Hoy
se cumplen 32 años de la decisión de un hombre que salvó al mundo, y nadie
conoce. Y cuántos casos más, similares a este, no conocemos y muestran la
debilidad de los sistemas de destrucción masiva.
A
veces en la historia es más importante lo que casi pasó que lo que realmente
ocurrió. Y quizás lo más asombroso de estas increíbles historias de héroes tan
lejos del glamour de las historietas sean las sincronicidades que las rodean.
Les
voy a contar cómo hace 32 años, un hombre del que la mayor parte del mundo
jamás ha oído hablar se convertiría en el héroe más grande de todos los
tiempos, por haber salvado “literalmente” al mundo de un Apocalipsis atómico.
Corría
el año 1983, plena guerra fría, pero tan caliente como no lo había estado desde
la crisis de los misiles en Cuba. El 23 de marzo, el Presidente Reagan
lanzó“Star Wars – Guerra de las Galaxias”, llamando literalmente a Rusia “El
Imperio del Mal”.
Y
contaba con un importantísimo aliado igualmente decidido en terminar con el
comunismo, Juan Pablo II. Los planetas parecían alineados para acabar con la
Unión Soviética, y los soviéticos se lo tomaron muy en serio.
EEUU
y la OTAN planeaban colocar misiles en Alemania Occidental y organizaban un
ejercicio militar en Europa, entre otras cosas…
Pero
los líderes de URSS eran de la generación de la Segunda Guerra y recordaban
perfectamente cómo, con el pretexto de un ejercicio, Hitler había engañado a
Stalin y lanzado la Operación Barbarroja.
Permitir
que se repitiera era inadmisible. Asumieron que lo del ejercicio era una
tapadera para una invasión real, y tomaron su decisión. Disparar todo su
arsenal al recibir la primera indicación de un ataque nuclear.
La
tensión era Máxima. A punto tal que el 1° de septiembre de 1983, un avión de
línea surcoreano entró por error en el espacio aéreo soviético y no dudaron en
derribarlo sin aviso matando a 269 personas, incluido un senador y varios
ciudadanos americanos.
Esta
historia no pudo haber llegado en peor momento.La noche del 25 de septiembre de
1983, un Coronel de 44 años de la sección de inteligencia militar de los
servicios secretos de la Unión Soviética llegaba a su puesto de mando en el
Centro de Alerta Temprana de la inteligencia militar, desde donde coordinaba la
defensa aeroespacial rusa.
Sin
embargo, ésa debería haber sido su noche libre. Fue convocado a último momento
porque quien debía estar había dado parte de enfermo…Su trabajo consistía en
analizar y verificar todos los datos de los satélites sobre un posible ataque
nuclear americano. Contaba para ello con un Protocolo sencillo y claro. Tan
claro y tan sencillo que había redactado él mismo…
Después
de las verificaciones correspondientes,debía alertar a su superior, quien de
inmediato iniciaría el contraataque con armamento nuclear masivo sobre los
Estados Unidos y sus aliados. Poco después de la media noche, exactamente a las
12:14 del 26 de septiembre del ‘83, todos los sistemas de alerta saltaron; las
sirenas sonaron y las pantallas de las computadoras mostraban: “ATAQUE DE MISIL
NUCLEAR INMINENTE”.
Un
misil había sido lanzado desde una de las bases de los Estados Unidos.Pidió
mantener la calma y que cada uno hiciera su trabajo. Y él hizo el suyo.
Verificó todos los datos y pidió confirmación de visión aérea, los únicos que
no pudieron confirmar dadas las condiciones climáticas. A pesar de las confirmaciones, concluyó que
tenía que haber ocurrido un error. No era lógico que EEUU lanzara UN SOLO MISIL
si estuviera atacando a la Unión Soviética.
Y
desestimó la advertencia como una falsa alarma.Pero poco después, el sistema
indicó UN SEGUNDO MISIL. Y después UN TERCERO.
Preso
de una fuerte descarga de adrenalina, desde el segundo piso del bunker podía
ver, en la sala de operaciones, el gran mapa electrónico de Estados Unidos con
la base militar en la costa Este, desde donde habían sido lanzados los misiles
nucleares, parpadeando.
En
ese momento el sistema indicó otro ataque. UN CUARTO MISIL NUCLEAR, e
inmediatamente UN QUINTO.
En
menos de 5 minutos, 5 misiles nucleares habían sido lanzados desde bases
americanas contra URSS. El tiempo de vuelo de un misil intercontinental
balístico desde los EEUU era de 20 minutos.
La
actividad era frenética. Mientras él analizaba… Después de detectar el
objetivo, el sistema de alerta temprana lo hacía pasar por 29 niveles de
seguridad que debían confirmar, lo hizo sospechar lo contundentemente que
pasaban las alertas los niveles de seguridad.
Sabía
que el sistema podía tener algún mal funcionamiento. Pero, podría todo el sistema
haberse equivocado, 5 veces? ¿O estaba frente a Armagedón?
El
principio básico de la estrategia de la Guerra Fría habría sido un lanzamiento
nuclear masivo, una fuerza abrumadora y simultánea de cientos de misiles, no 5
misiles de a uno. Tenía que ser un error…
¿Pero
si no lo era? ¿Si era una inteligente estrategia americana? El holocausto tan
temido estaría sucediendo y él no haría nada?
Tenía
cinco misiles nucleares balísticos intercontinentales en dirección a URSS y
sólo 10 minutos para tomar la decisión “de qué informar” a la dirección
soviética…
Siendo
perfectamente consciente que si informaba lo que todos los sistemas
confirmaban, desencadenaría la Tercera Guerra Mundial. Los 120 oficiales e
ingenieros militares, con sus ojos fijos en él, esperaban su decisión.
Nunca
antes en la historia, ni después, la suerte del mundo había estado en manos de
un solo hombre como en esos 10 minutos. El futuro del mundo, o no, pendía de su
decisión, mientras él luchaba entre si debía o no hacer accionar el “botón rojo’’.
Pensó:
los americanos aún no tienen el sistema de defensa misilístico y saben que un
ataque nuclear contra URSS equivale a la
aniquilación inmediata de su propia población. Y aunque desconfiaba de ellos,
sabía que no eran suicidas. Se dijo: “Ese gran imbécil no ha nacido todavía ni
siquiera en los EEUU.”
Sabiendo
que si estaba equivocado una explosión 250 veces mayor a la de Hiroshima
ocurriría sobre ellos pocos minutos después sin que pudieran hacer nada, fue
capaz de mantener la cabeza fría, de tener el coraje de escuchar a su instinto
y de ajustarse a la conclusión lógica que le indicaba el SENTIDO COMUN. Y
decidió reportar un mal funcionamiento del sistema.
Paralizados
y sudando a mares, él y los 120 hombres a su cargo contaban los minutos que
faltaban para que los misiles alcanzaran Moscú…
Cuando DE GOLPE, segundos antes, las sirenas dejaron de sonar y las
luces de advertencia se apagaron.
Había
tomado la decisión correcta. Y salvado al mundo de un cataclismo nuclear.Sus
camaradas, empapados de sudor, se lanzaron sobre él abrazándolo y lo
proclamaron un héroe. Él se desplomó en su sillón y bebió más de medio litro de
vodka sin respirar. Al terminar esa noche durmió 28 horas seguidas.
Cuando
regresó al trabajo, sus camaradas le regalaron un televisor portátil de
fabricación rusa para agradecerle. Todos estaban vivos gracias a la decisión
que él había tomado.
Al
enterarse de lo ocurrido, su superior le dijo que sería condecorado por haber
evitado la catástrofe y que propondría crear un día en su honor.
Pero
no fue así. Rusia no podía permitirse que EEUU y el pueblo ruso se enteraran de
lo sucedido.
Fue
reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a un puesto de
menor jerarquía. Y poco después se le dio la jubilación anticipada. Vivió el
resto de su vida en un modestísimo 2 ambientes en los suburbios de Moscú,
sobreviviendo con una mísera pensión de 200 U$S por mes, en absoluta soledad y
anonimato.
Hasta
que en 1998, su comandante en jefe, Yury Votintsev, presente aquella noche,
reveló lo ocurrido, el llamado “Incidente del Equinoccio de Otoño” causado por
una rarísima conjunción astronómica, en un libro de memorias, que por
casualidad llegó a Douglas Mattern, Presidente de la Organización Internacional
de Paz, “Asociación de Ciudadanos del Mundo”.
Y
después de verificar tan alucinante historia, salió en persona en busca de ese
héroe anónimo al que todos le debíamos estar AÚN en este mundo, para hacerle
entrega del “Premio Ciudadanos del Mundo”.
La
única pista sobre dónde encontrarlo la recibió de un periodista ruso, que le
advirtió que tendría que ir sin hacer una cita porque su teléfono no
funcionaba, y su timbre tampoco. Encontrar su rastro en una fila enorme
decomplejos conventillos grises a 50 kilómetros de Moscú no le resulto
fácil. Uno de los vecinos a quien le
preguntó le dijo:“Usted debe estar loco. Si un hombre que ignoró una advertencia
de un ataque nuclear estadounidense realmente hubiera existido, habría sido
ejecutado. En esa época no había tal cosa como una falsa alarma en la Unión
Soviética. El sistema nunca se equivocaba. Sólo el pueblo”.
Finalmente
lo encontró en el segundo piso de uno de los edificios. Sin afeitar y
desalineado, asomó la cabeza. “Sí, soy yo, pase.” Sentí que me encontraba con
Jesús cuando él abrió la puerta”, dijo Douglas Mattern.
Sin
embargo, él estaba viviendo como una persona de la calle. Cojeando, con sus
pies hinchados, sin poder caminar mucho y constándole ponerse de pie, me dijo
que sólo salía para conseguir provisiones”.
Además
de relatarle la historia más o menos como se las acabo de contar, este hombre
le diría: “No me considero un héroe; sólo un oficial que a conciencia cumplió
con su deber en un momento de gran peligro para la humanidad’’. “Sólo fui la
persona correcta, en el lugar y momento indicado”.
“En
un mundo tan lleno de vanidosos que“pretenden” salvar algo cuando en realidad
lo único que hacen es daño a los demás y al planeta. En un mundo tan lleno de
miserias, mezquindades, egos, avaricia y ambiciones; la humildad de este hombre y su indiferencia por
la fama y la importancia, estremece
profundamente”, dijo Mattern.
Después
de conocerse este hecho, expertos de EEUU y Rusia calcularon cuál habría sido
el alcance de la devastación según el arsenal con el que contaban y habrían
lanzado en ese momento.
Y
llegaron a la friolera de que entre 3 y 4 MIL MILLONES de personas, directa e
indirectamente, fueron salvadas por la decisión que ese hombre tomó esa noche.
“La faz de la tierra se hubiera desfigurado y el mundo como lo conocemos,
acabado”, dijo uno de los expertos.
Recibió:
• El Premio Ciudadano del Mundo el 21 de
mayo 2004.
• El Senado australiano lo premió el 23 de
junio 2004.
• Fue honrado en las Naciones Unidas el 19
de enero 2006. Dijo que fue su “día más feliz en muchos años.”
• En Alemania, en 2011, el dieron el
Premio Alemán de Medios, que reconoce a
personas que han hecho contribuciones significativas a la Paz Mundial, por
haberevitado una potencial guerra nuclear.
• Fue Premiado en Baden Baden el 24 de
febrero del 2012.
• Galardonado con el Dresden Preis en 2013.
• Y Kevin Coster realizó el documental “El
Botón Rojo” en su honor.
Hoy
en día continúa viviendo en su pequeño departamento de las afueras de Moscú,
con su pequeña pensión de 200 u$s al
mes, en relativo anonimato. Les dio la mayor parte del dinero de los premios a
sus familiares y guardó un poco para
comprarse una aspiradora con la que había soñado, y resultó defectuosa.
Cuando
me enteré de esta historia, lo primero que pensé fue si, cuando sus vecinos o
alguien lo destrata al mirarlos, alguna vez pensó que esa persona, su familia,
descendencia y amigos están ahí gracias a él… Si cuando ve las noticias y todo
lo que pasa en el mundo, alguna vez se
dijo que todo eso pasa por la decisión que él tomo en esos 10 minutos… Si
cuando mira el sol salir o ponerse, alguna vez piensa que tanta gente también
lo puede hacer gracias a él…
Y
me pregunto cuánto Darma puede ganar un alma humana que salvó miles de millones
de seres humanos, plantas y animales; a un planeta… Ese viejito que vive en un mísero 2
ambientes en los suburbios de Moscú con unos míseros 200 u$s mensuales
SALVÓ
AL MUNDO, Y NADIE LO SABE.
Cómo
es posible que después de 32 años tan poca gente en el mundo sepa de él?
Me
resulta inconcebiblemente y muy injusto. Por eso. En este nuevo aniversario de
la decisión de sentido común que salvó al mundo, sólo quería que conozcan al Hombre que la tomó.
Hugo
Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
Argentina
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