“Es el Congreso el defensor por excelencia de las libertades nacionales y en sus manos ha depositado toda la nación el poder suficiente para levantar los baluartes contra los cuales pueda estrellarse las pretensiones de la arbitrariedad”, decía Santander. Para Bolívar, por su parte, era la: “fuente de la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la Nación”, tal y como lo indicó con elocuencia en Angostura. En el Perú, Sucre calificó al Congreso como: “el poder supremo de la república” y prometió acatar en Bolivia su: “voluntad soberana”.
En los temidos días de las usurpaciones, ilegítimas
siempre contra el orden republicano, Santander apuntó que: “no hay ley que no
se destroce; pero también lo es que mientras mayores sean las trabas, mayor es
la dificultad de romperlas, y más escandaloso el rompimiento”.
No puede desconocerse por su significación política y por
su incontestable representatividad al parlamento en Venezuela. El encarna el
poder integrador de la Nación y es la expresión legítima de la soberanía
popular y de la Federación. La República reunida en el Congreso es la instancia
esencial del poder, investida por el pueblo de manera directa y dotada de
capacidad legislativa cuyos actos debe cumplir y hacer cumplir el Ejecutivo y
el Judicial restablecer sin falta cuando sean infringidos los derechos ajenos.
El parlamento es la fuente de la ley, el asiento de la
democracia, la defensa de la libertad. Ante él los poderes rinden cuenta y la
sociedad vigila, delibera, decide.
En la historia atentar contra el parlamento fue cosa de
tiranos y bárbaros: el senado salvó en Roma a la antigua República contra sus
ofensores. Entre nosotros, fue el Congreso el que proclamó la: “Soberanía,
Libertad e Independencia” un memorable día de 1811. ¡Cuántas veces desde su
augusto templo la República nos enseñó el deber y evidenció ante todos los
hombres la grandeza de la Patria inmortal!
Jose Felix Diaz
Bermudez
@jfdiazbermudez
Anzoategui -
Venezuela
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