“Los legisladores han dicho: perezca la república antes que los principios; sin ver que los principios se sepultan con la república” Simón Bolívar
La aplastante derrotada sufrida
por el oficialismo en las pasadas elecciones parlamentarias, permite la lectura
de este proceso eleccionario, en el que por primera vez en 17 años la oposición
copa el escenario político a nivel nacional, lo cual le permitirá recuperar con
una mayoría holgada todos los poderes constitucionales, con facultad para
aprobar leyes, tales como el presupuesto, créditos adicionales, interpelar
ministros, entre otros, y tomar importantes y trascendentes decisiones.
Deberán erradicar los nuevos
parlamentarios la vergonzosa imagen de un parlamento convertido en una gallera,
en la que muchos de sus simpatizantes hasta dormían en los brazos de Morfeo,
insultaban a sus adversarios políticos con vulgares expresiones que salían a la
luz pública en la pantalla de ANTV, solo por el hecho de no votar a favor de la
propuesta del oficialismo, llegando al extremo de agredir físicamente a sus
adversarios como ocurrió con los diputados, María Corina Machado, Julio Borges
y William Dávila, hecho público y notorio que copó las páginas de los diarios y
noticieros de televisión, ante la mirada complaciente y cínica sonrisa en su
rostro del presidente de la AN, quien finalizaba manifestando con voz
cuartelera: ¡Quienes estén de acuerdo con aprobar el punto que se acaba de dar
lectura, levanten la mano en señal de costumbre! , Y Claro, automáticamente
procedía a hacerlo la bancada oficialista, en medio de los gritos de sus
corifeos y el coro de acólitos cómodamente instalados en los sillones del palco
de la Cámara.
Tienen el ineludible compromiso
los 112 nuevos legisladores del cambio, debatir, legislar, aprobar la ley de
amnistía y reconciliación nacional, para que sean puestos en libertad todos los
presos políticos, tanto los emblemáticos como Leopoldo López, Antonio Ledezma o
Manuel Rosales, así como los más de 100 estudiantes detenidos sin fórmula de
juicio y otras personas como los 10 policías de la Metropolitana, que pagan
injusta condena como el Comisario Iván Simonovis. Además de las leyes antes
indicadas, están obligados a impulsar
aquellas que respalden y consoliden el aparato productivo del país, a fin de
que la economía se recupere.
Si algo le hace un terrible daño
al país, es el marcado interés del régimen en imponer una ideología en su
gestión, bañada en lánguidos mensajes en los que aflora la imagen de Hugo
Chávez, el Comandante eterno –como lo suelen llamar los chavistas – fallecido
ya hace dos años y cuya figura la han convertido hasta en una deidad,
idiotizando a sus incrédulos seguidores, a los que les han introducido en su
cerebro, la idea de que la mentada revolución socialista, bolivariana y
marxista es la panacea para combatir todos los males que aquejan a los
venezolanos, culpando al mismo tiempo al imperio, a la boliburguesía, guerra económica,
enemigos del pueblo, antipatriotas, escuálidos etc. etc., por mencionar solo
algunos de los epítetos que son lugar común en el vulgo del chavismo.
Cabe significar que las
ideologías se originan en hombres excepcionales que sacudieron al mundo de su
somnolencia, sin que por ello pueda pensarse que su paso por la historia haya
sido positivo para la humanidad, por cuanto sus concepciones al mismo tiempo de
ejecutarlas, condujeron a la ruina de sus pueblos. Beltrand Russell, al afirmar
que “entre el temperamento de un gran criminal y el de un gran estadista gestor
de ideologías, puede haber menos diferencia de la que suele creerse”. Las
dictaduras son el siguiente paso obligado de las ideologías, por cuanto agreden
y sojuzgan a los seres humanos. Tal es el caso del nazismo hitleriano, que
fuera concebido como la feliz fórmula para la redención democrática alemana, la
cual derivó en un demencial racismo y culminó con el criminal holocausto judío.
En tanto que el marxismo, concebido para redimir a los pobres del mundo, fue la
herramienta que acabo con las libertades de medio mundo.
Quienes enarbolan fanáticamente
las banderas del llamado socialismo del siglo XXI y se encuentran enquistados
en el poder, deben comprender que el pasado domingo, casi dos siglos después,
el pueblo venezolano dijo, como en su himno: ¡Abajo cadenas! Votando
mayoritariamente en contra del paso final que Hugo Chávez pretendió dar para
consolidar de una vez y para toda su vida, el control total del destino y las
instituciones de este noble pueblo. El
siguiente paso será el de abrir la puerta al inaplazable diálogo, no sólo
político, sino entre todos los actores públicos, privados y sociedad civil, por
cuanto está en juego el futuro del país ante la grave crisis que se vive y
corre el riesgo de prolongarse, de no adoptarse ingentes medidas.
Pero surge el desaliento, cuando
observamos envanecido y sin disimular su malestar, a la cabeza del gobierno y
presidente del PSUV, Nicolás Maduro, no aceptar con humildad, madurez, sensatez
y serenidad el triunfo de los opositores, la derrota de su partido y a futuro –
no se sabe si a corto o mediano plazo - la suya propia, llegando al extremo de rechazar la solicitud
que organismos internacionales y las esposas de Leopoldo López y Antonio
Ledezma habían solicitado, para que decretara una amnistía que permita la
libertad de los presos políticos. Mostrando su soberbia manifestó: ”me podrán
enviar mil leyes pero los asesinos de un pueblo tienen que ser juzgados y
tienen que pagar”. Pretende descalificar el triunfo de la oposición aduciendo
la supuesta compra de votos y dice tener pruebas. Si son como las que dijo en
varias ocasiones tener sobre la conspiración para derrocarlo, son letra muerta,
pues jamás las mostró.
Su par político, presidente de la
Asamblea Nacional, por su parte, manifestó que “antes de que asuma la nueva
Cámara de mayoría opositora electa el domingo, la actual Asamblea Nacional
nombrará 12 nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, que serán
juramentados antes de que termine el año”, en franca y abierta contradicción de
lo que contempla el espíritu de la Constitución, en su Capítulo III : “el
ingreso a la carrera judicial y el ascenso de los jueces será por concursos de
oposición públicos, que aseguren la idoneidad, capacidad y probidad de los
jueces designados. En tal virtud, todos los cargos de jueces y magistrados de
tribunales o cortes, unipersonales o colegiados, distintos al Tribunal Supremo
de Justicia, deberán ser designados mediante concurso público. Ni se realizó concursos
de oposición, y los designados a dedo por Cabello son militantes del partido de
gobierno, por lo que no dudaríamos nuevamente en observar el denigrante
espectáculo de jueces con tus togas y birretes, saltando en el TSJ al grito de “Uh… Ah…Chávez no se vá…”Y para
colmo, designa como defensora pública a la jueza Susana Barreiros que condenó a
Leopoldo López, en juicio que según el ex Fiscal Franklin Nieves fue amañado
por instrucciones provenientes de Miraflores. Una bofetada a la verdadera
justicia, porque cómo puede ejercer el cargo de Defensora Pública, órgano del
sistema de justicia cuyo propósito fundamental es garantizar la “tutela
judicial efectiva del derecho constitucional a la defensa en las diversas áreas
de su competencia”, quien según la denuncia indicada anteriormente, no ofreció
la tutela efectiva en el ejercicio de los derechos e intereses legítimos del
líder de la oposición, que purga condena de 13 años de prisión.
No terminan de comprender o más
asimilar Maduro, Cabello, Jaua, Arreza y el alto mando político del régimen
cívico-militar, que el pueblo dio una abierta demostración el pasado 6 de
diciembre de estar cansado de la alarmante pobreza, violencia, escasez de
productos y medicinas, desigualdades y abuso de poder, y ello constituye la
primera clarinada de alerta que no quieren asimilar los caudillos de la mal
llamada revolución bolivariana y socialista, demostrando en consecuencia que no
tienen la grandeza de aprender de sus
derrotas y rectificar en el camino.
Ni la persecución, atropellos,
amenazas, clausura de medios independientes, dádivas, demagogia, populismo, ni
todo el petróleo del mundo pudo comprar el espíritu libre de jóvenes estudiantes, amas de casa,
trabajadores, obreros y profesionales que estuvieron y siguen dispuestos a
librar sin temor, la batalla que hizo posible la derrota del quienes se
creyeron dueños del país. Fue una lección de sacrificio, valentía y amor por la
patria
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio
Nacional de Periodistas (CNP-122)
Aragua - Venezuela
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