No fue una “torpeza”
ni “una metida de pata” la intervención armada con fines proselitistas
realizada por las Farc en el corregimiento Conejo, departamento de la Guajira.
Parece que hubo al menos tres casos más de carácter similar en otras partes del
país.
Los guerrilleros,
armados hasta los dientes y los miembros del Secretariado debieron contar con
la venia del gobierno nacional. Alguien, quizás el ministro de Defensa dio la
orden al general encargado de la región para que despejara el sitio. Que hayan
llegado desde Venezuela poco pareció importarle a la Cancillería.
Por eso resultan
patéticas por no decir hipócritas, las rabietas de Humberto de la Calle, del
presidente Santos y del ministro Cristo quienes bajo la asesoría de Enrique, el
hermano de Juan Manuel, y del filósofo de la blandura Sergio Jaramillo, que no
se cansan de sobar y sobar a las fieras, abrieron camino a estos hechos que
preludian lo que será el país en el socorrido posconflicto.
Las Farc hacen esto y
harán otras más desafiantes con todo el cálculo y conciencia de ser fieles a
sus eternas metas y, porque así lo estipulan las tesis revolucionarias
marxista-leninistas que ordenan aprovechar las concesiones a granel y la
ingenuidad de sus enemigos de clase.
Los negociadores de
las Farc, a diferencia de los del gobierno, han sido suficientemente claros en
hacer valer sus pretensiones. No las
repetiré pues son de dominio público, me limitaré a citar algunos ejemplos. Por
ejemplo, se reafirmaron como un movimiento marxista-leninista. A muchos, les
parece inofensivo e intranscendente. Si leyeran el Manifiesto Comunista y
algunos ensayos de Lenin sobre táctica y estrategia revolucionaria no estarían
tan tranquilos.
Las demostraciones
armadas de las Farc figuran en su libreto, no son una ocurrencia momentánea, de
tiempo atrás siguen orientaciones como las emanadas del II Congreso de la
Coordinadora Continental Bolivariana realizado en febrero de 2008 en Quito:
“las organizaciones políticas, movimientos sociales, personas, espacios de
coordinación y expresiones de las más diversas formas de lucha contra el
sistema de dominación del gran capital, del imperialismo estadounidense y
mundial, y de las oligarquías latinoamericanas y caribeñas, integrantes de la
Coordinadora Continental
Bolivariana(CCB)” se plantean “La
necesidad de librar todo los combates necesarios, de emplear todas las formas
de lucha para cambiar el sistema: las luchas pacíficas y no pacíficas… las
opciones electorales transformadoras…”. Al respecto ya hemos presenciado
numerosas demostraciones en Latinoamérica.
Para Colombia hubo
más de una línea en tal evento: “En este plano, el proceso colombiano asume una
importancia singular, tanto por su ubicación geoestratégica como por la
confluencia de altos y nuevos niveles de desarrollo político y militar en las
fuerzas de cambio, tanto por la profundización de la crisis de las fuerzas
gobernante-dominantes… Se convierte en el eslabón más próximo a una ruptura revolucionaria
de enorme trascendencia para la superación de un cierto estancamiento de la
oleada revolucionaria continental… desbrozando así el camino de la nueva
Colombia.” Algo así como la fementida “Refundación de la patria” que firman las Farc y más de un columnista al otorgarle
al posible acuerdo de paz el alcance fantasioso del comienzo de una nueva era.
Otro tema en el que
se anuncia su táctica para el posconflicto es el relativo al destino de las
armas. Los delegados de las Farc han dicho que no tendremos la foto de “entrega
de las armas”. De la Calle acepta que sea una “dejación” y dice, sin inmutarse,
que no podemos caer en discusiones semánticas, que es lo mismo, entonces, uno
se pregunta: si es lo mismo ¿por qué no exige la “entrega”.
En un texto de
reciente publicación en el portal profariano:
http://prensarural.org/spip/spip.php?article18637, se reproducen algunas de las
exigencias de las Farc en la última fase donde se discute la letra menuda, allí
dicen que las zonas de concentración de los guerrilleros deben ubicarse cerca
de una cabecera municipal y que cuando los milicianos decidan ir a ella “deben
hacerlo sin armas”, como quien dice, en la concentración mantendrán sus armas.
El proselitismo armado es, pues, una forma de aprovechar las ventajas del
posconflicto.
No debemos omitir que el exhibicionismo armado se debe
en buena medida a la actitud blandengue del gobierno Santos en las
conversaciones de La Habana. Ilumina el pensar de los negociadores oficiales
una concepción que no dudo en calificar de entreguista, gestada y defendida por
el filósofo Jaramillo. En conferencia pronunciada en la Universidad Externado
en mayo de 2013, que no me canso de citar, aflora como sostén del entreguismo
la conciencia de culpa de las elites o síndrome de Estocolmo y la baja
autoestima sobre la democracia y la institucionalidad colombiana. Creo que ese
texto aún se puede leer en el portal presidencia.gov.co link Alto Comisionado
dePaz. Ahí encontramos, entre muchas ideas claudicantes, una que nos sirve para
contextualizar todo lo que se está concediendo, me refiero a la idea del
posconflicto o transición que tendría una duración de diez años, lapso en el
que las Farc continuarán la película que ya estamos viendo. Otro aspecto es,
según Jaramillo: “la excepcionalidad. Los efectos de 50 años de conflicto no se
pueden reversar funcionando en la normalidad. Tenemos que redoblar esfuerzos y
echar mano de todo tipo de medidas y mecanismos de excepción: medidas
jurídicas, recursos extraordinarios, instituciones nuevas en el terreno que
trabajen con suficiente intensidad e impacto para lograr las metas de la
transición.”(Subrayas mías)
Sí, leyeron bien, ahí
cabe hasta el golpe de estado oficial de poderes especiales para Santos, y si
lo leen todo, entenderán que el proselitismo armado es el anuncio de una
película de terror titulada “Refundar la patria”.
Ruben Dario Acevedo
Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc
Colombia
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