Los resultados del 6D tienen una significación que
todavía tiene que ser debidamente evaluada. Por lo pronto significan un vuelco
a la forma como el país se venía conduciendo. Para mi, lo más importante de la
victoria de la MUD es la gran oportunidad que se presenta para
re-institucionalizar el país. Que cada poder ocupe el espacio que le
corresponda y que se pueda dar una efectiva vigilancia y control entre las
distintas ramas del poder público.
Quien no parece haber metabolizado el impacto que
le producen las elecciones es Nicolás Maduro. Su aceptación inicial de los
resultados se ha ido diluyendo en amenazas y vociferaciones diversas que ponen
en tela de juicio la posibilidad de lograr una adecuada convivencia entre los
distintos poderes.
Es evidente que el poder legislativo es el más
cercano a la representación de la población y al balance de preferencias
políticas existentes. Se puede decir que el poder legislativo encarna la
responsabilidad para, en nombre del pueblo, dotar a la nación de las leyes
necesarias para conducirnos a la modernidad. Quizás, la función que más
preocupa al chavismo es la del control que la Asamblea Nacional puede ejercer sobre
el resto de las instituciones. Esta tarea había sido totalmente abandonada y
esto producía que no se investigaran los desmanes que a se realizaron en
Venezuela durante los últimos lustros.
Maduro pierde una oportunidad de oro para mostrar
sus muy bien ocultos dotes de estadista. Es el momento de adelantar una serie
de medidas que le permitan sintonizarse con un pueblo que el 6D manifestó su
deseo de que las cosas cambien. Que de una vez por todas los políticos en el
poder se encarguen de resolver los problemas de los venezolanos.
Maduro no ha mostrado, desde que llegó a la
presidencia, capacidad alguna de entender los problemas que aquejan al país. No
ha podido asimilar que su política de más y más controles lo que ha hecho es
hundir más y más al país en la escasez, la inflación y la pobreza. Se ha negado
sistemáticamente a tomar las medidas necesarias para impedir que la calidad de
vida de los venezolanos se siga deteriorando.
No hay a su alrededor nadie lo suficientemente
preparado como para asumir el reto de explicarle a Maduro lo que debe hacer. Su
gabinete estaba repleto de mentes grises y nulidades engreídas que nada tienen
que aportar al desarrollo del país. Destaca la incompetencia de un
vicepresidente que piensa que es por la vía de la fuerza y el miedo que pueden
resolver los problemas de la economía. Es imposible explicarle a alguien ajeno
a nuestro acontecer diario cómo es que este señor ocupa un cargo de tanta
importancia con semejante exhibición de ignorancia a la hora de aplicar
políticas cuyos impactos no son debidamente evaluados.
Maduro promete enfrentar a la Asamblea Nacional. Es
equivalente a reconocer que los resultados le fueron adversos pero que los
mismos no serán tomados en cuenta para las futuras acciones de gobierno.
Siempre hemos dicho que la democracia no se reduce al mero hecho de realizar
elecciones. Estas son un mecanismo de la democracia. Pero, más importante que
las elecciones es el apego a los principios que las mismas implican, a saber,
el respeto de la voluntad de la mayoría.
Quienes rodean a Maduro le leen una situación
equivocada. Le dicen que pueblo es quienes votaron por la coalición chavista.
El resto, la mayoría no le son presentados como miembros de ese pueblo que el
6D se manifestó mayoritariamente por un
cambio en la conducción de los problemas que más afectan a los
venezolanos. Sus cercanos le leen un
país de leales que estarán con él en el momento de adelantar medidas que
resultarán contrarias al deseo de la mayoría.
En su entorno solo encuentra quien le recomiende el
enfrentamiento con el poder legislativo. Seguir imponiendo a como dé lugar unas
políticas de empobrecimiento que hunden cada vez más al pueblo en la miseria.
Continuar usando nuestros recursos para seguir favoreciendo a otros países. La
vía de la confrontación como derrotero final de un triste proceso político que
algunos creyeron era una revolución.
Una adecuada lectura le recomendaría a Maduro
liberar inmediatamente a los presos políticos. Daría una señal de haber
entendido el mensaje y sería una muestra de apertura que nadie podría criticar.
Otra buena idea sería convocar a los líderes más importantes de los partidos
que ahora tendrán representación en la Asamblea Nacional a una reunión con una agenda clara, para
elaborar los planes necesarios para volver a poner el país en marcha.
Una lectura adecuado del momento político llama a
Maduro a moderar sus alocuciones. A evitar la descalificación, el engaño y la
mentira como recursos del discurso político. Proponerle al país una ruta para
la recuperación de su institucionalidad. Presentarle al pueblo unas medidas que
dinamicen la economía. Sobre todo, reconocer ante el pueblo que se cometieron
errores, que hubo mucha corrupción, que no se fue duro contra el hampa, que no
se invirtió suficiente en garantizar la sostenibilidad de nuestra industria
petrolera y un largo etcétera de errores que lo trajeron a esta situación.
Durante la primera quincena de Enero deberá
presentar su memoria y cuenta en un escenario donde su partido será minoría. Es
el momento de la inteligencia, del diálogo constructivo, del reconocimiento y
respeto al resto de las fueras políticas. Es el momento de entrar al siglo XXI.
Ojalá Maduro
encuentre quien le lea.
Jose Vicente
Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
Miranda - Venezuela
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