Muchas valiosas
opiniones, hacen referencia al caso venezolano (sin profundizar en la economía
política como anatomía de la sociedad) como si estuviésemos en presencia de una
crisis parcial de un ciclo económico, es decir como si el sistema gozara de
“buena salud” y por tanto en capacidad de recuperarse rápidamente de sus convulsiones
internas; negando a todo evento que nos estamos desenvolviendo bajo un enfoque
gubernamental “revolucionario” que apuntala una sociedad de clases y por tanto
dependiente de las ideologías en aras de motivar y racionalizar la división, al
tiempo de procurar una organización socialista de la economía (socialización
del mercado) bajo la premisa de garantizar ingresos a los ciudadanos aun sin
trabajar (misiones), lo cual lleva implícito la abolición del capital en favor
de empresas publicas autogestionadas de manifiesta ineficiencia, que luego
intentan corregir mediante una planificación centralizada que mantiene el
aparato productivo público en permanente reestructuración, para que participen en un mercado socializado
donde intervienen entidades públicas financiadas más por los impuestos pagados
por las empresas privadas y las familias que por las transacciones que ellas
mismas realizan; bajo la intención subyacente, sostienen, de modificar la
supuesta explotación del trabajo (plusvalía) por un trabajo explotador que
resta importancia a la producción de bienes.
La Academia Nacional
de Ciencias Económicas, se pronunció recientemente (15/10/15) señalando entre
otros aspectos, que la población venezolana viene padeciendo un acelerado
deterioro en su condición de vida, que tenemos la tasa de inflación más alta
del mundo (algunos estiman que puede llegar al 300% a finales del 2015), que
tenemos un pronunciado desabastecimiento, que han desmejorado los servicios
públicos, que se ha experimentado una mengua de los salarios, etc; al tiempo de
señalar que las causas emergen del proyecto económico implantado que ha
despilfarrado más de 1,3 billones de $ con fines estrictamente políticos, e
igualmente se ha destruido la capacidad productiva doméstica, aumentado la
dependencia del ingreso petrolero, se socavaron los derechos de propiedad y en
general se mantiene la economía sometida a una serie de regulaciones y
controles.
La “revolución
socialista” en Venezuela, carece de un proyecto de sociedad (salvo destruir el
sector privado) ya que en mucho está sustentada en una lectura “oral”
tergiversada de El Capital, que es realmente un importante estudio científico
del nivel económico y un análisis del Estado, el derecho y la ideología del
modo de producción capitalista; siendo que el “proceso” apenas apunta hacia una
“tiranía de la mayoría” sobre las necesidades definidas por una minoría
dirigente que supuestamente gobierna en “nombre del pueblo”, a la luz de
secuestrar la economía y encerrarla en una hipotética planificación imperativa
aislada del mínimo calculo económico, recurriendo a la autogestión para
intentar pasar de un régimen a otro sin tener claro sus dirigentes políticos y
el pueblo mismo hacia donde se va, apenas “conociendo” que el “problema de
fondo” es la propiedad: propiedad privada (que no es absoluta en la economía
capitalista) vs propiedad del Estado; teniendo como “enemigo” la producción de
bienes de consumo por parte del sector privado impulsando una “guerra económica
gubernamental” contra su capacidad de producir rápido y eficientemente. Es
obvio, que en esa estrategia subyace impulsar un cambio de modo de vida (que la
mayoría poblacional rechaza) por medio de la propiedad del Estado que muy poco
resuelve en materia de bienestar ya que administra “sus” empresas como
servicios públicos en aras de producir bienes sociales y dividendos
electorales.
Ha de tenerse
presente, que el proceso de transformación de la producción privada en
producción estatal lleva implícito la eliminación del mercado como condición
indispensable para instaurar el socialismo (en vía al comunismo), momento en el
cual cesa la producción de mercancías (bienes que se intercambian en el
mercado) siendo sustituida a través de un proceso de apropiación social de los
medios de producción los cuales pasan a ser regulados por la “planificación
social” en un contexto de mercado socialista como una institución para el
intercambio de equivalentes (el tiempo de trabajo empleado por un productor es
intercambiado por bienes producidos por una parte equivalente de tiempo de
trabajo social de otros productores por medio del uso de certificados de
trabajo); con la dificultad (¿utopía?) que conforma esa intención ya que una
sociedad comunista (si alguna vez llega) emerge de una sociedad capitalista y por
ende estará cargada de sus aspectos económicos, morales e intelectuales.
A tenor de lo
expuesto, genera estupefacción el reduccionismo de algunos analistas cuando
sostienen que para superar la crisis económica general que hoy experimenta el
país apuntalada por convicciones ideológicas inconmovibles y por el deseo de
permanecer como sea en el poder, basta con aplicar un plan de recuperación del
aparato productivo privado nacional cuando en simultaneo el Gobierno está
recortando las divisas al sector, con elevar las reservas liquidas del BCV (el
75 % de las reservas están en oro), con estimular las inversiones nacionales y
extranjeras, con flexibilizar el control de cambio, con aplicar una unificación
cambiaria, propiciar la estabilización del tipo de cambio y los precios,
generar un clima de confianza, ejercer una férrea disciplina monetaria y
fiscal, entre otras; todo ello dejando al parecer inalterable la visión de
destrucción del sector privado de la economía para instaurar desde sus
escombros un socialismo a la antigua reemplazando sus “principios” por otros
“más actuales” dentro de un marco de revisionismo oportunista reducido a
consignas y eslóganes por un mundo más justo.
En fin, el proceso
revolucionario no han superado el eslogan de “no volverán” (en referencia a los
partidos oposicionistas) y con el tiempo algunos han agregado: “ni ustedes
tampoco cuando se vayan”; en una confusión que deja algo muy claro: se hace
necesario rescatar la economía de las garras del Gobierno.
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
Miranda - Venezuela
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