Cuando
uno oye hablar de la Interpol, tanto en Venezuela como en cualquier latitud del
mundo, la palabra es asociada con “seguridad”. La Interpol es una institución
respetada y en muchos casos temida en el mundo entero, por su eficiencia al
momento de combatir el crimen.
En
Venezuela donde el mundo bizarro se hace presente, la delincuencia ha perdido
el respeto por cualquier institución, al punto que la hijastra del jefe de
interpol en el país sufrió de un secuestro exprés. Ese tipo de crimen ha ido en
incremento en todo el país, ya no solo es un problema para los ciudadanos
comunes, sino que ha llegado a las altas esferas del poder.
En lo que va de año, solo en la Gran Caracas, 125 policías han caído a manos del hampa. La impunidad es tan alta que ya no existe el más mínimo respeto por los cuerpos policiales. La muerte de un jefe del CICPC el pasado fin de semana, cuando comía en un restaurante, es otra triste prueba del desafuero de la delincuencia venezolana.
Cuando
los oficiales cuya función es protegernos son atacados sin ninguna
consecuencia, la ciudadanía se horroriza. Ese miedo ha comenzado a generar
reacciones entre los miembros de ciertas comunidades especialmente golpeadas
por el hampa, el incremento en los ajusticiamientos y linchamientos por parte
de las comunidades, es una señal de la situación caótica en que nos
encontramos.
La
renuncia por parte del Estado de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, la
entrega del control de las calles al hampa, ha empujado a los ciudadanos a
tomar la justicia por su propia mano ante esta ola delincuencial.
El Estado
venezolano ha fallado en su función primordial, garantizar la vida y los bienes
de los venezolanos. Estamos frente a un Gobierno fallido que no puede cumplir
con su obligación más básica.
En los últimos meses observamos despliegues importantes de mecanismos de seguridad llamados OLP, pero esos golpes acertados no están enmarcados en una política estructurada y completa de seguridad, por lo tanto solo sirvieron para deslumbrar. Las OLP fueron como los fuegos artificiales, un espectáculo grande y ruidoso, pero que duró unos segundos y no trajo mayores resultados.
Con
el madurismo nadie está exento de ser víctima del hampa, es por ello que
apostar al cambio es fundamental para asegurar la integridad de la ciudadanía,
no podemos dejar en manos de los actuales gobernantes nuestras vidas, porque la
realidad apunta a que no han sido capaces ni de protegerse a sí mismos.
Leonardo
Fernandez
leocat100@hotmail.com
@leofernandezf
Zulia
- Venzuela
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