Por costumbre se
decía “no hay gobierno” cuando alguien o un grupo de personas violentaban la
norma y no había castigo ni sanción. Pues ya casi no se escucha, la gente en su
rabia utiliza otros epítetos para referirse al poder, o simplemente se consume
en su impotencia al ver que el mal comportamiento se convirtió en la norma.
Pero el interés de este artículo no es significar las fallas, ni el estado de
descomposición social o institucional, la idea es plasmar en forma expresa y
explícita, lo que es tácito para el país, no hay gobierno.
Cuando decimos que no
hay gobierno, es porque quienes están allí hacen todo lo contrario y lo usan
sólo como una mampara que les sirve de escudo. Para esta lumpemburguesía la
atención está centrada en delinquir y enriquecerse, por tanto, la
gobernabilidad o las funciones de gobierno, no les interesa. Tampoco pasa por
su mente la idea del respeto al soberano, para ellos la gente no cuenta, salvo
cuando le sacan provecho. En ese orden hacen sus jugadas, colocan todo su poderío
para impedir ser desalojados, se valen de recursos como la mentira, el
chantaje, la amenaza, el terror, el capital acumulado por el saqueo de las
riquezas, las armas y la violencia.
Son mafias
enquistadas que usurpan los espacios de gobierno para manipular y distraer al
pueblo, mientras cometen desmanes. Agustín Blanco Muñoz sintetiza lo que nos
ocurre con el término ex - país, otros hablan de desgobierno, algunos
despropósito de gobierno, también se dice gobierno ilegítimo, todos son
calificativos aceptables, aunque no es prudente hablar de ex – país, porque lo
poco que aún funciona es gracias a la sociedad, y ella forma parte de este
país.
En varios de nuestros
escritos, hablamos de régimen no de gobierno y lo caracterizamos como
militarista, despótico y fascistoide, el Dr. Ángel Lombardi califica al Estado
venezolano como una Cleptocracia oclocrática, como se sabe Cleptocracia “(del
griego clepto, 'robo'; y cracia, 'fuerza' = dominio de los ladrones) es el
establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital,
institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el
clientelismo político y/o el peculado, de forma que estas acciones delictivas
quedan impunes debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde
la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico”. Y
Según el filósofo escocés James Mackintosh (1765-1832) “...la oclocracia es la
autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del
tropel, nunca el gobierno de un pueblo”. En síntesis, es una degeneración de la
democracia por una pandilla de ladrones que ocupan el poder
En los últimos
tiempos la humillación al pueblo es más notoria, no sólo por las necesidades y
penurias que lo obligan a pasar, sino porque en medio de la estrategia del
régimen para desmoralizarlo, se burlan de él y lo irrespetan a través de sus
peroratas retrogradas, como diciéndoles “ustedes son unos idiotas que no podrán
con nosotros”.
Lo que no han logrado
entender estos buitres del poder, es que la humillación, como política contra
el pueblo, los hace más indignos y los arrastra al abismo. Pues algo es seguro,
les saldrá el tiro por la culata. Y no es cuestión de venganza, eso sería igual
de ignominioso, nada es tan duro para ellos como un pueblo que protesta en
forma masiva en las calles y el voto popular, estas son las herramientas que le
producen escozor y temor y ese es el camino para revocarlos y sustituirlos, lo
cual sería un acto de justicia.
“Ojo” No es el
quítate tú para ponerme yo, o esa conducta inmoral de hacer del poder un fin en
sí mismo, si algo positivo debe dejar esta crisis es plena consciencia de que
llegar al poder y cometer los mismos errores y desafueros es correr la suerte
de Chacumbele. Lo planteado en el marco de la construcción de un gobierno de
unidad y reconciliación nacional, es hacer las cosas bien. Aquí es donde ha de
ponerse a prueba el sentido ético de la política y del ejercicio del gobierno.
Golfredo
Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
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