jueves, 24 de marzo de 2016

EDUARDO LÓPEZ SANDOVAL, RAMOS ALLUP: EL DIOS DE LA DEMAGOGIA

Hay líderes demagógicos y pueblos “demagogizados”, -si se pudiera llamar así a la sociedad enferma de la necesidad de consumir raciones generosas de mentiras. Enfermedad que  provoca el permanecer en situaciones precarias de salud social, pero que, -como una droga que nos mata-, la necesitamos para  morir. El pueblo espera la mentira y el líder demagógico pone a trabajar sus sesos para parir la mejor falsedad, en ésta deben confluir dos caracteres aparentemente contrapuestos, uno debe ser creíble, y dos, es irrealizable.

Quien ocupaba las más altas divinidades de la demagogia, el llanero de Barinas presuntamente muerto –hasta tanto no se presente la Partida de Defunción-, sin duda es el más destacado demagogo de la Historia de Venezuela, presenta para el análisis toneladas de inconmensurables mentiras creíbles en el momento de ser proporcionadas.
Mientras más grande es la farsa y el mayor porcentaje de seguidores -y no seguidores- lo cree, más refinado es el arte de la demagogia. Ejemplo contrario, si cuando dijo que iba a sanear el río Guaire en el siguiente año de su descubrimiento, hubiera tomado una honesta posición, no demagógica, y hubiera dicho,  “propongo sanear las orillas,  sembraremos bosques,  posiblemente dentro de una década posaremos para una postal en las orillas del Guaire”. Pero no. El demagogo más grande de nuestra historia, en el pleno uso de sus preponderancias, dijo al Presidente de Nicaragua en cadena nacional: "Daniel, te invito a que vengas el año que viene y nos bañemos en el Guaire, hasta un sancocho vamos a hacer". 
Esta mentira la  dijo el difunto presidente Hugo Chávez a su homólogo nicaragüense Daniel Ortega a finales del año 2005.  Anunció que todos los que lo quisieran podrían, en un plazo relativamente breve, darse un chapuzón. Se cumplió que por lo menos el 99 por ciento de sus seguidores -y algunos de sus detractores- religiosamente le creyeron. Así, casi cualquier sandez que dijera, en la medida en que fuera creída se hacía arte de demagogia. 
La promesa que no se cumple es un requisito indispensable del juego diabólico de la demagogia, pero un componente esencial es que la mentira sea creíble. Con pasión la creemos. Un ejemplo que podemos ver en el escaparate del mundo presente es que el culpable de la crisis del hambre de Cuba y Venezuela es el bloqueo y la guerra económica, respectivamente. 
Y esta muestra que desplumamos de Tal Cual Digital, 
1) Entregar el poder en 5 años. En diciembre de 1998, un día antes de las elección en que le convertimos en Presidente de la República, Hugo Chávez se comprometió, en una entrevista para Univisión, entregar el poder en cinco años o antes de cumplirse su mandato. “Claro que voy a entregar el poder en cinco años o incluso antes, porque vamos a proponer una reforma constitucional. Si por ejemplo, yo a los dos años resulta que soy un fiasco, un fracaso, o cometo un delito, un hecho de corrupción o algo que justifique mi salida del poder antes de los cinco años, yo estaría dispuesto a hacerlo”. 
2) "No habrán más niños en la calle". La misma noche del 6 de diciembre de 1998, en su discurso de celebración por la victoria electoral, Chávez se prometió delante de la gente que lo aclamaba, acabar con los niños de la calle. "Declaro que no permitiré que en Venezuela haya un solo niño de la calle: si no, dejo de llamarme Hugo Chávez Frías". 
3) ¿Para qué tantos ministerios? Otra de las promesas olvidadas del presidente Hugo Chávez fue reducir "la pesada carga burocrática del Estado", no cumplió pero le creímos. 
4) La universidad más grande de Latinoamérica en Miraflores. Hay quienes recuerdan todavía la promesa de Hugo Chávez en enero de 2002 cuando prometió mudar su despacho presidencial y ceder el Palacio de Miraflores para dar paso a la creación de la universidad más grande de Latinoamérica. "Me voy de Miraflores, y lo dejo a los muchachos de los pueblos para que nazca la Universidad Popular Bolivariana”, aseguró. 
5) “Vamos a llenar Venezuela de gallineros verticales". “Ha comenzado en Caracas el plan de siembra urbana. Vamos a sembrar las ciudades con micro huertos organopónicos, hidropónicos, para dar ejemplo. Se trata de un proyecto integral, no sólo para producir alimentos”. Estas promesas obviamente no se cumplieron. 
6) La Ruta de la Empanada. 
Y no sigamos enumerando, Hambre cero, Ciudadaes Judiciales, Analfabetismo Cero, Disneylandia en La Carlota, vía férrea Tinaco Anaco.
Pero el más consagrado demagogo murió. Y en el mayor despliegue monárquico dejó a un sucesor, con tan igual capacidad para crear mentiras, pero con limitados logros cuando medimos la credibilidad. No es demagogo quien quiere, es quien puede.
Se asoma a sustituir al más reconocido de los  mentirosos, -al llamado Poseso de Sabaneta-,  el Presidente de la Asamblea Nacional. En la campaña electoral se cumplió con el credo demagógico, el demagogo  prometió lo que él sabía no podía cumplir, y fue tal la elaboración de la mentira que todos la creímos: la Ley de Amnistía. Cuando la MUD prometió esta ley bien sabían que nunca iban a cumplir, ignoraron en la campaña electoral el Artículo 214 de la Constitución Bolivariana de la República Bolivariana de Venezuela, que dice: “El Presidente o Presidenta de la República promulgará la ley dentro de los diez días siguientes a aquél en que la haya recibido. Cuando el Presidente o Presidenta de la República considere que la ley o alguno de sus artículos es inconstitucional solicitarán el pronunciamiento de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia…”. 
Toda la MUD sabía que el TSJ no tiene voz, que se expresa con las cuerdas vocales del Ejecutivo y con el impulso hediondo  de la renta del oro negro.
Pero sinceramente pensamos que la mentira de la Ley de Amnistía era una muletilla que usarían en la campaña y ya. Pero las primeras palabras del Presidente de la AN en la toma de posesión fue que ahora sí, “los presos políticos están libres”, lo primero que vamos a hacer es la Ley de Amnistía. Realizó el más acertado proceder demagógico del último lustro, pues se cumple a cabalidad con que él sabía que la ley no va, que estaba mintiendo, y los “demagogizados” lo creyeron religiosamente.
Eduardo López Sandoval
llanerodigitalcalabozo@gmail.com
@eduardocalabozo
Guarico - Venezuela

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