jueves, 3 de marzo de 2016

DARIO ACEVEDO CARMONA, PREÁMBULOS DE LA REFUNDACIÓN DE LA PATRIA, CASO COLOMBIA

No fue una “torpeza” ni “una metida de pata” la intervención armada con fines proselitistas realizada por las Farc en el corregimiento Conejo, departamento de la Guajira. Parece que hubo al menos tres casos más de carácter similar en otras partes del país.

Los guerrilleros, armados hasta los dientes y los miembros del Secretariado debieron contar con la venia del gobierno nacional. Alguien, quizás el ministro de Defensa dio la orden al general encargado de la región para que despejara el sitio. Que hayan llegado desde Venezuela poco pareció importarle a la Cancillería.

Por eso resultan patéticas por no decir hipócritas, las rabietas de Humberto de la Calle, del presidente Santos y del ministro Cristo quienes bajo la asesoría de Enrique, el hermano de Juan Manuel, y del filósofo de la blandura Sergio Jaramillo, que no se cansan de sobar y sobar a las fieras, abrieron camino a estos hechos que preludian lo que será el país en el socorrido posconflicto.

Las Farc hacen esto y harán otras más desafiantes con todo el cálculo y conciencia de ser fieles a sus eternas metas y, porque así lo estipulan las tesis revolucionarias marxista-leninistas que ordenan aprovechar las concesiones a granel y la ingenuidad de sus enemigos de clase.

Los negociadores de las Farc, a diferencia de los del gobierno, han sido suficientemente claros en hacer valer sus  pretensiones. No las repetiré pues son de dominio público, me limitaré a citar algunos ejemplos. Por ejemplo, se reafirmaron como un movimiento marxista-leninista. A muchos, les parece inofensivo e intranscendente. Si leyeran el Manifiesto Comunista y algunos ensayos de Lenin sobre táctica y estrategia revolucionaria no estarían tan tranquilos.

Las demostraciones armadas de las Farc figuran en su libreto, no son una ocurrencia momentánea, de tiempo atrás siguen orientaciones como las emanadas del II Congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana realizado en febrero de 2008 en Quito: “las organizaciones políticas, movimientos sociales, personas, espacios de coordinación y expresiones de las más diversas formas de lucha contra el sistema de dominación del gran capital, del imperialismo estadounidense y mundial, y de las oligarquías latinoamericanas y caribeñas, integrantes de la Coordinadora Continental  Bolivariana(CCB)”  se plantean “La necesidad de librar todo los combates necesarios, de emplear todas las formas de lucha para cambiar el sistema: las luchas pacíficas y no pacíficas… las opciones electorales transformadoras…”. Al respecto ya hemos presenciado numerosas demostraciones en Latinoamérica.

Para Colombia hubo más de una línea en tal evento: “En este plano, el proceso colombiano asume una importancia singular, tanto por su ubicación geoestratégica como por la confluencia de altos y nuevos niveles de desarrollo político y militar en las fuerzas de cambio, tanto por la profundización de la crisis de las fuerzas gobernante-dominantes… Se convierte en el eslabón más próximo a una ruptura revolucionaria de enorme trascendencia para la superación de un cierto estancamiento de la oleada revolucionaria continental… desbrozando así el camino de la nueva Colombia.” Algo así como la fementida “Refundación de la patria” que firman  las Farc y más de un columnista al otorgarle al posible acuerdo de paz el alcance fantasioso del comienzo de una nueva era.

Otro tema en el que se anuncia su táctica para el posconflicto es el relativo al destino de las armas. Los delegados de las Farc han dicho que no tendremos la foto de “entrega de las armas”. De la Calle acepta que sea una “dejación” y dice, sin inmutarse, que no podemos caer en discusiones semánticas, que es lo mismo, entonces, uno se pregunta: si es lo mismo ¿por qué no exige la “entrega”.

En un texto de reciente publicación en el portal profariano: http://prensarural.org/spip/spip.php?article18637, se reproducen algunas de las exigencias de las Farc en la última fase donde se discute la letra menuda, allí dicen que las zonas de concentración de los guerrilleros deben ubicarse cerca de una cabecera municipal y que cuando los milicianos decidan ir a ella “deben hacerlo sin armas”, como quien dice, en la concentración mantendrán sus armas. El proselitismo armado es, pues, una forma de aprovechar las ventajas del posconflicto.

No debemos  omitir que el exhibicionismo armado se debe en buena medida a la actitud blandengue del gobierno Santos en las conversaciones de La Habana. Ilumina el pensar de los negociadores oficiales una concepción que no dudo en calificar de entreguista, gestada y defendida por el filósofo Jaramillo. En conferencia pronunciada en la Universidad Externado en mayo de 2013, que no me canso de citar, aflora como sostén del entreguismo la conciencia de culpa de las elites o síndrome de Estocolmo y la baja autoestima sobre la democracia y la institucionalidad colombiana. Creo que ese texto aún se puede leer en el portal presidencia.gov.co link Alto Comisionado dePaz. Ahí encontramos, entre muchas ideas claudicantes, una que nos sirve para contextualizar todo lo que se está concediendo, me refiero a la idea del posconflicto o transición que tendría una duración de diez años, lapso en el que las Farc continuarán la película que ya estamos viendo. Otro aspecto es, según Jaramillo: “la excepcionalidad. Los efectos de 50 años de conflicto no se pueden reversar funcionando en la normalidad. Tenemos que redoblar esfuerzos y echar mano de todo tipo de medidas y mecanismos de excepción: medidas jurídicas, recursos extraordinarios, instituciones nuevas en el terreno que trabajen con suficiente intensidad e impacto para lograr las metas de la transición.”(Subrayas mías)

Sí, leyeron bien, ahí cabe hasta el golpe de estado oficial de poderes especiales para Santos, y si lo leen todo, entenderán que el proselitismo armado es el anuncio de una película de terror titulada “Refundar la patria”.

Ruben Dario Acevedo Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc
Colombia

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