garras del capitalismo, cuán vengador que esgrimía la espada
flamígera del petróleo.
Lástima que
murió en un país que no fue el suyo, acompañado de extraños y sin que se
conozca donde está enterrado ni el día que murió. Lástima que no pudo ver cómo
concluyó su obra, tal como la padecen los venezolanos, tal como se desvaneció
en Argentina y tal como se desmorona en todos los países y movimientos donde
introdujo el culto a la arbitrariedad, y el desprecio absoluto a la dignidad
del ser humano.
Ni pagar los
intereses de las deudas contraídas por el difunto presidente y el sucesor,
puede venezuela en este momento. Se derrumba Petrocaribe, Alba Petróleos no
tiene cómo sostenerse, y aquellos que fueron receptores de divisas incontables,
hoy reclaman deudas por impago de carne, leche, frijoles, pollos y baratijas.
El compromiso
ideológico duró hasta que se agotó la caja chica que recorrió América y que
llegó ante las puertas mismas de Hamas,
ETA, Hezbollá y del Ejercito Popular Paraguayo.
¿Está Venezuela mejor luego del triunfo de los
demócratas, en diciembre?. Por lo pronto se obtuvo, por unos días, la mayoría
calificada de la Asamblea Nacional, y el presidente escogido por los diputados
supo imponerle dignidad hasta al mismo recinto físico del Congreso, y en su
zamarrería cultivada en democracia, supo poner en su lugar a los forajidos que
ordenaron, en su momento, agredir cobardemente a María Corina en la misma sede
donde se hacen las leyes.
No obstante, a
pesar de la crisis humanitaria declarada, al Presidente del Banco Central le
roban $300 mil en su apartamento de playa, los ministros no atienden el llamado
constitucional de asistir a la Asamblea una vez citados, y el Tribunal Superior
de Justicia se atreve adelantar opinión sobre posibles sentencias a dictar.
Desde el punto
de vista académico, jurídico y político estamos en presencia de un Golpe de
Estado; dos poderes públicos concertados para neutralizar al tercero, en este
caso al legislativo, aparentemente condenado a dar testimonio moral sin poder
de mando. Hasta que se enardezca el pueblo y salga a la calle a imponer su
mandato.
Ante tal
impactante realidad, solo nos resta admirar y hacer votos por aquellos países
que, como El Salvador, conservan en la Sala Constitucional la seguridad de la
continuidad del orden legal. U Honduras, con su valiente y sabía decisión de
detener su caída con la creación de un Cuerpo independiente encargado de frenar
la impunidad, no sea que le pase lo que a Venezuela o, como pareciere podría
pasar en la milenaria España, con los disociados de Podemos.
Juan Jose Monsant
Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
El Salvador
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