Muy
dentro de cada uno de nosotros, vive el escondido anhelo de realizar algo que
llene nuestra vida de satisfacción y felicidad.
Pero
para que eso ocurra debe existir la esperanza de que pueda materializarse.
Afortunadamente
la mayoría del pueblo venezolano la tiene. Quienes aún apoyan esta catástrofe
de gobierno, una minoría y bajando, afortunadamente, no pueden creer que puede
haber una mejor manera de vivir. A decir verdad, ese país al que me refiero
nunca ha existido. Pero no por eso debemos dejar de soñarlo.
Esa
minoría no es capaz de soñar con una Venezuela libre de “polvo y paja”, donde
podamos sentarnos en una cafetería en la calle y tomarnos serenamente un café y
que nos den las 10, las 11 de la noche conversando de cualquier asunto sin el
miedo de que llegue alguien y nos atraque o de que eso ocurra al volver a casa.
Esto
tan simple está prohibido en todo el territorio nacional. Nos hemos impuesto un
“toque de queda” para poder salvaguardar nuestra integridad física. Y así como
esta restricción, se han hecho
inalcanzables otras libertades que con un poco de voluntad, pueden lograrse.
Pero nada ni nadie puede detener esas ansias de sentirnos libres y poder
recorrer a cualquier hora del día o de la noche el lugar que se nos antoje.
Porque la libertad es un derecho inalienable inherente al ser humano.
A
los delincuentes en este preciso momento, como yo lo veo, y desde hace ya unos
cuantos años, lo único que les hace falta es un sindicato. De resto, nada les
falta porque son dueños de los espacios públicos y de los privados también.
Somos las únicas criaturas del universo, que podemos hablar y con nuestras
palabras y hechos podemos cambiar esta realidad tan humillante y macabra,
brindando esperanza al enfermo, luz de conocimiento al ignorante, sabiduría al
necesitado de ella para orientar su destino. Sí podemos. "La vida es
demasiado corta para ser desperdiciada y vivirla con miedo"
Antonio López
Villegas
altatribuna@yahoo.com.mx
@lopezvillegas7
Caracas - Venezuela
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