domingo, 13 de diciembre de 2015

SIMON GARCIA, RECONOZCAMOS LA VICTORIA.

Los resultados expresaron una rotunda demanda de cambio. Incluso, una parte de quienes no votaron por la MUD, lo desean. El tema es que existen diversas versiones sobre lo que hay que cambiar, cómo hacerlo y con cual orden de prioridades.

            Exponer su versión desde el espacio de un poder público reconquistado para la democracia, sostener firmemente una conducta de cooperación con autonomía y de control sin obstrucción es el primer paso para el reconocimiento práctico de esta primera gran victoria. Reconocerla, igual como se pide hacer con las derrotas, es reflexionar sobre sus alcances y las dificultades que debe vencer para acrecentarla. 
            Reconocer la victoria supone examinar, para innovar y reformular, la estrategia que condujo al triunfo. Explorar el modo de iniciar cambios que contribuyan a la estabilidad, de actuar para reconstruir socialmente la economía y relanzar una propuesta avanzada sobre la democracia.  La herramienta es el programa legislativo para el 2016, sobre el cual hay que hacer un adelanto navideño, para reforzar la alegría general y tranquilizar a los temerosos.
            Reconocer la victoria es renovar la confianza  en una política que atinó en promover espacios de encuentro entre partidarios de proyectos distintos, la unión entre las fuerzas de cambio y el cuidado en preservar y acumular fuerzas frente a las tentaciones del inmediatismo y el espejismo de salidas ficticias. Es también celebrar que tenemos un relevo dirigente que combina distintas capacidades, experiencias y edades  y que va más allá de los cuatro Secretarios Generales y Chúo Torrealba. Ellos tuvieron éxito en ganarle el pulso al lado autocrático del proyecto y el Estado que se nos quiere imponer.
            En medio del júbilo resulta verdaderamente preocupante que la cúpula gubernamental intente reponer la polarización en un marco en el cual le atribuye al cambio el propósito de acabar con las misiones, despedir trabajadores o entorpecer la realización de nuevas obras. Escoger la intimidación y la descalificación de la mayoría parlamentaria, sacar de  contexto, tergiversar y acompañar de inventos la declaración de Henry Ramos no puede ser la ocupación del presidente mientras la crisis nos devora a todos.
            El presidente está a tiempo para oír lo que la sociedad expresó con su voto. A él le corresponde abrir el diálogo, buscar la cooperación, dedicarse a ganar el apoyo del nuevo parlamento para abordar juntos el modo de superar los males y problemas económicos que están ahogando a todos los venezolanos. Debería, para generar un indispensable clima de convivencia, reconsiderar su posición respecto a la amnistía.
            Los mismos votantes que sustentaron durante años las victorias del proceso, son los que hoy lo abandonan ante la inconsecuencia, la incapacidad y la termita de la corrupción que minó los más altos niveles del enchufaje. Al presidente no lo derrotó la derecha ni la guerra económica sino la gente de sectores populares emblemáticos como Catia, 23, Petare, Guayana, Guarenas o el sur del sur de Valencia. Si insiste en profundizar sus fracasos perderá lo que le queda de apoyo social, que aún es estimable. Enterrará la era Chávez.
            El episodio sobre ANTV indica que el gobierno está convencido de que creció en la campaña elevando la confrontación y tocando la tecla del temor. El entrompe provocador  está servido. A la MUD y a quienes votamos por ella no nos sale responder desde un triunfalismo arrogante ni con la errónea suposición de que para consolidar las fuerzas de cambio basta con levantar la voz y confrontar en pelo.
             Hay que reconocer esta victoria como un comienzo. Insistir en ofrecernos, con sentido de país, como la alternativa para lograr juntos una sociedad más justa, más democrática y con más calidad de vida para todos.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

Caracas - Venezuela

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