70 años atrás, en 1945, fue la última que los
dos máximos líderes de China y Taiwán estrecharon sus manos. Desde 1949 una
glacial distancia se había instalado entre las dos partes a partir del momento
en que Chiang Kai-shek fundó la República Popular China en abierta provocación
a los nacionalistas de Taiwán.
Pasaron 23 años sin que ningún contacto se
produjera hasta que Richard Nixon, en una visita de Estado, tomó la iniciativa
de acercar los dos modelos políticos y normalizar las relaciones entre China y
Estados Unidos. Taiwán, sin embargo no se sumó a este esfuerzo a pesar que
muchos países siguieron los pasos de los norteamericanos. .
Por ello, el
encuentro que tuvo lugar el sábado pasado en Singapur entre Xi Jinping y Ma
Ying-jeou fue una sorpresa para todos. No solo la visita fue hecha pública solo
tres días antes. Lo novedoso es que un cambio de vientos que se está gestando,
sin que los entretelones dejen ver claro
hacia dónde soplan, ni mucho menos si la nueva realidad cuenta con el apoyo de los súbditos del único
en el binomio que practica el libre albedrío ciudadano: Taiwán.
Salvo Ma Ying-jeou,
nadie podía dar crédito a sus oídos cuando el Mandatario Chino aseguró de viva
voz y públicamente que por ser miembros de una misma familia, por ser hermanos,
chinos y taiwaneses, están “conectados por la piel aunque tengan algunos huesos
quebrados”. La edulcorada y pegajosa frase en boca de una figura tan cimera de
la gran potencia de Asia, provocó una respuesta inesperada de Ma. Sagazmente el
mandatario afirmó que los dos países tienen sistemas políticos diferentes y que
los conflictos deben ser reemplazados por el diálogo. Hasta allí.
Una buena dosis de
hipocresía política exhibieron los dos lados del encuentro lo que hace más
confusa la situación. Ningún compromiso fue asumido, hasta el punto que ni uno
ni otro interlocutor dos permitió que su contraparte pagara su parte de los
gastos de la cena en el restaurant donde se celebró la reunión, pero lo cierto
es que la comedia no fue bien recibida en Taipei y ha sido calificada por los
observadores políticos como un subterfugio electoral por parte del líder de la
isla. El país va a elecciones en el 2016 y el plato fuerte será el tema de la
unificación con el gigante.
El caso es que el
líder chino Xi y el Partido Comunista en su país están lejos de querer abrazar
un modelo democrático y liberal mientras que a lo que sí aspiran es a una
reunificación territorial. Y en el otro lado de la ecuación, Ma gobierna un
Estado donde 80 % de los votantes mira con espanto una posible integración con
el autoritarismo que es la regla en el país contiguo.
Algo parece, en realidad, estarse cocinado
entre Beijing y Taipei que hasta el presente no luce transparente ante terceros
y cuyos verdaderos fines son conocidos de los dos líderes, mas no así de la
población.
La prensa mundial ha festejado el inicio del nuevo capítulo en las relaciones mutuas que pudiera estarse iniciando se abre con el apretón de manos. Porque lo único que si es claro y compartido por todos, en la región y en el mundo, es que reducir las tensiones en esta parte del planeta se ha vuelto imperativo y que sin duda el evento y el ánimo de distensión tienen una importancia superlativa.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario