AMANECERÁ Y VEREMOS
“Cuidado si la actitud desenfadada y frontal de Trump, no se traga los
insultos y desplantes propagandísticos de nuestros guapetones.”
Es una inevitable tentación disentir del Sr. Trump. En apenas una
semana, casi una docena de órdenes ejecutivas han agobiado la opinión pública
nacional e internacional. Desde el
anuncio del mentado muro, la suspensión de visas para musulmanes, deportaciones
de prisioneros, hasta anulación del Tratado del Pacífico Norte, sin dejar de
lado la revisión del NAFTA con Canadá y México. Toda una apología de
progresismo nacionalista y patriotero, que anuncia tempestades. Pero escampará y veremos.
No me califico pro Republicano. Si tengo que atreverme a fijar alguna
inclinación política en un país que no nací, ni resido, puedo revelar que tengo
mayores identidades con el pensamiento liberal de tendencia demócrata (justicia
social, control de costos de tuitions universitarios, masificación de la
educación superior, aceptación de las minorías, apertura migratoria, reducción
de barreras arancelarias y culturales, protección del medio ambiente, apertura
religiosa), que la directriz liberal republicana, ganada a una suerte de
“desregulación selectiva y protestante”, que por la dinámica económica de los
EEUU, habilita monopolios y carteles corporativos y favorece blue colors,
banca, energía o finca-raíz, creando un conservadurismo rancio que adolece de
elementos raciales.
Para un observador político de cultura latina, entrar en
debate sobre nacionalismo, soberanía o paternalismo de Estado, dista mucho de
lo que tales políticas puedan significar del Rio Grande a la Patagonia. No es lo mismo el nacionalismo patriota, populista
y guerrerista norteamericano-primera economía del mundo y primera potencia
militar-que los conceptos patoteros en Venezuela, manipulados por una
revolución pasquín para desmantelar el Estado democrático y de derecho.
Establecer comparaciones de Chávez con Trump,
con Hitler u otros paretos, no es menos que una temeridad ociosa e
irresponsable, donde los resultados del comparable, son absolutamente
inconsistentes en términos psico-sociales, antropológicos y culturales. Trump
no es Chávez y mucho menos Maduro, como tampoco sus políticas conducirán a un
país anarquizado, caótico, criminalizado, sin autonomía de poderes, sin
justicia, sin institucionalidad militar y sin sentido de la ley y la
ciudadanía, como Venezuela. Mucho menos un país saqueado y profanado en sus
costumbres más nobles. El problema de Trump es que tendrá que lidiar
precisamente con su constitución e instituciones.
¿Que Trump ha sido ligero e irrespetuoso con algunas féminas? Sí. ¿Eso
lo convierte en un misógino? Vamos...¿Que levantar un muro entre México y EEUU
ponga en remojo las bardas de ambas culturas? Sin duda. Pero que ello sea peor
que la migración desbordada y el tráfico de drogas de esa frontera? No lo es.
El problema ciertamente no es levantar barricadas. Es la tesis de “vender el
sofá”.
El problema de fondo, al decir de Samuel Huntington en su Choque de
civilizaciones y su libro, ¿Quiénes somos?, no es ideológico sino profundamente
cultural, por lo que el desafío de la intensa presencia latina en EEUU, no se
resuelve con cemento, “sino pensando en ingles”. Entonces “el arma” es la
educación, no el barrote.
Las amenazas de fondo para EEUU y el mundo, son superiores. Son Corea
del Norte, el neonazismo, la crisis de energía o la desbordada globalización,
sin olvidar la centrífuga financiera
mundial. Que musulmanes no vayan a EEUU o viceversa, no hará a Irán o Siria
demócratas. Que Canadá o China reduzcan su balanza comercial con EEUU, no será
más grave que el impacto de la crisis financiera 2008. Cuando una nación cuenta
con check and balance institucional, cualquier executive order en exceso tendrá
sus días contados...
La CSJ de EEUU no se la pasará anulando Bills o decisiones de Estado a
lo “lavandería criolla”. Por ello pensamos que la historia de Trump con
Venezuela, será otra. Cuidado si esa actitud desenfadada y frontal de Trump, no
se traga los insultos y desplantes propagandísticos de nuestros guapetones.
Cuidado si Trump no tolera que le quiten la pajita del hombro o que le estén
diciendo en su patio, “aquí huele azufre, Yanquis go home o váyanse pal’
carajo. Yo le sugeriría al Sr. Maduro que cuide sus palabrotas porque quien
preside el coloso del norte, no es un protestante insulso de ignorancia
deliberada hacia Venezuela, cómo lo fue Obama. Con Trump se acabó el “lirismo
discursivo, el voluntarismo libertario
impregnado de Che y el trato “de nación bananera de alto riesgo” al son del
guantanamera de Barak y los Castro.
Trump representará muchos dolores de cabeza para el mundo. Pero también
será un fuerte dolor en la nuca para el gobierno de Caracas, a quien [Trump] no
le temblará el pulso para firmar una orden ejecutiva, que traiga a los estrados
americanos a aquellos que emplace el Departamento de Estado. Poco le importará
lo que diga la ONU o la OEA, como poco ha pesado lo que esos organismos han
hecho o dejado de hacer por Venezuela. Tampoco la CSJ del Tío Sam censurará
cualquier expatriación ocurrente. Amanecerá y veremos. No exageremos la nota
con Trump. De pronto “el aprendiz”, se convierte en nuestro mejor aliado…!en un
mundo donde ni el papa lo ha sido!
Orlando Viera-Blanco
ovierablanco@vierablanco.com
@ovierablanco
Caracas - Venezuela
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