Bien amigos lectores,
el resultado de las elecciones del 6D ha sido sorpresivo. El oficialismo quedo
boqui abierto ante la deserción masiva de sus votantes. La oposición, por su
parte, logro capturar esa desafección política y articularla a su oferta
política. En las líneas que siguen voy intentar analizar, desde una visión
antropológica, este resultado electoral. Desde luego, esta mirada es una de las
tantas interpretaciones susceptibles de ser elaborada. El acto electoral es
complejo. Si se quiere, esta
actividad condensa múltiples
determinaciones: culturales, emocionales,
discursivas, económicas, etc. Voy a referirme al condicionante cultural.
La antropología,
desde los inicios del siglo XX ha introducido en su arsenal teórico el concepto
de “potlatch”. Con este nombre se designa una ceremonia llevada a cabo en
algunas tribus de la Columbia Británica -la más citada es la de los
kwakwaka'wakw- que tenía lugar con motivo de celebraciones, ritos de paso,
tratados de paz, etcétera. Los potlatch, prolijamente descritos por la antropóloga
Ruth Benedict, consistían básicamente en un espectacular intercambio de regalos
que prestigiaban a quienes los ofrecían. En forma sencilla, este ritual
consistía en la obligación de Dar, Recibir y Devolver.
En términos políticos
esta ceremonia equivale a las prácticas clientelares que han caracterizado a
los populismos en América Latina. Sus crisis (Argentina, Ecuador, Brasil) se
inician cuando la última fase del ciclo no se cumple. Los gobiernos dan (casas,
tabletas, bolsas de comida, etc.); lo electores (clientela) reciben pero,
la etapa del ciclo (devolver) no se
activa en su totalidad.
En otras palabras, no
tan solo no finaliza el circuito clientelar, sino que el “dador” es castigado
y, circunstancialmente, la lealtad es transferida al competidor electoral. En
el caso que nos ocupa la Mesa de la Unidad Democrática.
Desde luego, estamos
esquematizando un proceso complejo. En la victoria del 6D intervinieron otros
factores atribuibles a la capacidad táctica y estratégica de la dirección
política del grupo opositor. Es indispensable, ahora, consolidarla. Tarea esta
que se llevará a cabo en el marco de un contexto de creciente hostilidad de
parte de los perdedores en estas elecciones.
Para finalizar este
breve escrito, me voy a permitir sugerir algunas ideas sobre los procesos de
transición política. Robert Dahl (1915-2014), profesor de ciencia política de
la Universidad de Yale señalaba que los fenómenos de democratización son el
resultado de incrementar, por un lado, el costo de la opresión y, por el otro,
reducir el asociado a la tolerancia. “La democratización es el resultado de
incrementar el costo de opresión al tiempo que se reduce el costo de
tolerancia”. En otras palabras, la gente que detenta el poder debe sentir que
hay espacio para la negociación. Es lo que también se ha denominado “transición
por transacción”. Este último modelo fue el que se llevó a cabo en el Chile del
General Pinochet. En conclusión, el costo de opresión debe aumentase, hasta el
punto que sea insostenible (11 de Abril) y, en paralelo, reducir el de
tolerancia. Solo así, podría iniciarse el tránsito hacia la democratización del
país.
En fin, el 6D abre
las compuertas para iniciar un proceso de redemocratización del país. Desde
luego, el camino hacia el futuro se encuentra empedrado. Se requerirá toda la
energía e imaginación democrática para sortear esos obstáculos y permitir que
el país, de una vez por todas, se encamine en paz hacia el siglo XXI
democrático.
La política, sin la menor duda, tendrá que ser así.
Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo - Venezuela
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