El resultado del referendum celebrado el domingo en Bolivia ha sido y es interpretado de
diversas maneras, algunas de tipo analítico y otras en clave de “wishfull thinking”
(expresión de deseos).
Hay quienes sostienen que luego del triunfo de Macri en
Argentina , el 6D venezolano y este evento boliviano se terminó el ciclo de la
izquierda. No lo creemos así. Mas bien nos anotamos para afirmar que lo que está culminando es el ciclo del
populismo sostenido en caudillos
autoritarios que se perciben a sí mismos como indispensables y ejercen un
liderazgo de tipo mesiánico ( Castro, Chávez, los Kirchner, Evo, etc.) que por
casualidad o no coinciden en discursos de tipo rupturista, con fundamento ideológico
generalmente anclado en modelos
comunistas obsoletos que ya han probado ser inviables una y otra vez en
cuanto lugar han sido ensayados.
Obsérvese que los mandatarios de signo ideológico
izquierdista pero con comportamiento político razonable (Bachelet, Pepe Mujica,
Tabaré Vázquez, Humala, etc.) mas bien pasan o han pasado por el gobierno con
éxito y que hasta los que menos se perfilaban como pragmáticos o flexibles
(Correa, Ortega, etc) navegan en aguas relativamente tranquilas para estándares
latinoamericanos.
Lo que le pasó a Evo, en opinión de este columnista, es
el haber sido víctima de su éxito en los años precedentes. Pudiéramos decir –parafraseando el poco feliz
razonamiento del ex-ministro de Educación y hoy jefe de la fracción chavista en
la Asamblea Nacional, Hector Rodríguez-
que el haber educado y mejorado la condición del pueblo lo convirtió en
“escuálido” y como tal opositor.
En efecto –a
diferencia de Maduro- Evo puede exhibir una gestión económica prudente y
exitosa que ha dado por resultado un razonable modelo de inclusión que implica
–entre otras cosas- el aumento del nivel educativo de un pueblo que a lo largo
de toda su historia estuvo sumido en el abandono y la ignorancia.
Paradójicamente ese mejoramiento trae consigo mayor conciencia ciudadana que a
su vez se traduce en la convicción de que los líderes indispensables y eternos
ya no son ni lo único ni lo mejor para los pueblos. Los mismos ciudadanos
que tan recientemente como octubre de 2014
confirmaron a Evo en la presidencia con una amplia mayoría están ahora
conscientes de que quien gobierna desde 2005 ya afronta la hora de dar paso a
otros en las elecciones del 2019. Eso le resulta humanamente difícil de aceptar
a los gobernantes y por eso cometen el error de querer perpetuarse (Fujimori,
Cristina, Uribe, etc.)
La afirmación anterior se comprueba observando la
distribución del voto por el SI (a favor de la continuación indefinida) o por
el NO (no mas de dos mandatos) en el marco demográfico. En las ciudades grandes
y medianas donde la mejoría de nivel de vida ha llegado, la ciudadanía optó por
el recambio (excepción hecha de La Paz y El Alto ). En las areas rurales donde
la pobreza, la desinformación y la
ignorancia aun mantienen niveles altos, la gente se mantuvo fiel al discurso
del caudillo indispensable.
Si Evo interpreta bien los resultados no tiene por que
concluir que su gestión requiere un cambio radical de rumbo pero sí debe tomar
nota que hay límites a su autoritarismo, que el cuento del antiimperialismo y
demás gramínea que siempre está presente en su discurso está en etapa de
desgaste. Deberá tomar nota que si quiere entregar la banda presidencial a otro
militante de su partido MAS (Movimiento al Socialismo) deberá mantener su buen
desempeño económico pero aflojando en el discurso retórico estéril que tiene menos efecto en una ciudadanía mas
avispada que antes.
De paso quienes en el continente aun creen que se puede
seguir con la polarización a ultranza o con slogans comunistoides que no
alcancen para satisfacer las necesidades de las poblaciones a cuenta de que
“…pero tenemos patria…” harían bien en observar que el péndulo de la historia
ya ha iniciado su cambio de recorrido.
Adolfo P. Salgueiro
apsalgueiro1@gmail.com
@apsalgueiro1
Internacionalista
Miranda - Venezuela
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