La Teoría de Organización establece condiciones que fundamentan instancias de planificación de políticas que responden a exigencias planteadas por realidades cuestionadas.
El devenir
político-histórico ha confirmado repetidas veces, que los partidos políticos
son capaces de ganar elecciones por cuanto no les resulta del todo complicado
cuando sus aparatos electorales trabajan organizadamente. O sea, a instancias
de métodos de planificación de campañas electorales cuyos criterios de eficacia
saben responder a la voz de la calle. Los problemas vienen luego. Sobre todo,
cuando comienzan a emerger factores de disociación entre el programa electoral,
el plan de gobierno y la acción del gobierno. Disociación ésta que se agrava a
medida que las confusiones propias de discursos ilusionistas o fundamentados en
consideraciones proselitistas, se acentúan. Más, cuando deja de advertirse que
los criterios de eficacia electoralmente empleados, tienden a perder fuerza en
virtud de las intemperancias propias del desespero al que se llega sin mucha
espera.
Tan apretadas
realidades, animan desaliento y desconfianza que finalmente terminan agravando
problemas que se suponían encaminados a ser solventados. Sin embargo, surgen
restricciones impuestas al voleo que desatan relaciones de fuerza que le restan
eficacia a procesos políticos iniciados en nombre de la justicia y de la paz.
En el curso de estos acontecimientos, se dan las condiciones necesarias para
que buena parte de las promesas electoralmente adquiridas se vean incumplidas
lo que provoca que el ambiente político se colme de la misma indolencia a la
que la rutina somete dichas promesas. O también, de la misma indignación que
aviva el rechazo que, a su vez, estimula la aplicación del voto-castigo.
Esta breve síntesis
evidencia la dinámica que caracteriza toda situación que, políticamente,
recorre los escabrosos parajes del tránsito que se da por espacios dominados
por la demagogia, la ineptitud, la indolencia, la intolerancia y el
resentimiento. Causales éstas, adoptadas como criterios de gobierno para
enturbiar los aires que requiere respirar la democracia. Precisamente, sortear
las complicaciones de momentos abruptos como éstos, obliga a razonar lo que más
adelante las circunstancias pueden asomar de no actuarse con la previsión y el
cuidado que dichas situaciones comprometen.
Particularmente, en el ejercicio de la política.
Lo que tiene por
delante ese importante equipo de hombres y mujeres que, en representación de
los partidos políticos: Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y
Voluntad Popular, se la jugaron de cara a los embates preparados por afectos de
la revolución a la orden del gobierno central, no es nada fácil. Más, en medio
de la controversia que la propia crisis de Estado ha venido estimulando como
razón para justificar el desparpajo de decisiones gubernamentales que no
reconocen las realidades económicas en que se debaten sus consecuencias. A este
respecto, se hace necesario considerar dos apreciaciones. Una primera que debe
evaluar los entuertos a enfrentar en lo interno, como unidad. Y otra segunda,
que también debe tantear el entorno estructurado en el plano controlado por
agentes gubernamentales bajo el enfoque de la administración de conflictos.
Cada una, atendiendo contextos diferentes pero mancomunadas por las causas que
provocaron tanto una crisis del tipo de acumulación, como una crisis del tipo
de dominación vigente.
Lo resumido de esta
disertación, sólo da espacio para analizar la primera de las visuales aludidas.
En este orden de ideas, es fundamental que el equipo político integrado por los
diputados representantes de la Unidad Democrática, actúen como uno sólo. Para
ello, la decisiones deben elaborarse tamizando las alternativas y reacciones
posibles cuales escenarios en formulación. Así, podrán confeccionarse las
respuestas que de este digno equipo espera un país anhelante de soluciones a
problemas que vinieron acumulándose como “basura en contenedores sin fondo”. La
Teoría de Organización establece condiciones que, a los fines de identificar
variables de análisis de suma pertinencia y aquiescencia o anuencia, sirven
para fundamentar instancias de planificación de políticas que responden debida
e inmediatamente a las exigencias que plantean las realidades en cuestión. Por
supuesto, esta necesidad de actuación a lo interno, debe acompañarse con
mecanismos de motivación al logro que inciten disposiciones que, en medio de la
incertidumbre reinante, exhorten posturas de creatividad e integración. Porque
sin duda, lo difícil viene ahora.
VENTANA DE PAPEL
¿CÓMO INTERNET
CONDICIONA ACTITUDES POLÍTICAS?
Las ventajas de la
Internet, son indiscutibles. Sobre todo, al momento de prestarse para soportar
la información que motiva actitudes políticas y de todos los géneros posibles
que sirven al hombre para justificar decisiones de vida. La investigación de la
periodista Eliana Balestrini Rojas, arroja la data necesaria para inferir sobre
cómo las tecnologías de la información y comunicación tienen la fuerza procesal
necesaria para influir en el comportamiento del ser humano.
El trabajo referido,
aunque supeditado al ámbito del Municipio Libertador del Estado Mérida, es
demostrativo del uso y aprovechamiento de las susodichas tecnologías por sus
habitantes. Más aún, destaca que dicho municipio “está por encima del estándar
de penetración de Internet en Latinoamérica y los mayores usos que se le da al
Internet son para trabajo, recreación, investigación y noticias”. Sin embargo,
no todo es halagador.
El análisis sorprende
toda vez que algunas de sus observaciones poco o nada destacan el mito que
llevan a pensar que la ciudad de Mérida, por tratarse de ser “una Universidad
con una ciudad por dentro”, es cuna de una intelectualidad que arropa a casi
todos los grupos sociales que determinan su vida sociopolítica y
socioeconómica. Nada de eso. Tal mito se cae al demostrarse que escasamente una
mitad de esa población consultada por el interés de averiguar su talante
político determinado por el influjo de las tecnologías de la información y
comunicación, y que inicialmente se pensó que podían ser egresados
universitarios, no es tal. De modo que la población merideña de la que se ha
dicho ser de las más cultas del país, más de su mitad no cumple con la
condición de ser formada universitariamente.
Otra de las inferencias que del aludido
análisis igualmente sorprenden, tiene que ver con la cultura política. El caso
es que no por tratarse de un universo consultado de raigambre merideño, su
formación política está a la altura de lo que representa vivir en el seno de
una ciudad universitaria. Hay razones demostradas para dar cuenta de la
precaria cultura política de buena parte de dicha población. En el fondo de
todo ello se advierte una brecha entre lo que significa actuar influido por valores
de una cultura política afianzada, y lo que representa la actitud de un
habitante que, sus insipiencias, aunque informado del devenir político nacional
y regional, no le permiten formalizar ideas propias que le beneficien como
sujeto político e individualidad sociocultural.
A fin de cuentas, el
trabajo de Balestrini, cuya exposición le valió el más alto reconocimiento
académico del jurado de profesores del Centro de Estudios Políticos y Sociales
de América Latina, de la Universidad de Los Andes, rebasa las expectativas de
quien puede atreverse a levantar una idea de lo que el problema de cómo las
tecnologías de la información y comunicación, pueden marcar la actitud y
pensamiento de una persona asediada por el interés o necesidad de mantenerse
informada sobre la cotidianidad de la política. El trabajo de Eliana Balestrini
sabe responder a ¿cómo la Internet condiciona actitudes políticas?
“Las dificultades son el cauce que abren el camino a la política. Pensar en la ausencia de conflictos en política, es imaginar el mundo en contrario. Cada problema aviva razones para seguir desafiando más problemas”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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