Hace ya un tiempo, que la España de este siglo nos
viene recordando cada vez más a Venezuela y no lo decimos por todas aquellas
cosas que las unen históricamente y que son muchas, sino por otras más
recientes de tipo ideológico.
Los españoles se encuentra celebrando los cuarenta
años de vida de su Constitución. Ratificada en referendum popular realizado un 6 de Diciembre de 1978, entraría
en vigor el día 29 de ese mismo mes y
año. Razones para ese homenaje varias, siendo la principal haber servido como
instrumento jurídico fundamental de integración política, en un momento
complicado, como era el paso a una democracia moderna desde el franquismo. Una
dictadura de cuarenta años, los mismos que cumple la Constitución, lapso muy
difícil de soslayar y de manejar, pues si bien la muerte del Caudillo
significaba su desaparición física, y ponía fin, de hecho, a su largo gobierno,
ya en proceso de metamorfosis desde hacia algún tiempo, no acababa en modo
alguno con su figura, ni mucho menos con el franquismo, como institución, esto
es, como forma de pensar y actuar.
Para entender mejor ésto, se debe recordad que el
fascismo en la década de los 20 y de los 30 del siglo pasado, había hecho
explosión en Alemania e Italia con Hitler y Mussolini. Pero a diferencia del de
Franco, sus gobiernos fueron mucho mas cortos, una década el del Führer y dos el del Duce; terminando ambos como
consecuencia de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial, en la
cual Franco no participó. Una
circunstancia en la historia moderna de España, que no se puede dejar de lado.
Un punto de inflexión a la hora de entender porque su desarrollo político,
social y económico no ocurrió a la par de otros países europeos, como Francia,
la Propia Alemania o Italia.
De ahí que ese pacto constitucional de 1978, entre las
representaciones políticas de entonces; hoy aun vigente, sea motivo de orgullo
para la mayoría de los españoles, pues logró una estabilidad política que, no
obstante la muerte de Franco, no era de
fácil de digerir, dadas las fuerzas contenidas y las heridas del pasado que la
guerra civil había dejado y que aún hoy en día no están cicatrizadas.
También en Venezuela habían transcurrido prácticamente
cuarenta años de vigencia y continuidad constitucional, la mas larga de su
historia, cuando la Constitución de 1961, como se le conoce, resultado del
acuerdo entre todos los partidos políticos de la época, tanto de derecha como
de izquierda, representados en el Congreso Nacional, fue sustituida por la
actual de 1999 durante el primer año de
la presidencia de Hugo Chávez.
Las mismas corrientes de aire que ahora recorren
España desde que apareció en escena Podemos y que están contagiando al resto de
la izquierda española, incluido al PSOE, partido de gobierno, soplaban ya en la
Venezuela de finales del siglo pasado. Se acusaba entonces, a la Constitución del 61, de no ser el resultado de todas las fuerzas políticas, sino mas bien
del “puntofijismo”, término con el que se resume el pacto político, entre Acción
Democrática, COPEI y Unión Republicana Democrática, esta ultima se saldría al
poco tiempo, y del que fuera excluido el Partido Comunista.
El acuerdo conocido como Pacto de Punto Fijo, buscaba
darle sostén y equilibrio a la naciente democracia, frente a la amenaza externa
latente que, a pocos kilómetros, representaba la alucinadora Revolución Cubana,
pero sobre todo, después de tres largas décadas de inestabilidad política
interna, caracterizadas por alzamientos, gobiernos y juntas militares, siendo
la defenestrada dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, el 23 de Enero de
1958, la última de ellas. Sin embargo, no fue visto así por Chávez y la
izquierda en general, sino como una componenda entre Rómulo Betancourt y Rafael
Caldera para alternarse en el poder, del cual quedó excluido el socialismo
auténtico. Estas viejas rencillas, que dejaron cicatrices emponzoñadas, se
abrieron cuarenta años más tarde.
Pactos de la Moncloa, franquismo y monarquía,
Constitución del 78 en España; Pacto de Punto Fijo, AD y COPEI, Constitución
del 61 en Venezuela. Al final da igual, basta con cambiar los nombres y algunas
circunstancias, pues los argumentos siempre seguirán siendo los mismos para los
Chávez y los Iglesias, cuarenta años antes o cuarenta años después.
José Luis Méndez La Fuente,
@xlmlf
No hay comentarios:
Publicar un comentario