"No es la voluntad enferma de un hombre en el poder, no es la razón reducida a una revolución, lo que siembra progreso y desarrollo humanitario"
Venezuela
no ha sido una isla en la ruptura de la ética de la política. Fue a partir de la modernidad, desde 1513,
cuando Maquiavelo y su Príncipe arrancan
la ética como categoría política. El mundo moderno día a día se fue alejando de
los presupuestos morales en el quehacer político.
La
política se transformó en un valor en sí mismo.
Así sus errores y horrores involucran a la humanidad en un torbellino
indetenible y Venezuela no ha sido la excepción. Con la llegada del Chavismo, esa fractura
entre el mundo formal y el mundo real de la que habla Octavio Paz, entre la
exigencia ética por tanto republicana y civilizada, y el poder por el poder
(realpolitik), es decir, la barbarie construida dentro de murallas medievales
vacías de civilidad, sentido familiar y bien común, llegó un punto esquizoide
(dixit Carlos Fuentes), donde ya hablar de democracia, es una utopía.
La
Política, en la obra de Aristóteles y en La República de Platón, es la
justicia. Es el valor ético principal sobre el cual debe montarse el quehacer
político. Según Ulpiano es: dar a cada uno lo suyo, no hacer daño a los demás y
vivir honestamente.
La
crisis de la política en Venezuela, al menos en su sentido clásico, ha sido el
colapso de los valores, de la moral y de la razón. Es la crisis global del
racionalismo y del humanitarismo originario, concebido en el respeto al valor
familiar. En Venezuela el Estado/Gobierno tomó por asalto a la familia, a su
derecho a vivir con dignidad y seguridad, por tanto feliz. Y la gente optó por sobrevivir. No meterse en lo que no es su
"problema", porque no quiere problemas... Y le endosaron a esa política
divorciada de ética y preñada de pragmatismos, toda la responsabilidad, todos
los riesgos y todas las decisiones.
Política
de rendimiento personal... ¿Cómo nos involucramos? Como lo advertía Platón.
Dando el suficiente ejemplo ciudadano a nuestros hijos, para que en vez de
dejar la ciudad, ellos se queden y luchen por ella. Pero si somos los primeros
en aceptar vivir en la mas sumisa e indignante barbarie, pues nada, "el
exterminio hace metástasis...
"La
creencia de que en política se es poseedor de la verdad absoluta, ha sido la
causa de los Gulags, Kosovos y Auschwitz. Esta es la mayor de las amenazas,
cuando no la mayor de las tragedias históricas. Que la polis y la sociedad
civil se aparten en nuestros días de esa función contralora esencial que demanda
la sociedad industrial, para impedir que la tecnología, la economía o el
mercado, por una parte, o la religión, el fanatismo, las revoluciones y el
propio Estado, por la otra, nos desplacen del sentido racional, es la puerta de
entrada a la decadencia, y al decir del Papa Benedicto XVI, " al
exterminio de la humanidad por causa de un primitivismo violento y amoral que
en el caso venezolano y de ISIS, ya hacen metástasis".
Por
ello, como dice Lequier, “cuando uno cree detentar la verdad, debe saber que lo
cree, no creer que lo sabe”. El político que se cree dueño de la verdad, no es
virtuoso.
Sólo
quien obra éticamente, sabe que la verdad no es absoluta y obra con humildad
para aceptar las diferencias, siendo la ley, las instituciones y la justicia, los
valores que legitiman el equilibrio y la convivencia. No es la voluntad enferma
de un hombre en el poder, no es la razón reducida a una revolución, lo que
siembra progreso y desarrollo humanitario.
Así
-decíamos- llegan los Gulags, Kosovos y Auschwitz... los círculos bolivarianos,
las milicias, las comunas, los colectivos y las tumbas.
Toynbee,
en su obra Un Estudio de Historia; Spengler en La Decadencia de Occidente y más
recientemente Huntington en The Clash of Civilizations and the Remarking of
World Order, alertan sobre el pragmatismo político y las declaraciones
principistas de constituciones reglamentarias, "donde se dice lo que no se
hace para hacer lo que no se dice", siendo el bien familiar sustituido por
la ideología, el quítate tu para ponerme yo y la hoz del verdugo vengador: el
hombre nuevo; los Chávez, los Trump, etc.
La
revolución de Bolívar que incluía originalmente tanto la independencia frente a
España como la transformación interna de la sociedad, fue realizada sólo en la
primera parte, siendo la formación de la
gran Nación Latinoamericana, la utopía bolivariana fracasada en el Congreso de
Panamá en 1826.
Las
oligarquías criollas más que realizar los sueños de Bolívar, buscaron llenar el
vacío de poder que dejaba España, manteniendo las estructuras coloniales
(castas), con el liberalismo político de la ilustración y el constitucionalismo
europeo. Una suerte de “ética” política tácita, en la que el discurso no sirve
para expresar, sino para encubrir.
Así
ha sido nuestra historia. Se fue la dictadura y vino una democracia que poco a
poco absorbió los privilegios de los gendarmes y el monopolio de las viandas
del poder, para morir [la democracia],
desplazada por el "nuevo orden": maisanta a Caballo, el gendarme
innecesario. Nada ético. Nada moral. Pero no fue sólo él... Cuantas omisiones,
lucros y conveniencias, han asimilado complicidad. Una cruda ruptura entre
ética y sociedad. Reflexionemos. Reaccionemos.
Orlando
Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario