Los gobernantes,
incluso Maduro que no lo ha sido del todo, se juzgan por la obra que hacen, las
transformaciones que llevan a cabo y las innovaciones que producen para mejorar
la calidad de vida de la gente y el desarrollo de su país. Cuando la gestión
alcanza la valoración positiva de la mayoría adquieren la autoritas necesaria
para solicitar apoyo a su labor.
Pero ese no es el caso
de Maduro. El país desaprueba su gestión y manifiesta un fuerte descontento con
su actuación. Millones de venezolanos, que constituyeron la base popular del
proceso que inició Chávez en 1999, se resisten a premiar sus errores. Unos ya se
han decidido a votar por candidatos de la unidad y otros se han detenido en la
estación de los indecisos, esperando aclarar dudas y temores.
Se está produciendo una
reformulación masiva de la conducta electoral en lo que constituyó una mayoría
sólida durante más de una década. Ello constituye la expresión más relevante de
que se ha iniciado un cambio de ciclo. En lo inmediato va a determinar el tipo
de mayoría que van a obtener los
ganadores en la elección parlamentaria y a mediano plano va fortalecer
una ruta democrática para el relevo constitucional del actual presidente.
La nueva mayoría plural
está constituida por quienes han cumplido el papel de oposición y quienes alargaron su
respaldo al gobierno hasta que se convencieron de que la cúpula de Miraflores
no tenía interés en adoptar soluciones de fondo para aliviar las actuales
calamidades económicas y sociales. Esa nueva mayoría es el primer paso hacia la
unificación de los venezolanos y permite coincidir o competir, en términos
efectivamente democráticos, en el contenido que debe tener el inicio de una
nueva época en el país.
Sus dos principales
vertientes comparten el juicio sobre la involución del país y perciben el
riesgo inminente de pasar de un Estado fallido a una sociedad arruinada. Es una catástrofe en curso. La evaluación
llevada a cabo por organizaciones internacionales da el siguiente resumen sobre
la situación de Venezuela: en libertades políticas, de 195 países calificados
por Freedom House, Venezuela ocupa el lugar 192; en libertades económicas, de
178 países calificados por Heritage, ocupa el lugar 176; y en el índice de
Transparencia Internacional, relacionado con la corrupción, de 175 países ocupa
el lugar 161.
Si todo sigue igual, el
futuro será peor. Según las proyecciones el 2016 agravará dos males letales.
Una contracción económica del 6% y una inflación que podrá estar en 200%. Ya
somos la séptima economía de la región, tras Perú y nuestro PIB ya está 50% por
debajo del de Colombia.
La pregunta que todos
se hacen es simple: ¿hasta cuando vamos a seguir cuesta abajo en la rodada? La
respuesta es que ya esta bueno ya. No es
posible mantenerse indiferentes a la destrucción que está llevando a cabo este
modelo y este presidente. Tampoco es posible no ver las colas ni la gente
buscando remedios desaparecidos o golpeados por los precios de lo que logran
comprar cuando van al mercado.
Haber votado antes por
Maduro no supone ser culpable de los desastres que él ha ocasionado. Pero,
votar ahora por sus candidatos, en una elección que la gente está convirtiendo
en un preaviso, es darle la espalda a los cambios que todo el país quiere.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
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