Desparpajos como este son muy comunes en el régimen encabezado por Nicolas Maduro y sus acólitos. Ese proceder indolente y sarcástico frente a quienes considera sus súbditos tiene cierta analogía con los hechos que han ocurrido entre nosotros con el nombramiento de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. Este CNE no es legítimo; su génesis está en la espuria Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre. Por otra parte, lo más trascendente es que la mayoría evidente de nuestros compatriotas no tiene ningún interés en participar en ese proceso electoral para designar nuevos gobernadores y alcaldes, por más que un minúsculo grupo de opositores tozudamente se empeñen en participar en un acto que no tiene ninguna posibilidad de éxito.
La
respuesta inmediata del CNE a la propuesta de Juan Guaidó cuando propuso al
país el “Acuerdo de Salvación Nacional”, pues a las pocas horas este organismo
convoca a elecciones generales y excluye las presidenciales de manera
absolutamente parcializada.
El doctor
Román Duque Corredor, de quien nadie duda de su rectitud, de su moral y
sapiencia jurídica, dice: “Tres rectores del mismo partido de cinco rectores
del CNE es una falta de equilibrio que equivale al desnivel de la balanza de la
justicia”. Asimismo, la voz crítica de María Corina Machado: “En la designación
del nuevo CNE hay una falla de origen; negar el carácter usurpador de la
dictadura al reconocer a la AN ilegítima que hace las designaciones. El régimen
no está haciendo concesión alguna al añadir algunos nombres al CNE, al
contrario, está avanzando las áreas para seguir amarrado al poder”.
La
subsecretaria del Departamento de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio
Occidental, Julie Chung, expone: “Dependerá de los venezolanos decidir si el
nuevo Consejo Nacional Electoral contribuye a que se lleven a cabo elecciones
libres y justas en el país”. Ahora, ¿qué se puede leer entre líneas de lo dicho
por la señora, Julie Chung? Se puede extraer un grito de advertencia; tengan
sumo cuidado con el paso que van a dar. Ustedes serán responsables de la
decisión que asuman por asistir a unas elecciones regionales y locales
convocadas por un organismo ilegítimo hijo de otro organismo espurio como es la
Asamblea Nacional electa el pasado 6 de diciembre.
Si miramos,
por ejemplo, la encuesta realizada por el diario digital La Patilla hace dos
semanas atrás, encontramos que el 90,9 % considera desacertada la designación
del nuevo CNE, mientras solo el 6,5 % piensa lo contrario. De la misma manera,
el máximo líder de la oposición democrática Juan Guaidó afirmó que: “las
consecuencias de querer imponer un árbitro electoral serán las mismas que en
2018 y 2020: arrastrar a Venezuela a un desastre mayor”.
Para ir
finalizando, todos los venezolanos coincidimos en elecciones libres, justas y
revisables. Reitero lo dicho semanas
atrás: lo primero es dar de baja la dispersión y llevar todos hacia el mismo
derrotero. Los problemas internos de la oposición —la dispersión, los errores
cometidos hasta ahora, las ambiciones excesivas, las estrategias imprecisas—
son pifias graves que provienen de la médula de la propia oposición. Ya es
hora. Qué más hará falta para percatarse de que los venezolanos no saldrán a
votar si no hay garantías de vencer sin artimañas, ni unidad ni un candidato
único a gobernadores o alcaldes. Aún así, y a pesar de esto guardo muchas,
muchísimas dudas de conseguir la victoria. Nadie nos pregunta en las calles,
como meses atrás lo hacían hasta el hastío, nuestra opinión sobre la situación
política. Hay una profunda y peligrosa resignación, una gran soledad. Si no se
actúa con vigor, con vigor, presteza y seriedad será el caos, el caos, quién
triunfará de nuevo, con o sin trampa, con legitimidad o sin ella.
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RgarciaMarvez
Venezuela
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