“La violencia está desatada porque la barbarie es política de Estado”. María Corina Machado, en Valencia el viernes 1° de abril de 2016.
Las noticias sobre la
violencia que arrasa Venezuela ya no salen en los medios de comunicación
masivos. Los horrendos crímenes, con descuartizamiento y quema incluidos,
aparecen solo en escalofriantes vídeos tomados por los teléfonos de
indiferentes testigos. Los films americanos de horror más crudo, son comiquitas
de Disney junto a esta oleada de fotos, vídeos y hasta selfies en la propia
escena del crimen.
La palabra “saqueo”
es tomada con pinzas en medios temerosos del castigo de la justicia, brazo
ejecutor del régimen que nos quiere callados y sumisos. Los medios no reportan
linchamientos, porque dicen que son como los suicidios: se transmiten como el
sarampión. Pero los hay. El último ocurrió hace dos días en Los Ruices,
Caracas, ante casi un centenar de espectadores. Un hombre acusado de ladrón
yacía en el suelo con una herida en la cabeza, cuando lo bañaron de gasolina y
prendieron fuego. Nadie lo apagó. Estaban ocupados filmando la espeluznante
escena.
Así como nos
acostumbramos a las colas, a los apagones, a la falta de agua y de servicios,
también nos hemos acostumbrado a la muerte. Es un hecho cotidiano que aparece
con demasiada frecuencia al lado de nosotros, sin que haya una gestión pública
de seguridad que tenga el verdadero interés de proteger a los ciudadanos. Los
más de 20 planes de seguridad inventados sin bases ni estudios son estruendosos
fracasos.
La fórmula cubana es
aplicada a traición sobre el país y sus habitantes, para reducirlo a un estado
de pobreza que garantice la permanencia en el poder: 1) reducir al hambre a la
gente, ocuparlos buscando comida debajo de las piedras, así no tienen tiempo de
protestar. 2) Extirpar la educación de calidad, recortar presupuestos
universitarios, acabar con la investigación, sueldos de hambre a profesores y
profesionales, privilegiar la fidelidad al proceso por encima de los currículos
académicos, lo que nos lleva a 3) obligar a la emigración masiva a los mejores
profesionales y a la clase media, para dejar adentro solo a los sumisos que
acepten sobrevivir con mendrugos. 4) Robar y dejar robar, para atornillar a los
adeptos y asegurar el futuro, por si acaso la revolución naufraga.
En ambientes de
inseguridad personal y jurídica no hay bien que valga nada. La bárbara práctica
de despreciar el conocimiento, los méritos y la eficiencia los ha llevado
también a matar la gallina de los huevos de oro. Comenzó cuando aquel bárbaro
con un pito en la boca botó a 20.000 empleados de PDVSA, obligando después a
todos los contratistas y empresas del país a no emplear a ninguno de los
botados, que en su mayoría tuvieron que mudarse a brindar sus conocimientos a
países donde sí han aprovechado su inmenso valor.
Hoy PDVSA produce a
niveles de hace 30 años. Es una caja negra, sus recursos son utilizados para
pagar caprichos revolucionarios, Venezuela ha negociado por espejitos y vendido
por partes lo que queda del buque insignia del país. El presidente declaró con
una sonrisita que merece un solo calificativo, que no hay dólares. ¿No hay
dólares? ¿En un país con las mayores reservas petroleras del mundo, con gas,
hierro, bauxita, oro, diamantes y no hay dólares? Como dijo Atila, el bárbaro
rey de los hunos: “Donde pisa mi caballo no vuelve a crecer la hierba”.
Bárbaros son quienes
llevaron la mayor potencia hidroeléctrica de Latinoamérica a sufrir esta cadena
de apagones, que después de 7 años de advertencias de los ingenieros expertos
para que ampliaran la red, hicieran mantenimiento, construyeran termoeléctricas
y dieran un servicio digno de ser cobrado a su valor, echan la culpa al Niño.
Claro, no hablan de que gracias a su gestión, una capacidad instalada de 17.600
Mw apenas tiene operativos 6.500 Mw. Tampoco dicen que no han podido ejecutar
el 80% de las obras contratadas a dedo a nivel internacional, pero que se han
gastado los 30.000 millones de dólares destinados a ellas. Ninguno de los altos
funcionarios que han manejado la emergencia eléctrica ha sido obligado a
justificar sus inmensas fortunas guardadas en bancos de Andorra, Suiza y
Panamá.
Lo de la comida
también ha sido una barbaridad. Y siempre los mismos nombres ligados a la
importación, a los ministerios y organismos que han manejado miles de millones
de dólares, nombres que hoy son de millonarios que poseen haras en Estados
Unidos, propiedades en España y República Dominicana y gordas cuentas, jamás
investigadas por un gobierno que prefiere mantener a sus soles contentos.
En el “imperio” los
investigan. El gobierno español revela que el finado “donó” 7 millones de euros
al partido Podemos para implantar la ideología bolivariana en España. El
congreso brasileño indaga los opacos negocios entre los gobiernos de Lula y el
finado. Un escándalo como el de los “Papeles de Panamá” ha producido
aclaratorias del Presidente de Argentina, investigaciones en 22 países y la
renuncia del Primer Ministro de Islandia, quien aparece con su mujer en una
cuenta en las islas Seychelles y miles de islandeses le pidieron la renuncia,
la cual él aceptó.
Pero eso sucede con
gobernantes y países civilizados, no en esta barbarie, ya comparada con
Zimbabwe por medios internacionales como The Economist. Barbarie es negarle el
Teresa Carreño, templo de la cultura nacional, a esa gloria musical que es
Yordano, pero celebrar allí sus vociferantes mitines. Barbarie es que este país
petrolero tenga la más alta inflación del mundo; que el 73% de la población
esté reducida a la pobreza (ver Encuesta Condiciones de Vida 2015 realizada por
la UCV, la UCAB y la USB); barbarie es tener las ciudades más inseguras del
mundo y una crisis de salud inhumana. Y para completar, una crisis de valores
que hace de los pranes “rock stars”, que los malos sean los más deseados por
las chicas, que las mujeres quieran estar “tunning” para lograr cualquier
objetivo, que la moral pública no merezca el menor respeto.
Venezuela se
recuperará económicamente y alcanzará la democracia con la voluntad de su
gente. Pero le costará mucho tiempo y educación arrancar la cizaña de los
bárbaros.
Éste es el dibujo de
la niña de 10 años que en una escuela de Vargas escandalizó a su maestra,
cuando expresó que de grande quiere ser “malandra”. La fractura de valores
impuesta por una ideología violenta le hace pensar que el crimen sí paga y es
una profesión aceptable.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
Notitarde
Carabobo - Venezuela
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