Los colombianos, divididos a la mitad, hicimos un alto a
la polarización para ser un solo escudo contra el fallo de la Corte de La Haya,
como debería ser siempre que otro Estado pretenda despojarnos de nuestra
soberanía.
Pero la embriaguez de la indignación no impide preguntar:
¿Por qué peleamos por 11 años en un tribunal no competente? ¿Por qué
desacatamos después y no antes del fallo? ¿Por qué en 2012 no desacatamos el
fallo, del mismo tribunal, que nos ratificó soberanía en San Andrés y nos quitó
millas marinas?
Sin esperar respuestas, apoyamos el desacato, porque
rompe la “irrestricta vocación diplomática” que fue el argumento de gobiernos
pusilánimes que permitieron que a Colombia se le matoneara históricamente en
materia territorial.
Bolívar dio a Colombia la soberanía sobre Quito, el Alto
Perú, la Capitanía General de Venezuela, Panamá y la región Mosquitia que
comprende las costas de Nicaragua, Costa Rica y Panamá, con las Mangles y San
Andrés, con sus islas, islotes y cayos. Ya solo nos queda 1´141.748 Km2. Lo
demás lo regalamos o nos lo quitaron.
La muerte de Bolívar en 1830, desintegró la Gran
Colombia, y los países independizados se acogieron a la uti possidetis juris,
aceptando las divisiones administrativas de la colonia como fronteras, pero con
los años, el vivo se comió al bobo y Brasil, Perú, Costa Rica, Venezuela,
Ecuador, Nicaragua, y Panamá nos mordieron y tienen hoy un pedazo que nos
pertenecía.
Entre cretinismo y whisky, nuestros presidentes les
legalizaron por las buenas lo que nos arrebataron por las malas, Ahí está la
evidencia, en los tratados, suscritos, varios de ellos, por ancestros de la
canciller Holguín, de las mismas hermanas Ibáñez de Ocaña, la familia de mayor
vocación de poder en Colombia.
El tratado Mallarino-Bidlack, que acercó por primera vez
la codicia de EUA a Panamá lo suscribió en 1846 su tatarabuelo, presidente
Manuel M. Mallarino.
En 1893, su tío bisabuelo, el presidente Carlos Holguín
Mallarino, regaló a la reina María Cristina de España, 136 piezas del tesoro
Quimbaya, agradeciendo su intervención en el laudo arbitral de 1891 sobre
fronteras con Venezuela. Las entregó su también ascendiente, el presidente
Miguel Antonio Caro.
En Venezuela mis lectores no estarán de acuerdo, porque
creen que Colombia es la expansionista, pero fue nuestro país y no el suyo el
que perdió parte de la Guajira, cuando en 1900 la comisión mixta trazó la línea
fronteriza desde Castilletes, y no desde el Mogote de los Frailes como tocaba.
El fallo arbitral de 1917 le dio la razón a Colombia, pero no se hizo valer y
Venezuela conserva esa parte de nuestra Guajira. Lo ratificó el intelectual
Uslar Pietri en 1941
En 1952 otro familiar de Ángela, el canciller Juan Uribe
Holguín, fue acusado de traición a la patria, por entregar Los Monjes a
Venezuela, pues “Colombia no tiene soberanía sobre ellos”. Ante el escándalo
subsiguiente, terció Enrique Santos Montejo, tío de Juan Manuel, con esta perla
en El Tiempo: “No convirtamos el caso del islote de los Monjes en controversia
internacional. Vale mucho más la cordialidad con Venezuela... cedamos en
nuestros derechos... Y demostremos al pueblo que apreciamos en mucho más su
amistad que la posesión de pedazos de tierra o de roca” La versión venezolana
es que ocuparon militarmente Los Monjes por una agresión de la nave Almirante
Padilla
Venezuela también se apoderó de los territorios
colombianos que están entre la Guajira y Maracaibo; parte del Estado Apure y en
el Amazonas con los municipios de Maroa y Atabapo entre los ríos Negro y
Orinoco.
Ecuador nos invadió consecutivamente, durante 30 años,
porque el general Juan José Flórez quería anexar Pasto, Popayán, Buenaventura y
Tumaco, al Ecuador con apoyo de los generales colombianos Obando y López. En
cada ataque nos quitó territorio, hasta que en 1916 se fijaron límites mediante
el tratado Suárez – Muñoz que legalizó a favor de Ecuador las tierras invadidas.
Perú envió 8.000 hombres en 1829 contra Pasto y Popayán,
apoyado por los generales colombianos Córdoba y López, pero fueron vencidos por
el Mariscal Sucre. En 1911 una nueva invasión los llevó hasta La Pedrera, donde
el general Gamboa intentó repelerlos pero se le ordenó quedarse quieto, porque
la diplomacia resolvería el asunto. Cómo nadie los detuvo, los peruanos
ocuparon Puerto Pizano y las Delicias en la margen derecha del Caquetá,
terrenos que Colombia les legalizó con el tratado Lozano–Salomón de 1922, pero queriendo más, nos volvieron a
invadir en 1932. Esta vez el presidente Olaya Herrera evitó que se apoderaran
de Leticia y todo el trapecio amazónico.
Brasil le recibió a Perú gran parte de la hoya del
Amazonas, del Caquetá y Putumayo, a sabiendas que eran nuestros y que Colombia,
por “razones diplomáticas” rubricó la humillación en tratados de 1853, 1906,
1907 y 1928. Brasil, en consolación, nos dio derecho de navegación por el
Amazonas.
A Panamá Colombia la olvidó, como a todas sus provincias,
y la región empobrecida, canalizó su descontento independizándose. La perdimos
en 1903. En 1914 Colombia suscribió el tratado Urrutia – Thompson y legalizó la
pérdida territorial.
Colombia tenía soberanía sobre las costas del Atlántico y
del Pacífico de Costa Rica por Cédula Real de 1803, pero nadie, nunca, se dio
por enterado, y Costa Rica se apoderó de ellas.
Con Nicaragua existen normas inmodificables en La Haya,
la uti possidetis juris, dió al Virreinato de la Nueva Granada la soberanía del
territorio Mosquitio de la capitanía General de Guatemala, pero por descuido
secular, Nicaragua se apoderó de ellos. Incluso arrendó a EUA por 99 años
nuestras islas Mangle mayor y menor.
En el tratado Bárcenas-Esguerra de 1928, Colombia
reconoce a Nicaragua la costa de Mosquitia y las islas de Mangle mayor y menor,
y a su vez Nicaragua reconoce la soberanía de Colombia sobre San Andrés y
Providencia y todas sus islas, islotes y cayos, el cual ratificó 1930.
Nicaragua dice que la ratificación es nula, porque cuando
se firmó, el país estaba invadido por EUA. Así que Ortega tiene pretensiones
sobre San Andrés, y después del fallo de 2012, le advirtió a los colombianos:
“Este fallo es tan solo el comienzo, ahora vamos por San Andrés”. El fallo que
ahora emitió la Haya, lo acerca a su propósito.
Islandia, Francia, Estados Unidos, Rumania, Malasia,
Guinea Bissau, Nigeria, e Israel, desacataron el fallo de La Haya y no pasó
nada. Tampoco pasará ahora, que estamos todos unidos contra el Estado que
pretende nuestra soberanía.
Vale la pena recordar que las FARC exigen ser tratadas
como un estado que está en guerra contra nuestro Estado, igual que Nicaragua y
piden soberanía sobre las Terrepaz. La similitud obliga. No nos tapemos los
ojos.
Nota al margen Obama fue a Cuba y Kerry se reunió con las
FARC a petición de Santos, para promocionar su “paz”. Tal vez no leyó los art.
1° y 2° de sus Estatutos, que expresan que son un movimiento político militar
revolucionario, que combina todas las formas de lucha por el poder y que su
inspiración es la unidad latinoamericana, marxista-leninista y
antiimperialista. El imperio según FARC es EUA, o sea que cada estadounidense
es por estatuto, un objetivo militar. Curioso que Obama apoye a quienes podrían
dañar a sus conciudadanos.
Mario Javier Pacheco
García
mariojavierpacheco@gmail.com
@mariojpachecog
Colombia
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