No siempre las realidades se hallan cundidas de contradicciones. Quizás sí de paradojas. Pero es propio de toda naturaleza, que así ocurra. Aunque para ello vale la educación, el civismo, la cultura, la información y la ciudadanía, como razones capaces de posibilitar que los problemas ocasionados por el influjo de paradojas y contradicciones, revueltas en un mismo fardo, se vean reducidas. Pero nunca, descartadas.
Sin embargo, al momento de disertar sobre tan
interesante tema, vale dar cuenta de la diferencia que se establece entre
paradoja y contradicción. Que para algunos, podrían verse como términos
paralelos. Pero no es así.
El diccionario de la RAE, explica que paradojaes “una
idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas” Otra
acepción, dice que es una “aserción inverosímil o absurda, presentada con
apariencia de verdadera”. Mientras que contradicción, es una “afirmación y
negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen”.
De manera que entre dichas expresiones, no hay
analogía alguna que puedan hacer semejantes sus cargas discursivas. Al revisar
la situación interna en Venezuela, permite asentir que es un país de paradojas.
Aunque también de contradicciones. Pero a los fines de esta disertación, a la
luz de los problemas que sacuden la sociedad, que perjudican la política y
conmocionan la economía, es pertinente auscultar sus realidades para demostrar
que Venezuela es un país de paradojas.
Se creía que las paradojas eran recursos de la poesía
o de la lógica matemática para encarecer el valor de los contenidos expuestos.
De esa forma, era posible amplificar su importancia por encima de las
limitaciones que las realidades concedían de cara a las verdades ostentadas.
Pero ahora, las paradojas se convirtieron en recursos
del populismo demagógico. Para demostrarlo, bien vale referir la realidad
venezolana. A dicho respecto, no cabe duda en afirmar y mostrar que Venezuela
vive un enmarañado idealismo político que raya con una retorcida alucinación.
Las presunciones trazadas como “políticas socialistas”, lejos de contener la
formalidad de una bien elaborada política pública, asoma la desfachatez de
semejarse a una ridiculez dialéctica de toda solemnidad.
Venezuela ocupa su tiempo en situar la gestión política, que por desgracia está en manos del oprobioso régimen, en una u otra paradoja a las cuales enganchó su dinámica en todos los sentidos. Alardear sobre lo que dijo que haría sin comedir responsablemente el tamaño del compromiso, en tiempo electoral, hizo que su discurso se atiborrara de paradojas. Y que luego se convirtieron en propuestas de falsa apariencia, tamaño y magnitud. Es decir, la gestión pública se volvió un aspaviento donde tuvieron cabida las paradojas que hoy asolan el devenir nacional.
Tanto ha abusado el discurso oficialista del término
“soberanía” que, en el fragor de la política, la palabra “soberanía” sólo ha
servido para engrosar las paradojas expuestas a nivel del discurso oficialista.
Para ello, se valió del carácter de las paradojas como aserciones para
alimentar su socialismo de pacotilla. Así se ha enquistado en el poder desde
20009, con el concurso de la represión militar, policial y furibundos
aduladores. Y con el apoyo de unas finanzas bastante ávidas de corrupción.
¿Cómo descubrir las paradojas?
Cada vez que la frase “soberanía” es empleada por el
régimen para conjurar libertad, derechos e independencia, está articulándose
una paradoja. O varias paradojas. Tan ordinarias en su concepción, como falsas
en su fundamentación. Advierten, cuán dislocado actúa el régimen. Porque, ¿cómo
entenderse entonces que la soberanía nacional permite que otro Estado tenga
injerencia en las decisiones nacionales al extremo de controlar su territorio y
oficinas gubernamentales? Cuando precisamente, sus acciones deberían reforzar
la soberanía de la cual el régimen se expresa alardeando que está resguardando
la autonomía, la independencia de Venezuela como Estado dotado de determinación
propia.
Lo mismo acontece en materia militar, económica,
social y política. Entonces ¿cómo no reconocer que Venezuela es un caso
insólito? Es así como cabe señalar que el país ha vivido entre crudas
paradojas. Terciado, entre otros cuentos de camino, por la leyenda del Dorado,
los grandes cacaos, la llamada siembra del petróleo. Así ha transcurrido su
historia.
Al pretender resolver los problemas que señala
repetidamente, el régimen solamente los está creando. Aparte de haberse
convertido en un problema de complicada razón. Por eso, le resulta conveniente
acuciar paradojas cada vez que hace algún pronunciamiento, discurso o
declaración pública. Y es que en las paradojas, consigue el argumento lógico
que siempre falla porque descansa sobre proposiciones inconsistentes.
Resulta pues que tan insulso estilo
de gobierno empleado por el régimen usurpador, le ha servido toda vez que sus
manifiestos lucen convincentes ante la dificultad inducida para que el
venezolano llegue termine razonando de manera incorrecta. Así se tiene que
todas sus alegorías políticas, son vulgares o refinadas paradojas. Por eso, el
régimen siempre busca proyectarlas por todas las vías posibles. Especialmente
porque ha descubierto que son afirmaciones o negaciones usuales de hechos que
no tienen solución. O que los perjuicios que causan, son infinitos. No cabe duda
alguna para alegar: Venezuela: país de paradojas.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela
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