HISTORIAS PARALELAS
Hay algunos días que son inolvidables para los pueblos. Argentina, Chile
y Venezuela, naciones que fueron azotadas por una bota militar, no olvidan el
final de una dictadura. El primero de diciembre de 2016, quedará grabado
en la impronta del pueblo africano de Gambia, como la fecha en que expulsaron
del poder una dictadura de 22 años. Ese día el pueblo africano aplicó la teoría
de Thomas Jefferson: “si el Gobierno teme al pueblo tenemos justicia, pero si
el pueblo teme al Gobierno tenemos una tiranía”. El dictador fue desalojado sin
mesas de diálogo pero también sin derramar una gota de sangre. Una combinación
de intensa diplomacia internacional y amenaza militar explícita doblegaron la
resistencia del autócrata gambiano, Yahya Jammeh.
El dictador llamó a elecciones porque se sentía confiado. Perdió por el
deterioro de las condiciones de vida en Gambia, cuya expresión más visible es
el éxodo mortal de los jóvenes hacia Europa;
Por la superación del miedo y la unión de la oposición en torno a un
candidato; ante el progresivo
aislamiento exterior de un régimen que sacó al país de la Commonwealth y que
había iniciado el proceso para hacer lo mismo con la Corte Penal Internacional;
la presunción de imbatibilidad lo llevó a permitir que el recuento de votos en
cada colegio electoral contara con la presencia de la oposición.
No es habitual que un dictador africano se presente a elecciones,
tampoco que las pierda y mucho menos que deje pacíficamente el poder. Bastó que
los principales partidos de oposición se unieran alrededor del candidato, Adama
Barrow. “El tirano sabía que su tiempo
se había acabado, no podía hacer otra cosa. La mayor parte de los ciudadanos
estábamos cansados de vivir en dictadura y era imposible que pudiera
neutralizar el enorme apoyo popular que logramos acumular”, aseguró el
vencedor.
El investigador Jeffrey Smith, quien ha seguido muy de cerca la crisis
gambiana dice que “hay que reconocer el robusto papel de liderazgo jugado por
la Comunidad Internacional. Cuando la democracia y la voluntad popular están
amenazadas en un país, los líderes regionales no pueden permanecer ajenos y
Gambia constituye un ejemplo positivo de lo que puede ocurrir cuando los
líderes se unen”.
Ante la pretensión de no aceptar su derrota, el dictador fue abandonado
por el Ejército, Ministros, Tribunal
Supremo y los Organismos Internacionales. El Consejo de Seguridad de la
ONU aprobó una intervención militar a
solicitud de Senegal y por último, las amenazas cada vez más fuertes de
llevarlo a la Corte Penal Internacional, convencieron al autócrata de abandonar
el poder, solicitando asilo diplomático en Guinea Ecuatorial. Una vez más la diplomacia internacional, en conjunto con
las fuerzas nacionales logró restituir la libertad y democracia en un país que
casi había perdido la esperanza.
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación Independiente
*Coordinador Nacional de IPP - Gente
@alvareznv
Caracas - Venezuela
@beanavas
No hay comentarios:
Publicar un comentario