Una vez escuché decir al economista Francisco
Faraco que nos hemos convertido en dos tipos de venezolanos: los “carga bolsas”
y los “mira bolsas”. Esto, por supuesto, producto de la escasez que vivimos y
que nos ha convertido en una especie de depredadores urbanos, sobreviviendo
para encontrar la comida.
El asunto se ha transformado en el nuevo deporte
nacional. Un juego que consiste en formar dos bandos: el de los que
“escudriñan” las bolsas tratando de penetrar con la mirada el empaque y
adivinar qué contiene; y el de los “portadores” que salen de los automercados
con las bolsas en alto y cara de triunfo, luciendo la recompensa obtenida
después de interminables horas en la cola.
La bolsa pasó a ocupar un lugar tan
importante en nuestra vida, que ya no reparamos si quien la carga es una
muchacha bonita, a quien dejamos de contemplar su belleza para escrutar el
empaque y preguntarle dónde consiguió los productos con los que se tongonea.
¡Qué bolsas somos! En eso es en lo que nos hemos transformado: en bolsas. El
sinónimo de zoquetes y mentecatos.
Somos unos “bolsas” cuando nos obligan a
hacer filas para comprar productos básicos. Somos unos “bolsas” cuando tenemos
que poner el pulgar en la capta huellas. Somos unos “bolsas” cuando aceptamos
con resignación que solo podemos comprar un paquetico de hojillas –si es que se
encuentran- o dos cepillos de dientes
cuando así lo disponga nuestro número de cédula. El gobierno nos restriega
nuestra condición de “bolsas” cuando anuncia que potenciará la red PDVAL y
preparará “bolsas solidarias” con productos regulados de la cesta básica a un
precio que, según los “bolsas” que hacen las colas para adquirirlas, son un
regalo –un alivio- porque son baratas y “nos alcanzan por un ratico”. ¡No puede
ser! ¿Desde cuándo somos tan conformistas? ¡Tan bolsas! Este régimen nos
cambió: transformó a nuestra sociedad en “mira bolsas”, “carga bolsas”,
“hacedores de cola”, “perseguidores de alimentos” “rebuscadores de oficio” y
por supuesto, fortaleció la profesión de moda: ¡bachaquero!
No me gusta pensar que nos resignamos ante la
situación que vivimos. Pero, cuando leo o escucho a la gente alegrarse porque
el gobierno le dará una bolsita solidaria con productos regulados que escasean,
me doy cuenta de que este régimen logró su cometido: volvió a Venezuela en un
país de mendigos. Tomó bajo su control
empresas productivas y pujantes, y las destruyó. Porque mientras más pobres
seamos los venezolanos, mientras más dependientes seamos de las migajitas que
reparten, más fortalece su poder. Esas fueron las instrucciones de los Castro.
Porque es obvio que la crisis no se resuelve con una bolsa solidaria que mate
el hambre por un ratico. Pero, quizá sí pudiese ganar algunos votos, como ha
ocurrido en otras oportunidades. La crisis no se resolverá jamás con anuncios
como los que acaba de hacer Maduro, quien nos ve cara de “bolsas” cuando dice:
“Voy a hacer anuncios de lo que va a ser la política de financiamiento y manejo
de deuda 2016-2018; pero, ya es tema de otro momento, no de hoy. Pero, para que
ustedes vayan preparándose, vayan pensando, se aceptan propuestas”. Entonces
Nicolás ¿está o no lista la política económica? Además de una cantinflada,
estás declaraciones del primer mandatario–copiadas textuales para que no crean
que estoy inventando- reflejan su incapacidad para manejar los entuertos que
ellos mismos han provocado.
Refrenda la cantinflada el flamante vicepresidente
Jorge Arreaza –por cierto, no termina de decirnos cuánto paga por el alquiler
de La Casona- cuando señala que es el Presidente Maduro quien fijará los
precios justos de los productos y no los comerciantes. Irremediablemente, estas
declaraciones me hacen suponer que lo que viene es la quiebra de todas las
empresas y comercios, porque este régimen ha demostrado su incapacidad para gerenciar la materia
económica. No saben hacerlo. El modelo que nos han aplicado no sirve –pero, es
el modelo que le ha dado tanto oxígeno a la dictadura cubana. En vez de
soluciones, ofrecen más controles y sanciones. Entonces, es lógico imaginar –y
más aún después de escuchar las declaraciones de Maduro- que no tienen ni la
más remota idea de cómo van a resolver la crisis económica que ellos provocaron
en el país: pero, ¡tranquilos! porque Nicolás fijará los precios de todos los
productos… ¡Y santo remedio! Por Dios, anuncios como estos son todo lo
contrario a lo que necesita Venezuela. ¿Una medida populista –efectista- con
miras a las elecciones del 6D? … A menos
que las suspendan de una vez por todas.
Otra estrategia a la que podría apelar este
régimen para intentar librarse de responsabilidades, es buscar a un chivo
expiatorio dentro de sus filas para achacarle todas las culpas –pero,
absolutamente, todas las culpas- de este enredo económico que vivimos .
Candidatos para hacerlos caer en desgracia –y que otrora fueron sus piezas
clave en la gestión chavista/madurista- sobran.
Ya comienzan a sonar algunos nombres de personeros de este régimen, a
quienes imagino diseñando sus maniobras de defensa y elaborando listas de
compañeritos, de filas e ideología, a quiénes arrastrarán en caso de caer en
desgracia. No importa si en algún momento fueron los más grandes zares de las empresas
emblemáticas del país. El perfil del culpable podría calzarle a la perfección a
cualquiera que, durante estos últimos tortuosos 16 años, haya tenido en sus
manos el control de los dineros y las riquezas de la cosa pública.
José Domingo Blanco (Mingo),
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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